Seguimos hoy también con el repaso a los diferentes recursos materiales de los que un museo dispone para la divulgación conceptual de sus colecciones. Hoy le toca a uno de nuestros enemigos de toda la vida: los paneles expositivos planos. Decimos enemigos por una sencilla razón, ya no hay excusa para seguir usando paneles pegados a las paredes del museo. Si repasamos las diferentes soluciones que tenemos a nuestro alcance a día de hoy para la divulgación de contenidos, podremos comprobar que los paneles expositivos planos aparecen como el último del último recurso recomendable. No hay nada más frustrante en la visita al museo que la visión de docenas de paneles planos abarrotados de texto con letra pequeñita, todos acompañados de dibujos indescifrables.
El Barbero Ciego – The Blind Barber
El panel plano, junto a la vitrina, es el recurso más utilizado en las exposiciones, mal que nos pese. Hay quien asegura que, a pesar de ser muy poco atractivos, si los empleamos de forma adecuada, les damos volumen, por ejemplo, los paneles gráficos pueden aportar importantes beneficios en el proceso de la comunicación visual en el museo. Nos tienen que explicar qué significa: «si se emplea de una forma adecuada». Imaginamos que quieren decir que son paneles que se pueden presentar acompañados de interactivos, donde se plantea un juego de preguntas y respuestas, con presencia de ventanillas y puertas que se abren y cierran, pantallas táctiles y otros recursos TIC. A nosotros nos sigue sobrando el panel.
La posibilidad de manipulación, sobre todo pensando en los niños y niñas, puede justificar en un momento muy concreto el uso de un panel con letras grandes y dibujos o fotografías que no sean jeroglíficos. Si nos aseguran firmemente que es imposible invertir en pantallas que muestran la información en medio audiovisual, pues nos tendremos que callar. En estos casos sólo pedimos que los paneles no se conviertan en una marabunta de hormigas (letras).
Por otro lado, hay que tener en cuenta las condiciones ergonómicas de todo tipo de visitantes, incluidos, por supuesto, aquellos que tienen dificultades de visión y movimiento, para lo cual debemos cuidar al máximo el diseño tipográfico (especialmente el tamaño de la letra), colores, diseño gráfico general y alturas. Estos aspectos en su ejecución no deben suponer finalmente obstáculos para el modo de comunicación visual, ni para la cantidad y forma de la información que proporciona.
Existe la posibilidad de jugar con el planteamiento de paneles y vitrinas híbridos, a través de un soporte de papelería que incluya piezas originales protegidas con vitrinas en la misma estructura. De esta manera, las posibilidades de proporcionar información relevante y contextualizada se multiplica, se mejora el diseño de la exposición y permite una mayor relación entre los componentes de la misma, pudiéndose incorporar también otros recursos como maquetas y/o dioramas.
Mañana tenemos la Agendas Mundi de todos los viernes, pero la semana que viene seguiremos revisando otros recursos materiales para el museo.
Foto principal y para redes sociales: Lynch/Eisinger/Design & KDLab
Recursos: SABATÉ NAVARRO, Miguel y GORT RIERA, Roser. Museo y Comunidad. Un museo para todos. TREA Ediciones, Gijón (2012).
