Valor del Patrimonio Cultural

Valor del Patrimonio Cultural


 

Primero recordaremos que el concepto de patrimonio cultural va asociado, casi siempre, al de valor histórico y estético de las cosas. Este valor histórico-cultural, entrando más en detalle, podemos dividirlo a su vez en tres grandes conceptos generales: Valor de uso, valor formal y valor simbólico. El Consejo Internacional de Monumentos y Sitios Histórico-Artísticos (ICOMOS), con referencia al sentido que tiene la conservación del patrimonio, dice: «la búsqueda del mensaje de bienes culturales exige evidenciar los valores éticos, las formas sociales de comportamiento, las creencias y los mitos, de los que los elementos del patrimonio físico serán los signos, la expresión, en el espacio y en el tiempo (…) El concepto o la representación social de un bien cultural revisten una importancia mayor que el objeto en sí mismo: la dimensión inmaterial prevalece». Hoy nos detendremos a reflexionar sobre el patrimonio cultural-industrial, que, creemos, es el que se encuentra actualmente en mayor peligro de total extinción. De ahí el tono un tanto agrio que nos ha salido en la redacción de este artículo.

 

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La dimensión inmaterial, el valor no tangible de las cosas en un entorno social carente de sensibilidad, de curiosidad por conocer, de estímulos para utilizar la imaginación viajando a otras épocas, carecerá de valor, por lo que estará condenado a la destrucción si no hay quien defienda (y tenga influencia sobre el poder administrativo) el valor de una idea

Si apelamos a la acepción del patrimonio como valor de uso, que «sirva para algo», que satisfaga una necesidad material, nos encontraremos con máximos responsables (administración pública, propietarios…) que normalmente carecen de sensibilidad cultural, y nosotros, entonces, lucharemos para intentar salvarlo de la destrucción. Con los dos valores del patrimonio restantes, el formal y el simbólico, nos adentramos en terrenos muy delicados, en un barrizal. El valor formal del patrimonio se refiere al aprecio que pudiera llegar a tener el público hacia él, bien porque despierta emociones, bien por el placer que proporciona su estética (forma), o por otras cualidades un poco más metafísicas, como son las cualidades sensibles y emocionales (complejas). ¿Podemos explicar a la administración qué cualidad sensible tiene determinado elemento patrimonial para que no sea destruido? Nosotros, por experiencia tenemos la respuesta. Es casi imposible, no es un contexto amable, en absoluto, para hablar sobre sensibilidad, con sensibilidad, y con propietarios que no lo son; los encontraremos obcecados con la especulación inmobiliaria y medrando con los fondos buitre.

 

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Aquí, en España, si el patrimonio es capaz de convivir con bloques de viviendas o transformarse en las propias viviendas, entonces lo hemos salvado aunque no podremos visitarlo salvo que nos compremos un apartamento allí o tengamos un amigo propietario

Los objetos del pasado, representan el medio de comunicación entre las personas que los produjeron o utilizaron y sus actuales receptores, emitiendo mensajes históricos de un enorme valor social. Ese es el valor que denominamos valor simbólico. El problema es que este valor está directamente vinculado al bagaje cultural de la persona que lo percibe, y a la distancia que mantiene el patrimonio entre lo material (el edificio, por ejemplo) y lo que ha significado para la sociedad. Dicho «valor», presenta un problema añadido, el de poder ser utilizado ideológicamente por la administración de turno, y llegar así a trascender a la sociedad como un valor manipulado, o nulo. Sea como sea, desgraciadamente, siempre hablamos más del peligro que el patrimonio cultural tiene de desaparecer, que de su puesta en valor para beneficio de la sociedad.

 

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La puesta en valor del patrimonio requiere ideas, creatividad, ilusión, trabajo, compromiso con el pasado histórico y libre de cargas ideológicas. La dificultad se manifiesta a la hora de sensibilizar a la administración y propietarios de la importancia de su supervivencia como un legado de futuro para la sociedad. La inversión pública (y participada por los gigantes contratistas y financieras privadas «Show me the money») se impone a todo.

