Las ciudades y las regiones son un terreno privilegiado por sus densas redes de gente, mercados y actividades. “La ciudad como conjunto funciona como una especie de campo creativo (aunque éste sea también completamente abierto al resto del mundo), dentro del cual múltiples trozos de información discurren con especial intensidad entre las diversas unidades de actividad económica y social que el espacio urbano”. La integración de estos nódulos locales está estrechamente relacionado con, y ciertamente impulsado por, su integración en el mundo económico, a modo de lugares de creación, producción, distribución, difusión y consumo cultural. En otras palabras, los entornos urbanos individuales han constituido, cada vez más, sistemas de transacciones internas que están integradas en un sistema más amplio de transacciones globales, y en una red de relaciones que son, al mismo tiempo, complementarias y competitivas.
La globalizada tecnología digital y otras tecnologías electrónicas, han eliminado las formas de trabajo estandarizadas y han alentado una vasta expansión de capital humano, resultado de los activos cognitivos y culturales de la fuerza laboral. Esto ha traído consigo una nueva ola de urbanización, centrada en grandes áreas metropolitanas o ciudades-región, y no sólo en los países del Norte global. Como Scott también destacó, con el aumento de esta red mundial o mosaico de ciudades-región, progresivamente está teniendo lugar una restructuración de viejas jerarquías urbanas en un sistema global más integrado. A medida que esta nueva ola se desarrolla y se amplía, la emergente red de ciudades-región empieza a superar el sistema centro-periferia que ha caracterizado la geografía histórica del mundo hasta ahora. Las ciudades y las ciudades-región de todos los continentes, emergen ahora como importantes motores económicos y culturales, tal y como se refleja en la evolución de Bangkok, Lagos, la Ciudad de México, Bombai y Seúl, entre otras.
Las cadenas de valor de la creación, producción, distribución y consumo que hoy se generan localmente, están desplegando formas diversas, desiguales y motivadas en el contexto. Parte de ello es casualidad (el desarrollo orgánico de “escenas” enraizadas y el éxito fortuito). Sin embargo, una razonable mezcla de condiciones ha hecho posible que a menudo se generen masas cruciales de producción creativa en “la creciente industria artesanal del sur de China, los avanzados complejos de electrónica y software de Pekín y Bangalore, o el clúster de producción de telenovelas en Bogotá, Caracas, la Ciudad de México y São Paulo”.
El surgimiento de ciudades y regiones que se convierten en actores culturales, también es consecuencia de la descentralización de poderes de gobiernos nacionales, que está teniendo lugar en la mayor parte del mundo, así como de la creciente demanda de los ciudadanos de servicios de naturaleza cultural. Al mismo tiempo, se está dando una relación mutua, cada vez más profunda, entre ciudades como centros de negocios, finanzas, servicios profesionales y gobierno, por un lado, y centros de artes, cultura y entretenimiento, por otro.
Una economía creativa local próspera, aumenta el factor “de moda” que contribuye al atractivo de determinados lugares. La cultura se ha convertido no sólo en un ingrediente vital de identidad nacional y branding, sino también en una señal de distinción local y una herramienta de proyección internacional. Este desarrollo es un elemento clave de la creciente afirmación de las ciudades y las ciudades-región como actores autónomos en el marco de la economía globalizada, y también desempeña un papel fundamental en el desarrollo de bienes relacionados. Se ha observado que “la presencia cultural en discrepancias políticas, económicas, técnicas y legales centradas en la realidad de las ciudades, puede convertirse en facilitador para lograr cambios en una serie de ámbitos institucionales: mercados, gobierno participativo, recursos judiciales, culturas de compromiso y deliberación y derechos para miembros de la comunidad urbana, independientemente de su estirpe y origen”.
