Cómo Elegir Exposiciones Itinerantes

Cómo Elegir Exposiciones Itinerantes

 

Existen museos que crean, desarrollan y producen sus propias exposiciones, y se hacen cargo además de la organización de sus itinerancias una vez que ya le han sacado su rendimiento. Combinando conocimientos de museólogos, museógrafos, curadores, y gracias a la ayuda del personal que trabaja supervisando el equipo de fabricación museográfica, diseñó gráfico, diseño de la experiencia y de la preparación e instalación de objetos por parte de los gerentes de colecciones, se puede crear una exposición verdaderamente bella y fascinante.

Para que una exposición temporal comience su proceso con buen pie, se debe adaptar a las propias necesidades y propósitos del museo. Eso sí, además de sus recursos intelectuales, el museo debe mostrar una sólida capacidad interna de fabricación, de especialización en el desarrollo de contenidos y gráficos y de preparación, pero también –  esto debe destacarse – las colecciones a exhibir han de ser relevantes para todos los públicos.

A medida que el museo y su grupo de profesionales encargado de las exposiciones comienzan a dar forma al futuro del programa de éstas – en su conjunto -, se debe definir paralelamente el enfoque de la programación de intolerancias. Todo museo que decida tener un programa de exposiciones necesita crear una estrategia muy bien pensada, centrándose en aquellas que puedan integrarse completamente, sin problemas y orgánicamente internas. Será preciso ser muy selectivos, pues así lo demandarán los gestores administrativos, los museólogos y los curadores, ya que los recursos financieros casi seguro serán limitados; y asimismo, habrán de tenerse en cuenta los espacios de exposiciones temporales que puedan estar disponibles en el edificio del museo.

Normalmente, el proceso, a grandes rasgos, es el siguiente:

El comité supervisor revisa las propuestas de exposiciones temporales presentadas por los museólogos y curadores, además de las del personal y las de empresas consultoras externas. Los consejos y recomendaciones del personal y de los expertos – muchas veces con información recabada del público -, a menudo forman parte de esta primera revisión. Las propuestas se revisan para determinar la oportunidad, la idoneidad para el tratamiento de la exposición, su valor académico o científico, el interés público anticipado, la viabilidad y la adecuación a la misión general de exposiciones del museo.

No se acepta ninguna idea para una exposición sin la designación de un cargo responsable, normalmente un museólogo, quien tiene la responsabilidad general de otorgar a la misma la importancia académica y científica, si la tuviera. El riguroso proceso de revisión es el mismo para las exposiciones itinerantes que se contratan de fuera y las que produce el propio museo; apenas existen diferencias. El máximo rigor asegura que haya un consenso interno para un proyecto – una vez que sea aprobado – y que los visitantes puedan reconocer el sello del museo en cada una de las exposición que presenta.

Las directrices del museo definirán los criterios a la hora de elegir una exposición u otra: debemos interpretar y comunicar los contenidos a un público diverso, poniendo en valor la investigación del museo y sus colecciones. En particular, el objetivo deberá equilibrar los proyectos en todas las áreas, alcanzándose, asimismo, el balance en el movimiento de exposiciones a corto plazo, con una revisión sistemática, una renovación y un reemplazo de las instalaciones a largo plazo. Los proyectos de exposiciones deben responder también a una serie de preguntas prácticas y relacionadas con la misión de cada museo – incluida la forma en que se va a financiar  – que serán consideradas por el comité asignado.. Este proceso revisará las preocupaciones sobre factibilidad, tiempo, audiencias, recursos, espacios, actividades vinculadas y la conexión del proyecto con la investigación, si existiera.

Una vez que el comité asignado acepte un proyecto, el director deberá presentar su recomendación para la aprobación del equipo de museólogos y curadores, así como un coordinador para la exposición. Se han de redactar con todo detalle las etapas de dicho proyecto, estableciendo un cronograma típico, de entre 18 a 24 meses, que describa el proceso de evaluación de objetos y enumere los roles y responsabilidades de todas las figuras clave en el desarrollo de la producción de exposiciones y de su instalación. El objetivo de todo esto es aplicar una disciplina de pensamiento para el comité de las exposiciones y hacer que el proceso sea transparente. De este modo, quienes propongan proyectos y quienes estén involucrados en desarrollarlos sabrán dónde se meten. No se puede asegurar que no vayan a producirse sorpresas o cambios, pero, al menos, facilita la resolución de problemas y posibles correcciones a mitad de camino.

