Como lugares públicos que son, los museos y otras instituciones culturales pueden desempeñar un papel fundamental para sus comunidades, participando en todos los aspectos de la vida cotidiana, tanto en el plano digital como en el físico. Esto les permite dar forma a nuestro futuro y abordar problemas reales de la sociedad, desde la atención médica y el bienestar hasta el empleo y la seguridad.
Todos conocemos las estadísticas más relevantes de las principales ciudades del mundo: actualmente, más de la mitad de la población mundial vive en ciudades – En Europa, aproximadamente las tres cuartas partes -. La vida urbana ya no es la excepción, y el medio rural se queda vacío. Las ciudades, y especialmente las grandes capitales, se han convertido de alguna manera en lugares mágicos. Geoffrey West, quien ha hecho estudios al respecto, muestra cómo las ciudades tienen y ofrecen desproporcionadamente de todo:
«Lo mejor de las ciudades, y lo sorprendente, es que a medida que crecen, por así decirlo, su dimensionalidad aumenta. Es decir, el espacio de oportunidades, el espacio de funciones, el espacio para el trabajo aumenta continuamente».
Las ciudades tienen cantidades a manos llenas de todo: potencial riqueza, oportunidades laborales, ideas, tráfico, delincuencia… La gente incluso camina más rápido en ellas. Y, por supuesto, las ciudades tienen más infraestructura cultural, más museos. Amsterdam, la ciudad del Rijksmuseum y de Rembrandt, cuenta con más de 100 importantes museos, además de los pequeños del vecindario. Londres tiene al menos 300. Moscú, en un primer recuento un poco a vuela pluma, 562. En Washington DC, si uno lo deseara podría visitar un museo diferente de su ciudad todos los días del año. Es alucinante que ésto pueda ser posible.
Para los frikis de los museos, la vida en la ciudad resulta estimulante, pero no solo para ellos. Según la Comisión Europea, «la calidad de vida urbana en la UE se considera crucial para atraer y retener una mano de obra calificada, empresas, estudiantes y turistas».
Las ciudades están a la vanguardia de muchos desarrollos, incluidos los que desafían su futuro. Solo hay que recordar que París, donde dos terribles ataques terroristas perturbaron la ciudad y el mundo en general, logró ese mismo año terrible llegar a un acuerdo climático histórico.
Las instituciones culturales en general, y los museos en particular, juegan un papel muy importante para el futuro de las ciudades. Son parte de la infraestructura clave para mantener nuestras urbes, donde muchos de nosotros vivimos hoy seguros y con una buena calidad de vida.
Los museos son la respuesta a muchas preguntas formuladas en comités municipales y grupos de trabajo. Son la solución a muchos de los desafíos a los que nuestra sociedad se enfrenta y se enfrentará en el futuro. Los museos desempeñan un papel fundamental en la construcción comunitaria, la sostenibilidad, el empleo. Museos, en palabras de Gail Dexter Lord y Ngaire Blankenberg en su libro Museos, ciudades y poder blando, son:
«[Los museos] son una de las principales estrategias de adaptación de nuestra sociedad para gestionar los cambios».
Sin embargo, cuando los museos se convierten en actores de los cambios sociales, a menudo descubren que tienen que asumir nuevos roles y responsabilidades, esperando desempeñar un papel activo en el futuro de las ciudades en las que están emplazados y las comunidades de las que forman parte.
Un muy buen ejemplo de la relación positiva entre museos y ciudades es el archimencionado Guggenheim de Bilbao. El efecto Guggenheim-Bilbao parte de la fórmula de que si invitas a un arquitecto estrella de renombre mundial y les dejas diseñar un edificio emblemático, los ingresos adicionales de los impuestos y el turismo compensarán con creces la inversión. Por otro lado, una ciudad prácticamente desconocida que supera la depresión y mira el futuro con optimismo es siempre brillante:
«Los gastos de los visitantes en Bilbao en los primeros tres años después de la apertura del museo fueron de más de 100 millones de euros (110 millones de dólares) en impuestos para el gobierno regional, lo suficiente como para recuperar los costos de construcción y dejar algo en la caja».
En los años posteriores, las ciudades de todo el mundo han estado luchando para copiar el efecto Guggenheim-Bilbao, con niveles de éxito variado. No todas se convierten en un centro cultural con un edificio de Gehry. No todas las comunidades se enriquecen con un símbolo emblemático internacional. El mundo de la arquitectura ha cambiado mucho desde 1997. En la edición de enero-febrero de 2016 de Intelligent Life se puede leer:
“Se están planteando preocupaciones sobre la imposición de edificios que ignoran los contextos urbanos en los que están construidos, no hacen concesiones a escala humana y solo sirven como marca tridimensional para sus creadores. [Esta reacción es] similar al análogo de retorno que se puede observar en toda la cultura contemporánea, en el entusiasmo por los discos de vinilo y las artesanías, por ejemplo. En un mundo cada vez más virtual, existe un anhelo de contacto humano y un espíritu de resistencia a las fuerzas invisibles en las que nos encontramos enredados».
