Futuro de la Nueva Museología

Futuro de la Nueva Museología

 

Mairesse y Desvallées (2010) nos ofrecen cinco significados distintos sobre museología, a partir de su definición como «la totalidad del pensamiento teórico y crítico dentro del campo de los museos». La «nueva museología» evolucionó a raíz de los vacíos percibidos en el concepto original, en base a la idea de que el papel social de los museos tenía que cambiar: en 1971 se afirmó que los museos se hallaban aislados del mundo moderno, que eran elitistas, obsoletos, y que malgastaban dinero público (Hudson, 1977, 15). Las ideas tradicionales en torno a la práctica de los museos, se fundamentaban en las colecciones, y consideraban que la curaduría era esncial para su misión. El concepto original de museo como institución basada en la construcción y centrada en las colecciones, prevaleció entonces, mostrando al público que el museo era una «autoridad cultural» cuyo deber consistía en defender y comunicar la verdad (Harrison, 1993). La consecuencia de todo esto hizo que los museos operaran sobre la base de una corporativa exclusividad que determinó, finalmente, su devenir (Hooper-Greenhill, 2000). Esta exclusividad – que sigue manteniéndose en muchos museos de todo el mundo- se hallaba vinculada, a su vez, a las afirmaciones sobre el estatus cultural y a la idea de que la función social principal de los museos era «civilizar» y «disciplinar» a la plebe para que se reubicara dentro de la sociedad (Bennett, 1995), a partir de la diferenciación entre formas culturales «altas» y «elitistas» -que eran dignas de preservación-, y «bajas» o «masivas» (Griswold 2008) -que eran prescindibles-. Por lo tanto, se consideró que lo que podría llamarse museología tradicional beneficiaba, tanto a su función basada en las colecciones, como a los vínculos sociales con los gustos culturales de grupos muy particulares.

La «nueva museología» supone un discurso sobre los roles sociales y políticos de los museos, que fomenta la comunicación y los nuevos estilos de expresión, en contraposición con los modelos de los museos clásicos centrados en las colecciones (Mairesse y Desvallées, 2010). Se ha convertido en un movimiento teórico y filosófico vinculado a un cambio de enfoque e intención dentro del mundo de los museos, alejado de su antigua idea funcional. Las áreas sugeridas para el replanteamiento de una forma de «nueva museología» abordaban la posición de los museos en cuanto a la conservación, a un replanteamiento racional de los objetos en exhibición y a una reflexión acerca de la naturaleza y el propósito de la erudición en museos (Smith 1989, 20-21). La «nueva museología» imponía una serie de cambios en el «valor, significado, control, interpretación, autoridad y autenticidad» dentro de los museos, así como la redistribución de su poder y la «revisión curatorial» (Stam, 1993).

Por otro lado, la «nueva museología» implica una redefinición en la relación que los museos mantienen con los individuos y sus comunidades. Este cambio incluye un nuevo impulso para lograr un mayor acceso e integración de diversos grupos sociales (Stam, 1993), así como un papel más activo para el público como visitantes, convirtiéndose en árbitros de la función curatorial (Black, 2005; Kreps, 2009). Asimismo, los museos deberían ser mas participativos en la lucha contra la discriminación y la desigualdad dentro de la sociedad (Sandell, 2007). Se percibe un cambio en la identidad de los profesionales de los museos, pasando de «legisladores» a «intérpretes y mediadores» (Ross, 2004), centrándose mucho más en los visitantes y menos en la gloria académica individual y en el autobombo.

Podríamos decir que estos desarrollos forman parte de un cambio- desde el enfoque de los objetos hacia las ideas-, dentro de la «nueva museología» (Weil, 1990), que ahora contempla que el lenguaje y la educación ocupan una posición central en los museos (Hooper-Greenhill, 2000). También se han elaborado múltiples discursos que vinculan a los museos con conceptos como el «empoderamiento cultural», la «redefinición social», el «diálogo» o la «emoción» (Harrison, 1993). Este proceso pretende generar y reforzar el conocimiento sobre la responsabilidad social y moral dentro del museo (Heijnen, 2010).

La «nueva museología»- con su correspondiente carga literaria- asume que, como resultado de este replanteamiento de los propósitos de los museos, se ha producido un cambio real, tanto en la comprensión de sus funciones como en las actividades que realizan. La «nueva museología» sigue una serie de principios que, según afirman, deberían consagrarse hacia el funcionamiento de estas instituciones (Simon, 2010). Sin embargo, encontramos un escaso análisis sobre la práctica real del museo a la hora de evaluar hasta qué punto los cambios producidos se hallan a la altura de los supuestos teóricos de la «nueva museología», pensando en el sector de los museos en su conjunto -y exceptuando los estudios de casos de ejemplos particulares de trabajo innovador dentro de museos individuales- (Guntarik, 2010 y MuseumsEtc, 2011). Una investigación llevada a cabo por Duncan (2004), sobre algunos de los más grandes museos europeos, destacaba que sí se había producido un cambio en el consumo público dentro del Louvre y la Galería Nacional de Londres. Sin embargo, estas transformaciones se muestran más representativas en cuanto a imponer las ideologías de los poderosos a las masas, lo que indicaría que la «nueva museología» realmente ha logrado algo.

