Los museos evolucionan constantemente para satisfacer las necesidades que la sociedad les demanda. Desde la época de los gabinetes de curiosidades, hasta las instalaciones educativas de las clases medias y las formas innovadoras de conectarse con los grupos marginados, los museos han desempeñado y desempeñan diferentes roles. Pero, en la actualidad, las actuaciones de algunos de ellos resultan problemáticas. En ciertos casos, una permanente mirada hacia atrás -el involucionismo relacionado con el miedo a la innovación-, entra a veces en conflicto con el futuro, con la construcción de relaciones y con los temas complejos que deben gestionar los museos. Sumémosle las posiciones cambiantes de éstos en el sector del ocio y el turismo, o en el educativo, para comprobar cómo las diferentes demandas y exigencias de los visitantes pueden hacer que los museos luchen desfondados por cumplir con todas y cada una de esas expectativas. Además de estos conflictos sobre exigencias, la aparición de nuevos formatos de medios de comunicación, y el modo de interactuar de los museos con el mundo exterior, empuja a que estas instituciones se desestabilicen aún más y requieran una actualización constante y permanente.
Del mismo modo, los museos necesitan que su posición con relación a la sociedad evolucione al mismo ritmo, y aunque muchos de ellos se están adaptando bien y rápido, a menudo observamos cómo algunos se sienten abrumados ante los cambios que deben afrontar, debido a una falta de recursos, ideas, creatividad y conocimiento profesional necesarios para evitar el desastre. Reinventar el espacio del museo requiere conocimientos innovadores y modos diferentes de aportar ese nuevo y especializado saber que debe existir en colaboración con diferentes campos profesionales y académicos -universidad-. Los estudios actuales sobre los medios de comunicación son, entre otros, una maravillosa contribución externa. Al hallarse en constante estado de transformación, dichos estudios han llegado a asimilar numerosos enfoques y formas de adaptación. Desde esta perspectiva, observar a las personas -que son los receptores de los mensajes-, o escuchar sus conversaciones, son una excelente manera de consolidar un concepto útil sobre un mundo inestable y cambiante. Así pues, en lugar de tratar de adivinar qué próximas innovaciones podrían transformar totalmente el antiguo entorno del museo, sería preferible dar sentido a las conexiones que tienen lugar entre éste y su público, algo poco conocido y que sería de gran ayuda para ambos.
Si elaboramos una pirámide de las relaciones potenciales entre el museo y sus visitantes, uno de los estratos que se queda sin contenido es el que muestra cómo las personas se mueven entre los diferentes niveles de participación en el museo. Para comenzar, podríamos hacer una distinción entre público, visitante, usuario y participante, siendo muy conscientes de que cada uno de estos términos clave proviene de antecedentes conceptuales muy diferentes (Runnel, Pruulmann-Vengerfeldt, Lepik 2014). También representan enfoques distintos en la relación del museo con la sociedad en general. Es importante ser precisos en el uso de esos términos, ya que el nombre, la etiqueta que se aplica a cada uno de los niveles de la pirámide, da cuenta de sus diferentes tratamientos. En la práctica, los nombres pueden tener diversas connotaciones en el lenguaje teórico, así como en la práctica cotidiana; como ejemplo, la palabra «democracia».
Para hablar sobre el papel democrático que deben desempeñar los museos, el concepto de participante resulta interesante, aunque en la práctica las connotaciones de los participantes en los museos pueden ser muy diferentes. En el lenguaje cotidiano, un participante es una persona que visita el museo para descubrir cómo «se hacían las cosas» en un tiempo anterior. El concepto de «participante» tiene un enfoque muy práctico; según la terminología teórica, para emplearlo correctamente con relación al museo, se debería aplicar a la persona que «interactúa activamente», sin embargo, a nivel de calle bastaría solo con «observar» . Para un teórico, el hecho de observar puede implicar divertirse y sentirse comprometido con algo, pero no aporta, no contribuye. Así pues, podemos utilizar palabras distintas para dar cuenta del mismo evento, y que cada una de ellas aporte un matiz y enfoque ligeramente diferente para los profesionales del museo que para el resto de la sociedad. El uso del vocabulario en las comunicaciones forma parte del proceso de trabajo serio y riguroso de los diversos departamentos del museo. A veces, las diferencias en el lenguaje pueden ser tan pequeñas que resultan imperceptibles para los profanos. En cualquier caso, determinan cómo los museos y su público se relacionan entre sí y, a largo plazo, esto marcará la diferencia.
