No existen fórmulas infalibles que los museógrafos podamos aplicar y así conseguir resultados excelentes, el éxito en la visita al museo por parte del visitante; también debemos decir que si existieran estas fórmulas el del museógrafo sería un trabajo muy, muy aburrido. Las circunstancias y diversidad que dibujan el perfil del visitante en relación con el museo y viceversa, exigen que el equipo de diseño y producción museográfica deba poner en juego todo su potencial imaginativo y creativo, haciendo así de nuestro trabajo algo verdaderamente apasionante y entretenido.
Por esta necesidad de poner a toda potencia el motor de la imaginación, con turbo incluido, el equipo de diseño y producción museográfico, durante este proceso creativo, deberá tomar decisiones que pueden resultar muy arriesgadas, ya que es imposible dar marcha atrás al tiempo que el bólido se encamina directamente hacia la meta. Podríamos elaborar un esquema de todo el proceso, para mostrar en qué punto las acciones de toma de decisiones se complican.
«Unusual Sculptures of People and Skeletons» de Yoshitoshi Kanemaki
Ese esquema de posibles riesgos se hace en realidad siempre, y resulta muy útil para todos los profesionales involucrados en el proceso del proyecto muuseográfico. El equipo de producción, por ejemplo, podrá visualizar las tareas en las que las decisiones complicadas aparecerán ineludiblemente en el esquema. El estudio de este esquema también alertará sobre qué punto el proyecto está comprometido directamente con el futuro nivel de satisfacción del visitante, no se lo vamos a poner difícil. El proceso de cambiar, rectificar cuando estamos a tiempo de hacerlo, sustituir, remodelar, complementar, simplificar, realzar, destacar, acondicionar, etcétera, todas las opciones constituye, en sí mismas, la construcción del espacio museográfico que nosotros queremos que sea excelente para el visitante, sea cual sea su perfil.
Para que la visita al museo sea satisfactoria para el visitante, y además se cumplan sus expectativas , siendo aún mejor de lo que esperaba, mucho mejor, es conveniente, por no decir ultra necesario, reconocer previamente y con detalle todos aquellos elementos que van a influir en la calidad de la visita al museo.
El conocimiento final de estos elementos de influencia para bien o para mal, se van generando paralelamente al proceso de creación del proyecto museográfico de la exposición, y pueden ser agrupados en cinco tareas de toma de decisiones:
- Condiciones generales: por qué y para qué se diseña y produce la exposición; antecedentes, objetivos, recursos.
- Condiciones materiales: cuándo y dónde se va a montar la exposición.
- Estrategias de comunicación: qué y cómo se presenta lo expuesto; contenidos, códigos, soportes.
- Elementos paralelos: cómo se enriquece y difunde la exposición; ofertas internas, ofertas externas al museo, marketing, publicidad y promoción.
- Evaluación global: cómo se registra e interpreta la experiencia del visitante a la exposición.
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Todos estos puntos vienen determinados por las coordenadas de experiencia y expectativas a partir de los objetivos propios del museo, que deben estar reflejadas en el proyecto museológico previo. Dichos puntos deben hacer referencia ineludiblemente a los recursos financieros, y también a las condiciones constructivas y arquitectónicas que son realmente condicionantes, para encajar el diseño y producción del proyecto al hecho puramente físico. Los otros condicionantes ya los conocemos bien: la excelencia del proyecto creativo, el diseño, la producción material y el conocimiento a fondo del visitante.
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