Iluminación y Cuidado de las Colecciones

Iluminación y Cuidado de las Colecciones

 

Los museos no serían lo que son sin el cuidado y la buena aplicación de la iluminación. Los visitamos para contemplar sus colecciones, por lo que no sería de mucha utilidad que todo permaneciera a oscuras. La iluminación puede crear una atmósfera muy especial en un museo o galería, incluso reforzar su narrativa museológica, captando así nuestra atención sobre algunos de los elementos expuestos más interesantes.

En un museo, sin embargo, la luz es capaz de provocar daños. Los tintes y los pigmentos se desvanecen cuando se exponen a la luz -incluso a niveles bajos-, y los efectos son acumulativos. El museo debe controlar siempre la luminosidad para conservar la apariencia original de sus artefactos.

Reduciendo el daño de la luz dentro del museo.

Hay tres formas clave para atenuar el daño que la luz puede ocasionar en una colección:

  • Reducir la cantidad de luz visible o la intensidad de luz que recibe un objeto u obra.
  • Reducir el tiempo en que un objeto está expuesto a la luz visible, para contrarrestar el daño acumulado.
  • Eliminar la radiación invisible innecesaria.

Luz visible e invisible.

Como la luz es una forma de energía, se mide y expresa en longitudes de onda. La luz natural comienza en una longitud de onda de 300 nanómetros. Cualquier onda más corta no podría atravesar nuestra atmósfera.

El espectro de luz se divide en tres grupos principales:

  1. Radiación ultravioleta (UV): con longitudes de onda inferiores a 400nm, invisibles al ojo humano. La radiación UV es la forma de luz más dañina para las colecciones de nuestros museos.
  2. Luz visible: la denominamos espectro de luz, y oscila entre 400 y 760nm. Nosotros la percibimos visualmente en segmentos separados por los diferentes colores del arco iris.
  3. Radiación infrarroja: los humanos no somos capaces de ver el halo infrarrojo, pues va más allá de los 760nm, pero podemos percibirlo en forma de calor.

La mayoría de los tipos de luz contienen estos tres componentes, pero a diferentes niveles. La luz del día posee un alto porcentaje de radiación ultravioleta, mientras que las bombillas de tungsteno emiten cantidades significativas de infrarrojos.

Reducir la luz visible: niveles de lux.

La intensidad de la luz visible se mide en lux (1 lux = 1 lumen por metro cuadrado). Todo lo que tenga que ver con el buen uso, o no, de la iluminación de un museo dependerá de la utilización correcta de los niveles de lux, especialmente en los objetos más sensibles. Solo necesitamos 50 lux para percibir la forma y el color de un objeto, así que no podemos excedernos de ese límite al iluminar los más valiosos y sensibles a la luz.

Las siguientes pautas indican la sensibilidad de los diferentes materiales y sus niveles de luz más apropiados:

Muy sensible (50 lux):

  • Ropa y otros textiles.
  • Piel y plumas.
  • Cuero teñido.
  • Huellas dactilares.
  • Dibujos.
  • Acuarelas.
  • Sellos.
  • Manuscritos
  • Fotografías en color y antiguas.
  • Miniaturas.
  • Filminas.
  • Pinturas sobre lienzo no impresas de colores pastel.

Moderadamente sensible (200 lux):

  • Pinturas al óleo y al temple.
  • Objetos con lacas.
  • Objetos de madera.
  • Muebles
  • Cuernos.
  • Huesos.
  • Marfil.
  • Cuero sin teñir.
  • Algunos minerales.
  • Fotografías modernas en blanco y negro.

Insensible (300 lux):

  • Piedras.
  • Cerámicas.
  • Vidrios.
  • Metales.

Una vez establecidos los niveles de luz que el museo desea mantener para sus exposiciones, debe controlar tanto la luz natural como la artificial para garantizar la consistencia de su intensidad.

Controlando la luz del día.

La luz del día fluctúa en intensidad, lo que dificulta una adecuada modulación y control. Anularla por completo puede provocar que el museo o galería resulte demasiado sombrío y poco acogedor.

