Museos y Sus Nombres

Museos y Sus Nombres

 

Todos los nombres, incluidas las denominaciones de uso institucional, son muy importantes, no hay excepción. Los nombres de los museos normalmente son muy largos y más pomposos de lo que deberían ser: Es mejor ser «Museo de Ciencias» que «Museo Nacional de Ciencias, Tecnología e Industria»; es mejor ser «MuNaCiTeI» que «Real Museo Nacional de Tecnología, Innovación y Telecomunicaciones»; mucho mejor «Museo Acero» – ya se relacionará con el tiempo el nombre al contenido, no hay problema -. No tiene sentido hablar de «Museo Nacional de Arte Contemporáneo de Inglaterra» si lo podemos llamar «TATE» o «Museo de Arte Moderno de Nueva York» si lo podemos llamar «MoMa», o «Met» en el otro caso.

Sin embargo, sea cual sea la denominación formal del museo, es importante que, una vez que lo hayamos definido, se compruebe su efectividad, igual que un producto que fuera a salir al mercado de forma inminente (naming). Hay que participar en su búsqueda y definición en grupo, con gente muy crítica para la valoración del nombre y donde todos jueguen el rol de abogados del diablo. Se debería hacer incluso, si hay individuos/as ocurrentes formando parte del grupo, chistes y chascarrillos de los nombres propuestos, sin piedad (nosotros siempre servimos un poco de pacharán en los círculos de calidad; se es más ocurrente cuando se está achispado…). Sea como fuere, este ejercicio está dentro de lo considerado como «buena gestión en el museo».

Hay que recordar, esto si que es importante, que el nombre del museo se convertirá en logotipo, que formará a su vez parte de una marca institucional, la identidad visual, el diseño de la Identidad Institucional que reflejará la razón de ser del museo – aquí entra en juego la semiología, pero esa es otra historia que no contaremos hoy -. Ya comentamos en una entrada anterior todo lo relacionado con el diseño de la Marca Institucional del museo.

Por eso, insistimos, en este proceso hay que perder el miedo y pensar muy mucho en el público visitante potencial que el museo recibirá, incluso el foráneo. No tiene sentido bautizar al museo como «Museo Nacional de la Infancia y la Juventud» si le podemos llamar «Museo Caja Mágica» porque, además, el diseño de identidad visual se verá favorecido exponencialmente, así como su potencial nemotécnico. También decir, que lo que ya existe se puede cambiar si no funciona, si lleva años sin funcionar, y éste es un ejemplo demasiado común. Señores y señoras del museo, atrévanse a innovar, a arriesgarse un poquito en lo relacionado con la percepción visual de su identidad para sí  mismos y para una opinión pública cada vez es más exigente. Hay que avanzar también en el campo de la innovación de la comunicación institucional, y mucho. Es muy deprimente visitar un museo con un diseño de identidad abandonado, al que no se le concede la suficiente importancia que tiene todo lo que allí se ve, se oye, se huele, se siente.

Hasta el último y mínimo detalle, todo es importante.

 

 

Foto principal y para redes sociales: Dribbble, Ludovic Riffault


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