Entender este campo creativo local como un impulsor de desarrollo, exige una perspectiva analítica distinta a una perspectiva basada en la nación-estado. Factores específicos moldean los desafíos y fomentan capacidades a nivel local. Por tanto, políticas hechas a la medida de la índole presentada en el caso de estudio, son necesarias para desarrollar un entorno posibilitador en cada contexto local. Sin embargo, las políticas a nivel local están invariablemente anidadas en marcos nacionales más amplios, sobre todo en términos del entorno normativo y la legislación. Así pues, muchas áreas políticas fundamentales pueden estar más allá del ámbito de competencia de las autoridades locales. Por tanto, resulta difícil, en general, hacer distinciones nítidas entre lo local y lo nacional. Las políticas surgirán, a menudo, a partir de sinergias entre estos dos niveles de gobierno, así como del modo en que interactúan y cooperan con el sector privado y la sociedad civil.
Escuela de Teatro en La Plata crea nuevas oportunidades profesionales para jóvenes desempleados
En Argentina, las industrias culturales y creativas dan trabajo a unas 300,000 personas y representan el 3.5% del PIB del país. Aunque la demanda del mercado de profesionales cualificados va en aumento, muchos jóvenes con talento tienen dificultades para introducirse en él. La aspirante a escenógrafa, Diana Caraballo, explica: “Es muy raro que los artistas encuentren oportunidades de formación y desarrollo asequibles que sean prácticas”.
Ella tiene la suerte de haber completado recientemente un curso de un año sobre escenografía y vestuario, en una nueva escuela de formación profesional de artes escénicas de La Plata, cerca de Buenos Aires. La escuela fue creada en 2011 por la Fundación Teatro Argentino de La Plata, una organización no gubernamental que tiene como objetivo llevar las artes escénicas a un público más amplio, con el apoyo del Fondo Internacional para la Diversidad Cultural (FIDC) de la UNESCO. La escuela se estableció dentro del Teatro Argentino para desarrollar las habilidades de jóvenes y adultos desempleados, enseñándoles técnicas de producción y teatro a un costo mínimo.
El proyecto implicaba establecer los criterios de selección de los estudiantes, los procedimientos y el diseño de cursos intensivos de un año, así como la ayuda necesaria para satisfacer la demanda de mercado en cuanto a experiencia y habilidades creativas. Los módulos incluían artes audiovisuales, estrategias de comunicación, realización escénica y escritura creativa.
El Instituto Cultural de Buenos Aires se sumó al proyecto para desarrollar cuatro talleres de artes escénicas, impartidos por expertos de reconocido prestigio internacional, sobre todo de la Organización Latinoamericana de Ópera. Los cursos incluían carpintería, escultura y utilería, escenografía y diseño de iluminación, y peluquería y maquillaje. Hasta la fecha, 586 estudiantes han completado el programa desde su apertura. Diana Carballo, una de las estudiantes, agregó que “lo más destacado de la formación fue el pedido que recibí de una empresa de eventos para crear su vestuario”, añadiendo que: “es muy bueno porque también obtenemos ayuda para encontrar empleo en la industria cultural”.
El programa de la escuela para la inclusión laboral, está ayudando a los estudiantes a obtener pasantías, y muchos de ellos ya han encontrado trabajo en instituciones de artes escénicas una vez acabado el curso. Mientras tanto, con la colaboración del programa Microemprendimientos para trabajadores desocupados (MTD) del Ministerio de Trabajo, son aún más los graduados que han montado negocios, como una galería de arte o una editorial. Con el apoyo del sector privado, los estudiantes han realizado exposiciones y participado en ferias de trabajo. La escuela también ha llegado a otros países de América Latina.
Se han establecido vínculos con instituciones similares de la región y estudiantes de Colombia, Chile, el Estado Plurinacional de Bolivia, Brasil, Ecuador, Perú y Uruguay, donde han participado con capacitaciones. También se ha creado una red para vender los trabajos artísticos de los estudiantes, y los beneficios que genera son para los artistas y la escuela.
Fuente: Fondo Internacional para la Diversidad Cultural (2012).
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Foto principal y para redes sociales: New Zealand Opera