No hay día en el que no pensemos que el proceso creativo debería ser una asignatura obligatoria en el jardín de infancia y hasta el último año de estudios universitarios y, si nos apuramos, con máster o postgrado en creatividad obligatorio también. Muchas personas consideran la creatividad como un don humano, como una facultad innata en las personas. Están muy equivocados. La creatividad se aprende, la capacidad creativa de las personas es una herramienta mental que puede desarrollarse con método y ejercicio. Con frecuencia, el concepto de creatividad como capacidad humana se confunde con la imaginación. Tener más o menos imaginación son términos equívocos aplicados a una capacidad personal. Sí, es cierto, que hay individuos que necesitan más que otros que la imaginación forme parte de su mundo personal. Hay personas que necesitan, más que otras, sus viajes a los mundos inventados. La necesidad de viajar a mundos imaginarios, esa necesidad concreta, sí es una facultad personal.
Una persona imaginativa se diferencia de otra que no lo es, en la tendencia a vivir con ausencias del mundo físico. La creatividad como enseñanza nos ayuda a sacar partido de nuestra opción de viajar fuera del mundo físico. Esta opción de creación de mundos y situaciones que van más allá de lo físico es igual para todos. El factor creativo es fundamental en la vida de las personas. La creatividad humana ha producido las obras más bellas del hombre en la tierra, y logros también. El hecho creativo descubrió el fuego como herramienta humana, lo mismo que la rueda, lo mismo que la vacuna que curó la tuberculosis y lo mismo que formuló la teoría de la relatividad especial. La creatividad nunca ha generado maldad, todo lo contrario, siempre nos ha aportado y aportará cosas buenas. Es por eso – y por mucho más – que consideramos la educación dentro del hecho creativo como algo extremadamente importante en el desarrollo de todas las personas.
Uno de los errores que cometemos los humanos es pensar que nuestro crecimiento personal en lo que se refiere al aprendizaje formal, al aprendizaje que podríamos denominar académico, termina en el colegio o en la universidad. Pensamos que una vez cursados nuestros estudios, aquello que lleguemos a aprender será a partir de la experiencia en nuestras vidas. Es cierto que tal y como tenemos montada nuestra sociedad es muy difícil que un adulto acceda al aprendizaje más allá de la experiencia vital. Lo más que tenemos es ir a la academia de idiomas a aprender inglés, que es muy importante. Ahora también vamos a hacer punto o a patchwork. De todas las opciones nos quedamos con aquellas actividades que tiene relación con la creatividad, como es el caso de hacer punto, por ejemplo, que además nos devuelve a la era de la artesanía. Nadie se plantea aprender a ser creativo o a utilizar el pensamiento como herramienta de simplificación para nuestras complicadas vidas.
Sin temor a parecer pesados, si lo somos lo somos, siempre hemos entendido que los museos pueden hacer mucho bien dirigido al aprendizaje adulto. Que un museo de arte programe cursos de pintura será un error si antes no ha programado cursos para la potenciación de la creatividad individual. Las personas seguirán creyendo que al no tener «capacidad creativa» no se pueden dedicar a pintar, porque lo de que «no tengo mano para la pintura» no es más que una excusa para obviar su incapacidad creativa, normalmente. Pero es que la creatividad se puede aplicar a todos los ámbitos de la vida, como ya decíamos antes son muchas las actividades en las cuales la creatividad lo ha sido y aun lo es todo: ciencia, industria, arte, historia, etcétera. Los museos deberían liderar este tipo de enseñanza siempre desde la base del desarrollo creativo como forma de entender la vida. Los museos son los únicos que, siendo nosotros adultos, nos pueden devolver al aprendizaje. La vida puede ser bella pero si nosotros somos capaces de generar belleza, la vida será bella no solo para nosotros, lo podrá ser para todo el mundo.
Eureka!, aunque muy manido, no deja de ser interesante este tema. Yo siempre digo que la «creatividad» (en su literalidad y en su expresión) es un concepto tal vez sobrevalorado por todo lo que arrastra, mucho de ello recogido aquí. Y quisiera separarlo del otro concepto para mí más relevante de la «genialidad», que eso ni se aprende, ni se educa, ni se experiencia, ni se moldea. Se lleva en el gen o no se lleva, y ya está. Y pongo de ejemplo el mérito de Julio Verne, para mí uno de los grandes genios «tapados» de esta Humanidad, por todo lo que fue capaz de crear por sí solo sin viajes, sin aprendizajes y sin metodologías. Pura «inspiración bruta» en estado sobrenatural, sin influencias, sin inspiraciones, sin bases. Y lo comparo con el inmenso Da Vinci por ejemplo, el gran reconocido por todos, y que obviamente reconociendo la aportación del Maestro en toda su obra infinita, sí que cumple para mí a la perfección con los cánones de lo que yo entiendo por «creatividad» como un proceso de crecimiento expresivo de lo cognitivo desde la base experiencial (… por cierto de gran mérito también).
Saludos.
Apreciada Gente de EVE: día a día se superan con vuestras entradas. A pesar de ser lega en el tema, a fuerza de repetición (y paciencia de vuestra parte) algo voy aprendiendo. Destaco especialmente las ilustraciones de cada entrada y en especial ésta, con material de vuestro archivo. Saludos.