Principios Fundamentales Sobre el Público de los Museos

Principios Fundamentales Sobre el Público de los Museos

 

El que mejor narra la historia es el que crea cultura.  – Erwin Raphael McManus.

Los museos de hoy, especialmente los más pequeños, experimentan una gran competencia con las alternativas de ocio que existen en todas las ciudades. La gente, con suerte, trabaja un mínimo de 8 horas al día, con tensión en la mayoría de casos, y cuando llega el finde lo último que le apetece, por lo general, es dedicar una tarde de viernes, sábado o domingo a visitar un museo. Hablamos de la gran mayoría de los que formamos esta sociedad nuestra. Hay mil y un quehaceres que dejamos para el fin de semana. Si nos los planteamos en plan familiar, con el precio de la entrada multiplicada por los miembros del clan (cuatro de media), tendremos que pensárnoslo pero que muy mucho. Los supermercados, el fútbol, los multicines, las copas, el deporte, el parque, compiten contra nuestros queridos museos y, ¿quién pierde?

Es cierto que los museos tienen su público, sus «clientes», pero suelen ser un sector reducido de residentes de la propia localidad y una pequeñísima fracción de turistas visitantes. Normalmente, las escasas investigaciones que se llevan a cabo sobre los visitantes, no tienen como objetivo los museos locales, sino los grandes equipamientos de toda la vida. Pero, ¿qué ocurre con toda la gente que no acude nunca a un museo – lo que podríamos denominar el «no público» -?, ¿qué pasa con ellos?

Los estudios sobre el público y el «no público», parten de una base teórica que aún no está demasiado elaborada, todo hay que decirlo. Se fundamentan en los movimientos y las conductas en las salas, y se complementan con formularios y encuestas. Pero claro, esta información es sobre el público que acude a los museos, incluso sobre los que lo hacen para visitar su cafetería. Las conclusiones de este tipo de estudios suelen ser las siguientes:

  • Los públicos visitantes son muy variados y requieren museografías diversas.
  • El público parece estar siempre dispuesto a demandar información, con la sensación de que la simple contemplación del objeto no es suficiente. La mayoría de la gente echa en falta o agradece los elementos de intermediación didáctica. A pesar de ello, los textos que los museólogos incluyen en las exposiciones son poco leídos y, en caso de serlo, las interpretaciones a las que una buena parte de los «lectores» llega, poco tienen que ver con los objetivos de quienes los redactaron.
  • Los recorridos y el comportamiento del público no siguen una única pauta, hay diversas «fórmulas» de comportamiento.

A pesar de todo lo que os decimos, la verdad es que las posibilidades y potencial de este tipo de investigaciones son enormes. Un buen trabajo de evaluación es capaz de abarcar un campo muy amplio que podríamos esquematizar en los siguientes 5 puntos:

1. La personalidad y psicología de los visitantes, atendiendo a los estilos de aprendizajes, las actitudes, el conocimiento de los conceptos expuestos, el manejo de idiomas y la comprensión de tablas cronológicas y gráficos.

2. La forma en que el diseño y presentación de textos, avisos, signos, etiquetas, elementos audiovisuales, ruidos, interactivos e intensidad de la información afectan a la comprensión de lo expuesto y a la orientación del museo.

3. El comportamiento de los visitantes en el museo. Esto implica estudiar pautas de desplazamiento – hacia dónde va el público -, la duración de la visita, los acompañantes, lo que se lee y no se lee en la exposición, cuándo aparecen los primeros síntomas de fatiga, la conducta del grupo familiar y social, la repetición de las visitas, la utilización que se hace de los servicios… además de las preferencias o rechazo en el uso de interactivos, audiovisuales y cualquier otra forma de exposición.

4. La capacidad que tienen los visitantes de entender los mensajes expuestos: cómo se comportan, qué ideas erróneas adquieren, qué intereses muestran.

5. Propuestas para la mejora de los métodos, que sirven para medir y evaluar lo que aprende el visitante, el impacto que produce la exposición a corto, mediano y largo plazo, la participación del público y el interés posterior de la visita.

Obviamente, todo cuanto comentamos se refiere al público de los museos; al «no público», al que no acude, hay que ir a buscarlo y captarlo, tarea que corresponde, básicamente, al área de marketing de museos.

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