Hay varias opciones para administrar los niveles de luz natural en el edificio del museo:

  • Eliminar toda la luz solar directa.
  • Mantener los objetos sensibles a la luz lejos de las ventanas.
  • Aplicar una película de control solar -que tiene un efecto de tintado-, en todas las ventanas y tragaluces.
  • Usar cortinas de red, persianas venecianas o persianas de calicó, que son útiles si los tintes afectan negativamente a la apariencia de los edificios antiguos.
  • Bloquear la luz utilizando persianas oscuras.
  • Usar un control a partir de luz artificial.

La luz «artificial» ayuda a mejorar la atmósfera en el museo si se está restringiendo la «natural» dentro del edificio. El museo debe tener el control total sobre el color, la calidez, la intensidad y la difusión de cualquier iluminación artificial en sus galerías.

Para reducir cualquier daño mediante el uso de iluminación artificial es aconsejable:

  • Utilizar bombillas de bajo voltaje.
  • Reducir del número de lámparas.
  • Difundir de la luz mediante los reguladores de intensidad de luz.
  • Limitar el tiempo de exposición.

El daño causado por la luz es un efecto acumulativo: cuanto más tiempo esté expuesto un objeto, más daño sufrirá. Podemos lograr reducirlo con la aplicación de «medios amables», considerando tanto la intensidad como la duración de la exposición.

Una acuarela delicada, por ejemplo, expuesta a 50 lux durante 100 horas experimentará el mismo daño que si estuviera expuesta a 100 lux durante 50 horas. Por lo tanto, al medir la intensidad de luz dentro del museo, se deben comprobar los niveles anuales de exposición para llegar a una evaluación más precisa.

Exposición de luz anual recomendada.

La exposición anual de luz se mide en función de las horas que un museo estándar está abierto, calculando siete horas al día, durante seis días a la semana, durante 52 semanas. De este modo, un objeto podría estar perfectamente expuesto a la luz durante 2.184 horas al año, según los promedios de los museos. Las horas de luz representan la unidad establecida cuando el tiempo de exposición se multiplica por la intensidad de luz recomendada.

La exposición media anual a la luz tiene un límite recomendado de horas de lux:

  • Para artículos muy sensibles: 100.000 lux / horas año.
  • Para artículos moderadamente sensibles: 450.000 lux / horas año.

Reduciendo la duración de la exposición.

Si no es posible reducir la intensidad de la luz lo suficiente- hasta los niveles recomendados de control por fuente de luz-, habrá que hacerlo con la cantidad de horas de exposición, a fin de cumplir con esos límites anuales recomendados.

El tiempo de exposición puede reducirse de la siguiente forma:

  • Guardando los artículos una vez que se hayan alcanzado las horas anuales de lux recomendadas
  • Realizando cambios en las vitrinas con cierta frecuencia, rotando elementos del almacenamiento.
  • Pasando, con regularidad, páginas de libros y manuscritos iluminados.
  • Colocando cortinas para vitrinas.
  • Ajustando los interruptores de tiempo a la iluminación artificial.
  • Instalando sensores de movimiento que enciendan las luces solo cuando haya alguien en la sala.
  • Excluyendo toda luz cuando el museo esté cerrado, utilizando cortinas o persianas. Esto es particularmente importante en verano, cuando aumentan las horas de luz diurna, ya que supondría exponer los artículos a más tiempo del necesario.
  • Eliminando la radiación no visible.

Radiación ultravioleta.

La radiación ultravioleta (UV) es invisible, por lo que debe controlarse cuidadosamente. Esto también implica que puede eliminarse casi por completo en los museos sin que afecte a la manera de contemplar las exposiciones. Dados los avances en la tecnología anti-UV, los objetos pueden verse afectados por tan solo 10 microwatts de radiación ultravioleta por un lumen de luz. Tanto la luz diurna como la artificial emiten radiación UV. Su corta longitud de onda es la propiedad más dañina para los objetos de museo.

