Vivimos en un mundo globalizado, y los profesionales de los museos comenzaron a darse cuenta de que todos nosotros vemos, aprendemos y disfrutamos de los museos de muy diversas maneras. Un objetivo fundamental es encontrar herramientas capaces de conectar con esas visiones tan diferentes. En la actualidad, muchos museos europeos cuentan con un departamento educativo, una estrategia de comunicación e incluso, un equipo digital y una estrategia para el ámbito digital.
Las acciones de mediación más recientes están relacionadas con el uso y aplicación de la tecnología digital debido al boom que ha tenido. Con el uso de la tecnología digital dentro del museo, estas instituciones buscan brindar a su público experiencias más eficientes, interesantes, dinámicas, activas y autónomas, con el fin de involucrar, hacer crecer y diversificar su audiencia. Las nuevas generaciones ya han nacido en un mundo digital y para ellas la presencia de la tecnología digital, en casi todos los escenarios de la vida, es algo natural, e incluso necesaria. Las generaciones más jóvenes están acostumbradas a la información ágil y sencilla: ellos son la audiencia más exigente. Una pantalla táctil estática con información sin más sobre determinadas colecciones, quizás acompañada de un par de imágenes, no resulta muy inspiradora para las personas que pertenecen a las generaciones millennial y Z, para quienes la tecnología se ha convertido en el centro mismo de su vida diaria (Hillier, 2018).
Los proyectos tecnológicos aplicados a los museos deben tener como objetivo la puesta en valor de la experiencia in situ disminuyendo la brecha entre el museo y el visitante. Para hacerlo correctamente, el museo debe comprender en profundidad las posibilidades que ofrece la tecnología digital. La tecnología digital como mediación en los museos europeos ya está sucediendo, creciendo y encontrando sus caminos, y será parte del futuro de estos museos para siempre. La tecnología debe valorarse y entenderse como un motor de cambio, una evolución hacia el futuro y hacia las nuevas audiencias. Sin embargo, exige asumir riesgos, invertir tiempo y esfuerzo para experimentar, ser emprendedor y permitir que el visitante participe y co-cree. Para ello, se están desarrollando nuevas políticas, estrategias, visiones y misiones en los museos. De cara al futuro, se espera un modelo de transformación que convierta la cultura, las personas y lo digital en inseparables. Si bien estos proyectos innovadores pueden generar varias posibilidades nuevas a los museos y sus visitantes, es necesario hacer una reflexión crítica al respecto. Las ventajas pueden ser numerosas, pero también es importante ver más allá, tener visión de futuro.
En cualquier caso, la adaptación de la tecnología digital nunca podrá ser tan extendida que comprometa o coarte al museo o las colecciones. En los casos en que esto no sea posible, ¿vale la pena seguir este camino? Es necesario pensar con mucha prudencia y no seguir ciegamente las tendencias. El objetivo es combatir el desinterés y la posible falta de visitantes en el futuro, llegando a más personas y especialmente a las generaciones más jóvenes. Sin embargo, ¿hasta qué punto esto es lo mejor para los museos? Hoy en día los recorridos virtuales son cada vez más perfectos. Esta alternativa es la más cómoda y accesible para todos en cualquier parte del mundo con conexión a Internet (también debemos reflexionar sobre la «brecha digital»). Para los museos, la reducción de costos sería enorme al eliminar la logística de funcionamiento diario. Desde reducción de personal hasta menores gastos en áreas como es el agua y energía. Incluso para las colecciones, esta opción podría ser ventajosa, debido a los efectos secundarios conservadores de la exposición constante.
Además, sin visitas físicas, las colecciones siempre deben estar en entornos muy controlados. Los museos públicos tienen una responsabilidad fundamental en la preservación a los contenidos y su impacto en la sociedad, algo que puede resultar problemático. Los museos tienen que hacer frente a su obligación de conservar los objetos de la mejor manera posible frente a su obligación de educar a todos. Sin embargo, no hay nada como el contacto real con esos objetos. Más que eso, los museos no son solo lugares donde es posible contemplar bienes valiosos. Los museos son centros de aprendizaje, de intercambio de conocimientos e ideas, los museos son puntos de encuentro. Y eso no puede ser reemplazado por una visita virtual. Por otro lado, ¿hasta dónde es ventajoso atraer cada vez más gente al museo? Visitar un museo abarrotado – en situación post pandémica – nunca es una buena experiencia, por muy buena que sea la mediación. Estar en un museo donde todos apuntan con un dispositivo a los objetos puede no ser el escenario ideal (caso evidente del Louvre y la Mina Lisa). Por eso, una cosa muy importante que debe discutirse son las verdaderas motivaciones detrás de estas iniciativas.