Si bien la «nueva museología» hace referencia a la inclusión y a la representación- entre otras cosas-, algunos trabajos recientes cuestionan, de manera efectiva, en qué medida todo esto se han puesto realmente en práctica en muchos de nuestros museos (Janes, 2009). La idea se basa en las continuas demandas de la sociedad para que la gestión del patrimonio sea «más abierta, inclusiva, representativa y creativa» (Harrison, 2013, 225), un indicador de que el cambio no se ha logrado universalmente, ni mucho menos  -una cosa es la teoría y otra muy diferente…-. Así, por ejemplo, Stam (1993) analiza las implicaciones de la «nueva museología» en la práctica de los museos e identifica una serie de transformaciones en la estructura organizativa, la dotación de personal y las prácticas de gestión administrativa. Sin embargo, muchas respuestas a la «nueva museología» han sido «sospechosamente adaptadas» y, a menudo, entran en desacuerdo con los propósitos educativos de los museos. Se observa, además, que la «nueva museología» resulta menos útil. Se ha permitido que los museos encuentren su propio camino para poder asumir y poner en práctica conceptos en torno a la «nueva museología» -no hablemos ya de esa «nueva museología» que se enseña en muchas universidades…-

La «nueva museología» representa una ideología específica y un discurso que afecta a las expectativas sobre el propósito de los museos. Diversos estudios muestran que abarca varias perspectivas y creencias; la cuestión principal está en averiguar en qué medida los trabajadores de los museos, a todos los niveles, las entienden y tratan de vincularse a ellas dentro de sus roles cotidianos.

La «nueva museología» ha tenido menos efectos prácticos de los que la «literatura museológica» podría anticipar. Este es el resultado de múltiples factores que van más allá del ámbito profesional del sector de los museos y de su política.. A pesar de ello, esta «nueva museología», y los discursos asociados a ella, podrían ser una herramienta útil para los trabajadores de los museos. Se ha demostrado que estos profesionales son agentes clave en la utilización de la retórica relacionada con la museología, en la búsqueda de múltiples funciones y en la gestión de sus propias prácticas. El modo en que todo esto se relaciona con cuestiones más amplias sobre la práctica general es más que discutible, ya que sus trabajadores utilizan los discursos adaptándolos a sus propios valores y actividades, en lugar de orientarlos hacia el exterior. Es cierto que se percibe algún tipo de progreso en las actividades que surgen en torno a la «nueva museología», pero no existe ningún área del museo que haya logrado una transición completa real hacia esta ideología.

La evidencia demuestra, claramente, que surgen tensiones diferentes y competitivas dentro de los diferentes servicios. Existe una polarización al respecto basada ​​en su función y en los roles de los trabajadores, especialmente los de los administradores y los curatoriales tradicionales. Esta polarización se ve, a menudo, impulsada por mecanismos de control de gestión que llevan al personal a adoptar estrategias defensivas dentro de sus competencias. Las tensiones van ligadas a las opiniones y al papel cada vez más amplio de los trabajadores «paraprofesionales» -los llamados «profesionales de cuello blanco»-. El interés creciente hacia la parte burocrática del rol de «profesional de oficina» podría limitar el grado en que la «nueva museología» se implementase en la práctica, particularmente si entra en conflicto con tendencias y expectativas gerenciales más amplias.

Debemos hacer hincapié en que la realidad de nuestros museos se presenta complicada. Las polarizaciones internas existen, si bien no son particularmente fijas. El discurso relacionado con la antigua y la «nueva museología» es dinámico. Las percepciones sobre el papel y la función de los museos pueden fluctuar entre estos continuos. La imagen mayoritaria es que los trabajadores entienden ambas perspectivas, pero a menudo los desafíos estructurales (como la idea de que las colecciones se «menosprecien») obligan a adoptar un lado defensivo determinado. Las restricciones estructurales, así como los diferentes mecanismos defensivos, podrían provocar que las intenciones y expectativas de la «nueva museología» se implementasen en la práctica en los museos.

Una futura investigación, capaz de justificar los argumentos aquí presentados, demostrará tanto las limitaciones como las posibilidades que existen para la creación de nuevos enfoques y prácticas. Es cierto que dichas limitaciones existen, pero sería importante tener en cuenta las futuras incógnitas sobre la gestión efectiva de este cambio organizativo, a fin de conseguir que los nuevos hallazgos sean derivados hacia el campo práctico.

Recurso:

V. McCall y C. Gray (2013): Los museos y la «nueva museología»: teoría, práctica y cambio organizacional. Museum Management and Curatorship, Vol. 29, No. 1, 1–17.


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