Existen muchas herramientas que los museos pueden utilizar para combatir esta amenaza invisible, incluidos algunos de los siguientes materiales:

  • Vidrio laminado, película autoadhesiva y otros materiales que absorben los rayos UV, como los barnices y acrílicos para ventanas, tragaluces y vitrinas.
  • Mangas y filtros que absorben los rayos UV para fuentes de luz artificial, lámparas y tubos con una baja emisión de radiación ultravioleta.
  • Pinturas blancas, fabricadas a base de dióxido de titanio u óxido de zinc. La luz reflejada por una pared pintada de blanco contiene menos del 20% de su cantidad original de radiación UV. La cal blanca (tiza) no es efectiva.

Cada uno de estos materiales tiene una vida útil variable, por lo que se debe controlar la eficacia de los mismos. El vidrio laminado dura más tiempo, pero es conveniente que el museo consulte con el vendedor para comprobar si sus películas y filtros son apropiados para el uso en los museos.

Radiación infrarroja.

Muchas fuentes de luz emiten radiación infrarroja, que no podemos ver pero que sentimos en forma de calor. Las luces de tungsteno son inequívocamente ineficientes. Una bombilla de 100 vatios podría utilizar el 94% de su electricidad para generar únicamente calor.

Las vitrinas o salas calientes pueden provocar fluctuaciones en la humedad relativa y dañar las colecciones en el proceso. Esta radiación debe, por lo tanto, ser manejada y controlada eficientemente.

Os mostramos aquí algunos consejos para controlar el calor de la luz:

  • Instalar las fuentes de luz a una distancia segura para los objetos, preferiblemente en vitrinas exteriores.
  • Utilizar lámparas de «luz fría», que reflejen el calor hacia atrás pero que permitan el paso de la luz visible.
  • Instalar luces de fibra óptica, que iluminen desde una fuente de calor externa, filtrando automáticamente tanto la radiación UV como la infrarroja.

La planificación de la radiación infrarroja es esencial al diseñar un sistema adecuado de iluminación para museos y galerías. Los museos deben consultar a museógrafos y conservadores profesionales antes de diseñar la instalación de las luces. Asimismo, han de asegurarse de que todos los sistemas de iluminación cumplen con los estándares del museo y de la ley para establecimientos públicos.

Economía y medio ambiente.

Algunas veces, invertir en la iluminación adecuada puede tener un costo inicial considerable. Es posible que ya conozcamos los diferentes aspectos a considerar para iluminar correctamente un museo, y que hayamos estudiado, con pánico y horror, el monto total del presupuesto para nuestro museo. Sin embargo, elegir los sistemas de iluminación cuidadosamente puede generarnos ganancias económicas a largo plazo. Un correcto uso de la iluminación en nuestras exposiciones evitará eficientemente daños que podrían requerir costosos trabajos de restauración. La limitación de la exposición a la luz también trae bajo el brazo un bono adicional de descuento en las facturas de electricidad.

Un sistema adecuado en la gestión de la iluminación protege, además, el medio ambiente y hace que nuestros museos sean más sostenibles. Por otro lado, apagar las luces regularmente para proteger las colecciones disminuirá la huella de carbono del edificio.

Recursos:

Conservation and lighting (2018). Website de Museum and Galleries of Scotland. Puedes visitarlo en: https://www.museumsgalleriesscotland.org.uk

El Victoria & Albert Museum ofrece un estudio de caso completo de sus sistemas de iluminación de bajo consumo. Para obtener más información sobre el cuidado de las colecciones, puedes leer las guías proporcionadas por el Fondo de Colecciones y la Asociación de Museos. Encuéntralo en: http://www.vam.ac.uk/__data/assets/pdf_file/0007/178612/Environmental_control_for_object_display_April_2010.pdf

Cassar, M. (1995): Gestión ambiental – Pautas para museos y galerías. Comisión de Museos y Galerías / Routledge.

Thomson, G. (1986): The Museum Environment 2ª edición (Buttwerworth) The National Trust Manual of Housekeeping. Butterworth-Heinemann, 2006.


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