Se han dado casos exitosos que demuestran que esta puesta en valor no es una quimera. Conocemos lo que se hizo en la cuenca minera del Ruhr ,en Alemania, con éxito; lo que ha conseguido hacer el English Heritage en Inglaterra; lo que se ha promovido desde la Unesco en Noruega y otros muchos proyectos, concluidos también con enorme éxito, en Francia y algunos países del resto del mundo. Incluso en España, existen ejemplos claros de lo que se puede llegar a hacer y lo mucho que se debe seguir haciendo, pero son aún muy pocos. Desgraciadamente, en este país la tentación especulativa es demasiado grande, generalmente no hay lugar para generar ideas que se conviertan en realidad. Esto es extensivo a muchos países de Latinoamérica y oriente, no vamos a citar cuáles porque son casi todos. En todos ellos son comunes los ideólogos, no tanto los idealistas con sentido común.

 

Meyer Scherer & Rockcastle- Urban Outfitters Headquarters

Son muchos los casos de éxito que pueden servir como referencia de lo que se puede hacer posible, la transformación en cultura y conocimiento de un lugar abandonado, un legado insustituible para la sociedad. Se ha tirado el dinero público en otras cosas que no mantienen, en absoluto, su valor para la sociedad.

Para terminar, transcribimos aquí parte de una noticia que leíamos no hace mucho y que muestra su versión sobre lo que está ocurriendo: «El patrimonio industrial es esa valiosa e incómoda herencia que a menudo ni administraciones ni particulares desearían haber recibido. Sobre todo el más reciente: fábricas desprotegidas y contempladas por la ciudadanía como una mancha anacrónica en el paisaje moderno. Sucede ahora con el conjunto racionalista de Clesa en Madrid, por ejemplo, obra de Alejandro de la Sota, considerada por los expertos como una joya del patrimonio, que aguarda estos días la licencia de demolición. O Averly, una magnífica villa factoría en Zaragoza de 1855 —la única fundición de España que hasta hace poco más de un año todavía funcionaba—, que se ha vendido a una constructora para derribarla y construir viviendas. Algo parecido a lo que les sucede a la fábrica de Bombas Gens (cuya nave principal arrasó un incendio) o a La Ceramo, ambas en Valencia, sumidas en un deterioro sin remedio. Todas son joyas del patrimonio industrial. Pero el precio del solar que ocupan impide apreciar el valor de lo que cuentan» (El País).

Fotografías 2 y 3 son propiedad del «El País»


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10 comentarios en «Valor del Patrimonio Cultural»

  1. Hola. Muy interesante esta concepción del patrimonio cultural aplicado al ámbito industrial, como interesante sería abrir un debate sobre la conveniencia o no de dar salida a elementos que configuran el binomio cultura-industria de un país, cuando dicho binomio deja de funcionar como tal Seguro que ideas no faltan, lo que se necesitan son ganas de llevar a cabo proyectos. En el comentario a pie de página, la entrada de «vascofe» con el enlace a «bibliotecadealejandriaargentina», ha hecho que me vengan a la cabeza el nombre de unas cuantas Bibliotecas históricas y preciosas ( de universidades, de palacios, de iglesias…).Y puesto que estamos (o estáis) hablando de patrimonio cultural, me gustaría preguntaros si las Bibliotecas» Importantes» se incluyen dentro de lo que denominamos «Museo». Igual un día de éstos, en alguna de vuestras excelentes entradas, encontráis hueco para hablarnos de ellas. Será, como siempre, un placer leeros. Un abrazo. Alejandra.

    1. Hola Alejandra, gracias por tu comentario. Nosotros en estos casos, aplicamos la teoría. Vamos allá. Definición de museo según el ICOM: “Un museo es una institución permanente, sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y abierta al público, que adquiere, conserva, estudia, expone y difunde el patrimonio material e inmaterial de la humanidad con fines de estudio, educación y recreo.” Esta definición está aceptada como institucional y reconocida por todos los museos del mundo. Creemos que sí. Un saludo.

      1. Hola mis estimados, cuando leo la definición de ICOM no dejo de preguntarme si el hecho de que no mencione, explícitamente, el «registro y catalogación» como parte del ser Museo, contribuye a que sea el pie del que cojea buena parte de los museos. Tema de reflexión. Un cordial saludo.

  2. Hola. Muy interesante el artículo. Quisiera preguntar: ¿Cuál es la fuente de este enunciado?: «El concepto o la representación social de un bien cultural revisten una importancia mayor que el objeto en sí mismo: la dimensión inmaterial prevalece»

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