Lo ideal es que las motivaciones a la hora de aplicar la innovación sean honestas y transparentes, en nombre del conocimiento y la cultura, y de quienes quieran disfrutarlo. Sin embargo, pueden existir diferentes motivaciones. Hoy en día, el turismo es uno de los mayores motores económicos del mundo, incluido el turismo cultural. Este tipo de turismo incluye directamente a los museos. Por lo tanto, cuanto más atractivos sean estos lugares, mejor será su contribución a la economía turística. Estas motivaciones, muy relacionadas con los intereses económicos y dirigidas a las masas, probablemente no sean el camino más ético a seguir por los museos. Otras cuestiones, como la personalización de la visita y la posibilidad de que el visitante construya su propia experiencia dentro del museo, pueden ser muy discutibles. Esta opción entra en conflicto con el trabajo del museólogo/a de construir una lógica, un recorrido y un significado a través de la exposición. Entonces, ¿hasta dónde se «ignoraría» si cabe el proceso creativo del profesional de los museos?
Más allá de esto, es importante reflexionar sobre cómo una persona que no sabe nada o muy poco sobre ese museo y sus colecciones tiene la capacidad de definir lo que quiere ver y en qué orden. Más que eso, incluso para los visitantes que ya tienen conocimientos sobre ese tema, la probabilidad de que vean e interpreten las exposiciones de acuerdo a lo que ya conocen es muy alta. Los museos tienen interés en iniciar nuevos debates entre sus visitantes aportando nuevas perspectivas. También hay que pensar si este modelo tan ligado a lo digital es reversible. Como mencionamos con frecuencia, los museos y las sociedades nunca se estancan y no se garantiza que en unas décadas estas opciones sigan siendo válidas. Una vez más, la tecnología debe ser un elemento de apoyo y no una estructura básica que pueda comprometer el futuro de estas instituciones.
Para terminar, el factor digital es innegablemente importante para el trabajo del museo. Incluso para algunos museos que quieren seguir siendo más tradicionales, puede que no sea la mejor opción en este momento. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer. Actualmente se están debatiendo muchas cuestiones importantes e interesantes que alterarán el futuro de los museos, que los hará cambiar de era. Por ahora, esperamos que continúe el debate para encontrar las mejores opciones para el futuro de los museos y también para todos nosotros como visitantes que somos.
Consultas: gestion@evemuseos.com
Recursos:
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Como férreo defensor de la idea del público como elemento esencial en nuestra labor museológica y museográfica, y voy más allá, el sujeto como visitante es defendido por mi como el protagonista y centro de la Cultura en general, debo decir que hay menciones e ideas de este artículo que no me parecen totalmente acertadas. Y me explico, el uso de la tecnómogía, en los tiempos que corren, es esencial pero siempre diré que es una herramienta más, es como el que dice que un robot de cocina es la panacea de la misma, valga el símil por la pasión que le profeso. Bien, particendo de estas premisas sigo con mi exposición indicando que no estoy nada de acuerdo en el uso de la tecnología y, en este caso, las visitas virtuales como responsable de la preservación de las colecciones, para mi éstas adquieren sentido al ser visitadas, bien como exposición permanente o temporal, con una temática concreta o como recorrido por cronológico por «nuestra Historia». Con esto quiero decir que si la tecnología sirve para reducir los aforos y permitir una racionalizción de las visitas a los grandes museos para mi es una herramienta que, como consecuencia, reducirá el estrés de las colecciones pero desde aquí pido que no nos inclinemos por la posibilidad de sustituir una vistia y una visualización del objeto en directo por una visita virtual, para mi sería una auténtica aberración. Es verdad que las tecnologías nos van a permitir ver la obra de arte desde puntos de vista inimaginables e incluso ver detalles que sería imposible ver presencialmente pero la visita al museo es una experiencia global y en ella influyen factores que van mucho más allá de ver una obra u objeto importante, la preparación de la misma y su desarrollo así como el compartir la experiencia a posteriori son insustituibles; ahora tamibén tengo que decir que la tecnología puede hacer que esa experiencia mejore exponencialmente y por ello estoy muy de acuerdo tanto en la mediación en el museo como en el uso de lo vitural para apoyar esa mediación.
Saludos.
Muchísimas gracias por tu opinión Sebastián. Estamos de acuerdo, llegar a un punto de equilibrio es complicado, sobre todo pensando en la diversidad de públicos com o menciona el artículo. Tu aportación es de gran valor. Te enviamos un cordial saludo.