El efecto Guggenheim-Bilbao es una intervención burocrática centralizada, de arriba hacia abajo, que funciona para todos en el siglo XXI – si es que funcionó a cualquier escala -. Es un efecto muy parecido al de los disquetes y el módem de acceso telefónico: excelente para los años 90 pero un poco anticuado en la segunda década del siglo XXI.
Hay algunos problemas perversos que los museos pueden ayudar a resolver. Por ejemplo, en el terreno de la asistencia sanitaria y del bienestar. Una solución especialmente alentadora es Rhapsody en el Westminster and Chelsea Hospital. Básicamente, se trata de una guía de audio que alienta a los pacientes a contemplar el arte, algo que les ayuda a a sentirse mejor, alivia su aburrimiento y les proporciona un impulso psicológico. En otros lugares, el proyecto Graffiti Grannies de Veera Jalava conecta a las personas mayores con el arte callejero. Su equipo de K65 combate los prejuicios que pudieran tener, desarrollando su capacidad para comprender el entorno urbano y ofreciéndoles opciones alternativas que les permitan participar en la sociedad. Los museos contribuyen a la innovación y permiten generar oportunidades de empleo. El Museo Mix en Niza, trabaja con creativos locales en el desarrollo de productos reales durante los fines de semana. MuseoMix es una especie de bootcamp de inicio con conciencia social que ha generado productos viables en el pasado. Los museos también juegan un papel importante en temas tan difíciles como la inclusión social. El debate internacional sobre museos #museumsrespondtoferguson no solo exploró cómo éstos podrían ser más inclusivos y representar mejor las diferentes voces en nuestras comunidades, sino que destacó, además, los museos que contribuyen positivamente a esa inclusión en todo el mundo. Existen otros muchos ejemplos de museos que resuelven problemas preocupantes en torno a asuntos como la educación, la sostenibilidad, el desarrollo comunitario, la salud mental …
Hay elementos comunes en todos los ejemplos anteriores. Los proyectos son predominantemente de abajo hacia arriba, iniciados por comunidades creativas dentro o fuera de los museos; se distribuyen y colaboran. Provienen de un tipo diferente de liderazgo; no es el liderazgo jerárquico de un director, sino el de la responsabilidad individual de los profesionales (del museo). Los proyectos son una parte integrada de la sociedad, y no un complemento, y la mayoría de ellos, como consecuencia tanto de las características como del diseño, resultan sólidos.
El museo que ejecuta este tipo de proyectos es lo que podríamos denominar un «museo social». Un museo social es un espacio donde todas las partes interesadas trabajan juntas, con una misma visión, para crear valor y lograr su misión. Este valor, casi siempre, es el valor social. La misión tiene que ver con el impacto social y la innovación. El museo social recibe también otros nombres: el museo basado en el diseño, el museo distribuido, el museo participativo, el museo creativo, incluso el museo post-digital. Todos estos calificativos son propios de un museo del futuro. Como tal, no existe un único tipo de museo social, ni tienen una plantilla fija. En Ámsterdam, muchos de los museos de vecindarios, administrados por voluntarios, son museos sociales, muy en contacto con los problemas de las comunidades específicas con las que trabajan. Asimismo, el gigante cultural de Amsterdam, el Rijksmuseum, presenta muchas características de museo social. Todos ellos son abiertos, inclusivos, colaborativos, accesibles y, a menudo, divertidos (¡y amigables con los niños!).
El ejemplo más convincente, hoy por hoy, de un museo social, es la historia del Molino de Seda de Derby. No solo contribuye directamente a la innovación social y al impacto en la comunidad de Derby, sino que organiza su proceso de transformación según los principios del diseño social.
Es una suma simple. Las ciudades que están a la vanguardia de los desarrollos sociales, tienen mayor necesidad de innovación social. Además, en términos generales, poseen la mejor infraestructura cultural para abordar los problemas sociales en cuestión. Al eliminar el gobierno su participación (financiera) en museos y otras instituciones, aquellos museos que buscan mantenerse relevantes deben intensificar su papel en la innovación social en las ciudades (ámbito local) de las que forman parte.
Los museos y otras instituciones culturales se hallan en una posición única para permitir todos estos procesos. Nuestras colecciones, espacios e historias son activos existentes increíblemente poderosos. Tenemos experiencia en combinarlos de formas nuevas y creativas. Casi todos los profesionales culturales son socialmente conscientes y se preocupan por alcanzar objetivos socialmente reconocidos, o al menos en cierta medida. Si lo intentamos, seremos capaces de reunir a las personas adecuadas. Los museos pueden ayudar a proporcionar respuestas concretas y prácticas a problemas complejos, no nos cabe la menor duda.
Recurso bibliográfico:
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