Un museo contemporáneo no representa solo un continente para preservar sus contenidos, sino que además es fruto de los proyectos arquitectónicos que han ido evolucionando a lo largo de los siglos, unido a los correspondientes cambios en los estilos artísticos. El museo tiene la tarea de guardar y mostrar sus colecciones, sobre eso no tenemos duda alguna, pero necesitamos analizar su arquitectura a fondo para definir con claridad su propósito y cometido funcional.
El diseño y la ideología del museo se vieron influenciados a partir de la idea del Gesamtkunstwerk, un término utilizado por Richard Wagner, que apareció en la época del Romanticismo tardío. Con este término se pretende definir el concepto de una obra de arte total, ideal y universal. Hablamos de una síntesis de las artes, una obra de arte integral, que lo abarca todo; hablamos, incluso, del arte del futuro. Por aquel entonces, la arquitectura del museo era percibida como una corriente de creación que generaba interacción entre el arte, el interior y la arquitectura exterior de los edificios de los museos.
Los museos pioneros de los tipos clásicos estaban ubicados en galerías que recordaban palacios o templos. Eran museos normalmente conocidos por su construcción y el plan de simetría. Una plaza y la iluminación natural se convirtieron en componentes cruciales y típicos. Los arquitectos se enfrentaron al desafío de diseñar el edificio de forma que las principales salas de exposición se impregnaran de una iluminación natural. Entre otros muchos, el Altes Museum en Berlín, Alte Pinakothek en Munich y la Dulwich Picture Gallery en Londres fueron considerados soluciones prácticas en la arquitectura clásica de museos, y se pre-diseñaron para servir como museos, especialmente, el Museo Altes, que se convirtió en un ejemplo del edificio de museo a pesar de su clasicismo y naturaleza monumental.
Un nuevo enfoque para exhibir las colecciones se produce a mediados del siglo XIX. En aquellos años aparece un interés científico por las colecciones que requiere un conocimiento adecuado y una formación especial. Los museos se convierten entonces en instituciones importantes que prestan gran atención a la ciencia, a la investigación y a la conciencia pública. Pero es a partir de finales del siglo XIX cuando aparecen nuevas filosofías arquitectónicas museísticas. La formación del aspecto del edificio se enfatiza en el diseño de los edificios de museos por encima de cualquier otra apreciación funcional.
En la primera mitad del siglo XX, algunos arquitectos no abandonan las formas que se pueden observar comúnmente en la arquitectura clásica del museo. El Museo de Arte Moderno de París, que apareció en 1937, nos sirve de ejemplo; sin embargo, se produce un cambio obvio en la planificación de los proyectos arquitectónicos.
El aumento en la cantidad de elementos en las exposiciones da lugar a la expansión del espacio de exposición interior. El plan del museo incluye nuevas salas para añadir una biblioteca, un auditorio y salas para las exposiciones temporales; asimismo se amplía el área administrativa. Los diseños de los museos ofrecidos por Le Corbusier marcaron una etapa importante en la creación de la nueva arquitectura del museo. Le Corbusier consideraba que la arquitectura ideal del museo debía crecer junto con las colecciones. El museo ya no es un palacio o un templo en su investigación, sino que la colección comienza a ser el centro del todo. Los contenidos, como en el caso del arte, no se quedan quietos, se desarrollan generando nuevas tendencias y estilos, mientras que la arquitectura del museo debe estar en línea con su época. El mismo Frank Lloyd Wright ofreció otra nueva solución para el edificio del museo, en forma de espiral, como podemos ver en el Museo Solomon R. Guggenheim de Nueva York. Sin embargo, esta estructura en espiral era encarnada en el espacio en oposición a la idea de Le Corbusier del museo cambiante. Se trata de una estructura que permite explorar toda el área de exposición, estableciendo un movimiento circulatorio para sus visitantes.
Con el paso de los años, la arquitectura del museo ha ido cambiando debido a la influencia de las nuevas tecnologías. Actualmente, prestamos una gran atención a la iluminación. Los espacios grandes requieren una iluminación adecuada, teniendo siempre en cuenta que la luz natural no es compatible con la conservación de algunos objetos delicados y ciertas obras de arte. Los principios expositivos cambian junto con la propia arquitectura del museo. Si un enfoque de sala o galería para exponer obras de arte era ampliamente aplicable a los museos clásicos – cuando los objetos y artefactos se almacenaban uno encima del otro, desde el suelo hasta el techo -, la exposición de arte experimentó cambios cruciales durante el siglo XX. El arte adquirió nuevas formas de expresión, facilitando la exhibición de solo algunas obras para llamar la atención del público. Este tipo de presentación era conocido como «el cubo blanco», y permitía a los visitantes centrar su atención en cada obra individual. Podría considerarse como la única arquitectura moderna que permite preservar las obras de arte modernas sin causar ningún conflicto entre los estilos artísticos.
A finales del s.XX, la percepción del museo cambia – a partir de la revolución del mismo -, de templo a lugar amable. La arquitectura del museo se esfuerza por convertir el edificio en una obra de arte en si misma, siempre y cuando facilite el espacio justo para almacenar y exhibir las colecciones. Especialmente en lo referente a los museos de arte moderno, se advierte que su entorno está impregnado de arte. Sin embargo, los espacios expositivos deben ser percibidos claramente, intentando evitar la sensación de superioridad de la arquitectura sobre los elementos expuestos, algo que desgraciadamente se produce con frecuencia en muchos de los nuevos edificios de los museos. El museo contemporáneo necesitará equilibrio entre el espacio expositivo y el arquitectónico. Por lo tanto, el arte aparentemente comienza ya desde el propio diseño del edificio, cuando el arquitecto se considera a si mismo un artista cuya obra es el diseño de su museo.
Con el paso del tiempo, los conceptos arquitectónicos del museo evolucionan a medida que se combinan diversos fenómenos, como la representatividad común del edificio, su integración en el entorno urbano y el logro de una serie de objetivos funcionales: la sostenibilidad, la accesibilidad, la preservación, el almacenamiento y la exposición de colecciones. Actualmente, la dificultad a la que nos enfrentamos los profesionales de los museos es encontrar el equilibro entre estética y funcionalidad, esquivando con tacto la omnipresente autoridad del arquitecto cuando quiere imponerse – a fin de que podamos cumplir con esos objetivos -, especialmente en los museos de arte moderno, donde la sustancia, a menudo, contradice la forma. Un cambio en la percepción de las funciones de la arquitectura del museo se observa en la etapa actual de desarrollo, cuando en el equipo de trabajo ya colaboran museólogos y museógrafos, evitando que el proyecto arquitectónico de paso a una obra de arte individual del arquitecto, en lugar de facilitar un edificio racional que almacena y expone colecciones.
La arquitectura contemporánea del museo ha experimentado cambios significativos desde el desarrollo de su tipo clásico. Las recientes conexiones entre el espacio arquitectónico y la nueva museografía provocan variaciones en la arquitectura del museo, así como en el propio museo como institución cultural. Una relación mutua entre arquitectura, arte, funcionalidad y estilo se observa actualmente en algunos proyectos arquitectónicos, además de las correspondientes especificaciones funcionales, estructurales y técnicas, si es que ha existido la intervención de los museólogos y museógrafos en el proyecto. La arquitectura del museo nunca debe establecerse como una obra de arte individual. Su exterior puede adquirir nuevas formas, siempre que los espacios expositivos tiendan a ser suficientemente grandes como para otorgar la correspondiente importancia a los visitantes en relación con los contenidos expuestos.
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