Dado que las exposiciones itinerantes que ofrecen las empresas externas no suelen ser más fáciles de instalar que las propias desarrolladas por los museos, deben ejercer su peso en términos de acoplamiento a la misión del programa de éstos y a la experiencia de sus visitantes. Un programa de exposición sólido siempre requerirá un marco de reflexión y análisis (Yellis, 2010). Entendemos las exposiciones individuales y el programa en su conjunto como construcciones complejas, moldeadas por múltiples grupos y audiencias, que responden a diversos estilos de aprendizaje e incluyen numerosos componentes, objetivos y contribuciones creativas. No hay exposición individual que deba valorarse como un evento independiente; cada una será parte de una visión más amplia, un continuo, una especie de plan de estudios para el museo.

Sacarle rendimiento a la exposición es un paso crítico en la definición del programa del museo. Ante la pregunta: ¿cuál es la tipología de las exposiciones de nuestro museo?, las respuestas recogidas podrán dan forma y ser claves para establecer las distintas categorías, que deberían regirse por las siguientes pautas:

  • Las exposiciones han de exhibir la estructura, composición o función del objeto, su rol en la naturaleza o cultura, variedades de forma, escenario, uso, rareza; especímenes de tipo o piezas de un rompecabezas.
  • Las exposiciones explicativas aclararán ideas científicas, teorías, controversias y fenómenos.
  • Las exposiciones de conciencia explorarán factores ambientales, ecológicos y de conservación.
  • Las exposiciones de ciencia abordarán la historia de la ciencia y su relación con la vida y el planeta a través de la experiencia de los científicos.
  • Las exposiciones sobre contenidos locales podrán centrarse en la geología, biología y ecología, así como en la historia y prehistoria de sus habitantes.
  • Las exposiciones experimentales incorporarán enfoques multidisciplinares, video y otros medios, interactivos digitales, componentes prácticos, modelos y similares.

Esta tipología nos puede servir de guía para la concepción, selección y desarrollo de nuestras exposiciones. Mantener un equilibrio entre las diferentes pautas puede representar un desafío, pero la integridad del programa necesitará que las cumplamos. Definir previamente dichas tipologías también es útil externamente, ya que dejará claro a la comunidad del museo, a los medios de comunicación y al público el sentido de la lógica y el propósito subyacente en las elecciones. Servirá, además, para comunicar el vocabulario de las exposiciones a los visitantes.

Es difícil saber en qué grado es aplicable la experiencia de otros museo al nuestro, pero algunas cuestiones pueden ser relevantes para casi todos. Es rara la exposición itinerante que hable profundamente sobre el tema que trata un museo en particular. Hay museos ingeniosos, con equipos muy creativos, que son capaces de desplegar una gran variedad de técnicas y estrategias para diseñar sus propias exposiciones itinerantes. Además, si bien resulta algo más fácil para los museos con el peso intelectual y la capacidad interna robusta de un museo grande, existen muchos desarrolladores de contenido creativos y talentosos, museógrafos que tienen empresas que buscan la oportunidad de ayudar a los museos de unas manera asequible y fluida para las dos partes.

Al final, lo más importante es el desarrollo de un marco conceptual para los programas de exposiciones. Quizás las «categorías de exposiciones» específicas no tengan demasiado sentido para muchos, pero consideramos que debemos desarrollar una tipología relacionada directamente con la misión y con la memoria institucional de cada organización. Este es uno de los pasos fundamentales que cada museo debe dar para configurar el programa de exposiciones itinerantes sobre una base coherente, integrada y definitoria de la experiencia del visitante.

Recursos Bibliográficos:

Gauthier, J. y Gall, L.E., eds. (2001): Nuevas perspectivas sobre el origen y la evolución temprana de las aves. New Haven, CT: Museo Peabody de Historia Natural, Universidad de Yale,

Museo Peabody (1992): Anglers All: Humanity in midstream. Descubrimiento: La Revista del Museo de Historia Natural Yale Peabody, 23: (2).

Museo Peabody (1993): Pautas para el desarrollo de exposiciones. New Haven CT: Museo de Historia Natural Peabody, Universidad de Yale.

Yellis, K. (2010): Señalando al visitante: el teatro del museo y la actuación del visitante. Curator: The Museum Journal, 53 (1), 87-103.

Ken Yellis (2012): Tomando el control: un marco conceptual para elegir exposiciones itinerantes. The Exhibitionist Magazine, Spring’12.


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