La Importancia de los Museos Infantiles

La Importancia de los Museos Infantiles

Según la Asociación de Museos para Niños, actualmente existen aproximadamente 341 museos para niños/niñas, que representan a un total de 22 países, aunque aproximadamente el 23% de ellos se encuentran en la fase de puesta en marcha. En base a los datos de hace unos años, más de 30 millones de niños y familias visitan anualmente los museos para niños, únicos en el campo museístico, actuando a modo de viveros de creatividad y de aprendizaje autodirigido. No son el hogar, no son la escuela, se trata de un lugar en sí mismo, donde el descubrimiento, la creatividad, la resolución de problemas, la experimentación, el intercambio y la construcción de la comunidad son todo en uno; llevan a cabo un gran trabajo para fomentar el conocimiento en los niños pequeños y en sus familias. Estos museos siempre acaban convirtiéndose en lugares clave para la comunidad, donde las familias pueden jugar y divertirse juntas en un ambiente acogedor.

Consideremos los activos y posibilidades de los museos para niños, pensemos en los desafíos a los que se enfrentan y cómo pueden prepararse para sobrevivir en un entorno cambiante. Estos museos se diferencian del resto en una cosa muy importante: centran sus actividades en el juego autodirigido y en el aprendizaje informal. Desarrollan su actividad sobre la exploración abierta y la interacción práctica, atributo que comparten todos los museos para niños de todo el mundo. Aunque muchos centros de ciencias presentan características comunes, los museos para niños se diferencian porque no fueron creados para explorar un tema en particular o un área de estudio, sino para acompañar el desarrollo intelectual de los pequeños, junto con sus familias, tutores y maestros. Por lo tanto, cualquier tema que sea relevante para un niño en desarrollo es válido para un museo infantil: arte, danza, música, teatro, ciencias, diseño, matemáticas, salud y bienestar, culturas del mundo, desarrollo comunitario y comprensión intercultural, apoyo de los padres, y, por supuesto, una de las áreas más importantes de la programación de estos museos: la preparación para la escuela y el éxito escolar.

Los museos para niños ofrecen un entorno y una experiencia que no encontramos en ningún otro lugar. Aprovechan sus espacios coloridos y estimulantes, acompañados de múltiples contenidos, para atraer la curiosidad natural de los niños. Son museos ricos en lenguaje y contribuyen al aprendizaje de palabras, al pensamiento creativo y a la construcción del cerebro en la etapa más importante de la vida, cuando la mente se desarrolla a un ritmo más rápido. Los museos fomentan la confianza en sí mismos de los peques, las relaciones entre padres e hijos y promueven, además, hábitos mentales importantes: invitan a los niños a cuestionar, preguntarse, imaginar y soñar, todo ello fundamental para el desarrollo cognitivo y socioemocional del niño. Es importante destacar que son un antídoto contra la televisión, el tiempo delante de la pantalla, la inactividad y la recreación pasiva. En el mejor de los casos, los museos para niños son puertas de acceso a la creatividad, una de las capacidades más valoradas en cualquier ámbito, o así debería ser.

Debemos pensar que la creatividad es una cualidad de liderazgo muy importante. «Los líderes creativos, generan innovaciones disruptivas, animan a otros a abandonar enfoques obsoletos y toman riesgos equilibrados». «Las empresas necesitan personas de mente abierta e inventiva en la expansión de sus estilos de gestión y comunicación, particularmente para involucrarse con un nueva generación de empleados, socios y clientes». «Los líderes creativos se sienten cómodos con la ambigüedad y la experimentación. Son radicales en la concepción y posterior ejecución de sus ideas. «La creatividad es todo». (Informe IBM, 2015).

Tradicionalmente, nuestra sociedad distingue entre aquellos que son creativos y los que no lo son. Están los grandes músicos, actores, pintores y escritores, que componen el 1%, el de «los creativos», y luego está ese 99% , el del resto de nosotros, meros mortales cuya única esperanza de expresión creativa es publicar nuestras fotos de vacaciones en Facebook. Sin embargo, la mayoría de nosotros podemos recordar nuestras experiencias creativas más tempranas: jugar con la caja de cartón de un electrodoméstico nuevo, hacer y volar aviones de papel, dibujar, modelar con plastifica, inventar un juego o imaginarnos a nosotros mismos como súper héroes. Podemos recordar cuando creábamos juegos con nuestros amigos en el parque, o en el patio trasero, o cuando en el verano mirábamos al cielo imaginando seres fantásticos por la forma de las nubes blancas. Estas experiencias no solo nos ayudaron a desarrollar habilidades importantes, como la resolución de problemas, la observación y la experimentación, sino que nos pusieron en el camino para interpretar información, desarrollar ideas, colaborar con otros y establecer conexiones entre nosotros y nuestro mundo. Todas estas habilidades son parte de lo que compone la creatividad y todas estas experiencias son parte de lo que entendemos como juego.

Aunque el juego siempre ha sido una parte integral de la niñez, sabemos que actualmente los padres están cada vez más preocupados de que sus hijos no encuentren oportunidades para participar en un juego abierto y libre con otros niños. Muchos pasan más de 30 horas por semana viendo la televisión, y a ello podemos añadir el tiempo que consumen con las aplicaciones y videojuegos de las paletas y móviles. Todo esto supone un inconveniente para que los docentes fomenten la autodirección aprendiendo en el aula. Por otro lado, hoy en día son muchos los niños pequeños que se ven desbordados ​​por actividades extra-escolares supervisadas por adultos.

Por estas razones, los museos para niños pudieran ser una especie de antídoto, ya que contienen las materias primas del descubrimiento y la creatividad: artefactos, objetos, herramientas (tijeras, bloques, pintura, papel, cinta adhesiva, disfraces, etcétera), grandes espacios abierto para juegos divertidos, teatros y áreas al aire libre para la exploración. Muchos de estos museos están desarrollando aulas y espacios para talleres, donde niños y padres se pueden preparar para la escuela, como el Aula de Kínder del Museo de Niños de Boston. Se trata de centros comunitarios imaginativos que proporcionan las herramientas para un juego creativo sin límites, actividades que fomentan la espontaneidad, el pensamiento innovador y la creación de conexiones imaginativas: los atributos imprescindibles para la fuerza trabajadora del siglo XXI.

Formar niños creativos, atentos, imaginativos y comprometidos, alentando a los padres y cuidadores a abrir las puertas a experiencias de aprendizaje ricas e informales, sería más que suficiente para validar la importancia de los museos para niños, pero aún tienen otro papel importante que cumplir, pues suponen un recurso clave para la comunidad: servir de defensor y asociarse con las empresas, la educación y el gobierno creando más oportunidades para aquellas familias con bajos ingresos y necesidades especiales.

Y, si hablamos del futuro, los museos para niños tienen un atributo de marca muy importante que atrae a los milenials – la generación que ahora tiene hijos muy pequeños – y es el hecho de estar motivados por misión y ser más confiables que la mayoría de las organizaciones. Por todo ello, estos museos están muy bien posicionados para abordar los problemas y tendencias presentes en nuestra sociedad:

  • La necesidad de generar nuevas habilidades para competir en un mundo complejo.
  • Los efectos negativos de estar demasiado tiempo delante de la televisión.
  • El deseo de los padres de exponer a sus hijos a experiencias enriquecedoras.
  • Conceder una mayor importancia a la salud física y mental de los niños.
  • Superar las limitaciones persistentes de nuestro sistema de educación formal.
  • La falta de preparación informal de los niños que ingresan en el kindergarten, que acaba siendo un lastre para su rendimiento intelectual.

Pero, como defensores de los museos para niños, sabemos que deben enfrentarse también a enormes desafíos:

  • Mayor competencia por el tiempo y ocio familiar.
  • Necesidad de comprender y responder a la sociedad, comunicar su valor y gestionar nuestras organizaciones de forma más profesional.

Normalmente en estos museos las competencias centrales están bien alineadas con todos esos desafíos, pero se requiere inversión continua y atención, sobre todo para innovación, desarrollo de personal, mercadotecnia, recursos humanos, finanzas y creación de la experiencia del visitante, si quieren tener éxito. Esto habla de la necesidad de que los museos para niños se administren con el mismo rigor que un negocio. Si bien no son entidades con ánimo de lucro, deben apoyarse en una misión educativa y social, gestionando sus actividades en base  a una estrategia, definiendo metas y objetivos claros y generando estándares de rendimiento. Necesitan realizar investigaciones de campo sobre sus visitantes y analizar resultados. Los museos para niños deben, sobre todo, seguir siendo vitales y relevantes para la sociedad, buscando nuevas formas de satisfacer las necesidades de los niños, padres, familias, donantes, líderes cívicos, a nuestras comunidades y a la sociedad en general.

Son museos que dedican mucho tiempo y esfuerzo a pensar en cómo involucrar a los padres en el aprendizaje y desarrollo de sus hijos. Siempre están buscando innovaciones para sus exposiciones y programas, y actualmente tratan de atraer a los niños mayores, a fin de mantener a las familias conectadas más tiempo con el museo. Tratan , asimismo, de ser más ágiles en la creación de nuevas ideas, con una investigación de mercado más profunda y estratégica.

Para finalizar, podemos decir que mantener un museo infantil relevante, fresco y en constante mejora en este siglo XXI puede ser muy complicado y desafiante, pero el resultado siempre será emocionante y muy gratificante. Cuando observamos en estos museos a los niños absortos en el proceso de hacer, cuestionar, observar, descubrir, predecir y describir, somos conscientes de que ese es el camino. Cuando les vemos practicar estas habilidades que les posibilitarán  llegar a ser pensadores creativos, sabemos que finalmente se están convirtiendo en mejores personas, más inteligentes y más creativos, contribuyendo a que, en el futuro, nuestro mundo sea mucho mejor.


Recurso bibliográfico:

Discurso de Carole Charnow en el Boston Childrén’s Museum (2015): The Present and Future of Children’s Museums: Hotspots of Creativity and Self-Directed Learning.

Fotografía principal: 78 Media


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