Una de esas diferencias importantes está relacionada con los distintos papeles que los visitantes pueden llegar a asumir en nuestros museos, y si dichos roles son capaces de cubrir sus expectativas. Por dar un ejemplo, además del entorno cambiante, nuestra comprensión de la educación y del aprendizaje ha cambiado. Esto implica que cuando aprendemos de las ciencias educativas y de cómo se acumulan conocimientos, necesitamos reevaluar el modo de impartir dicho conocimiento en los museos. Posiblemente debamos reconceptualizar la relación entre museo y aprendiz. Y lo mismo ocurre con otras disciplinas que marcan la multitud de conexiones que los individuos pueden llegar a tener con los museos.
Linda Lotina, en su trabajo: «Conceptualización de los modos de compromiso: el museo comprensivo», examina las diferentes relaciones que los museos establecen con sus visitantes, uniéndolos bajo un modo conceptual de compromiso, argumentando que no existe una forma de relación superior de unos hacia otros. Más bien al contrario, para cumplir con sus diferentes objetivos los museos deben luchar por mantener un rico repertorio de compromisos desde el que poder elegir los modelos más apropiados para sus propósitos.
Uno de esos propósitos es la noción de democracia, que necesita ser simplificada. El museo como institución pública tiene un papel social importante que desempeñar. Aunque consideramos que la democracia es la mejor de las muchas opciones de gobierno que tenemos, debemos admitir que no es algo inherente a la naturaleza humana. Necesita ser aprendida y aplicada para alcanzar la «socialización» dentro de un comportamiento democrático. Enseñar «democracia» y a» ser democrático» puede valorarse como un papel fundamental de las instituciones museísticas, y para ello necesitan modos de participación que les ayuden a cumplirlo
Es muy importante comprender las posibilidades que se ofrecen en los diferentes museos de todo el mundo. Se requieren ejercicios de mapeo y sistematización, y, sobre todo, más investigación sobre las posibles nuevas acciones que pueden llevarse a cabo, a fin de obtener referencias sólidas para evolucionar en sus prácticas y en la búsqueda activa de nuevas oportunidades que establezcan diferentes formas de interactuar con sus audiencias. La teoría del museo debe actuar conjuntamente con la parte práctica -creación de museos-. Los museos, como instituciones de conocimiento, están acostumbrados a dar sentido a las complejas relaciones entre las colecciones y sus historias. Entenderlos como instituciones comunicativas debería ser algo más que mapear las formas existentes de hacer y comprender, tratando de generar una práctica activa para lograr otras maneras de realizar las cosas.
Se han de afrontar enfoques nuevos y experimentales de compromiso, sabiendo que no se puede jugar de forma segura todo el tiempo. La noción de investigación sobre la acción requiere la combinación de recursos museológicos y académicos (Pruulmann-Vengerfeldt, Tatsi, Runnel y Aljas, 2014). Es importante saber, con seguridad, que para las instituciones que afronten la innovación las recompensas también serán grandes. Por otro lado, generar asociaciones permanentes entre académicos y profesionales, supone un gran valor añadido para todos los involucrados, y ayuda a establecer nuevas alianzas para los museos en general. Uno de los objetivos de este modelo de colaboración podría ser buscar modos de compromiso que enriquecieran los repertorios de los museos. Las asociaciones siempre deben involucrar a nuevos públicos, visitantes o participantes.
Los museos son grandes instituciones que han hecho frente a las cambiantes demandas sociales durante bastante tiempo, y continuarán haciéndolo. Junto con otras instituciones de memoria / conocimiento, disponen de un mayor potencial para ser instituciones de aprendizaje, autoestudio, experimentales y abiertas. Es fundamental que sigamos profundizando en las relaciones que los museos mantienen con la sociedad, y para ello necesitaremos utilizar nuevos nombres, denominaciones y conceptos, e inventar, asimismo, nuevas relaciones.
Recursos:
Pille Pruulmann-Vengerfeldt (2015): Democratising the museum: Why we need to develop vocabulary for museum engagement. DREAM conference: Museum Communication: Practices and Perpectives. Royal Danish Academy of Sciences and Letters, Copenhague, Dinamarca. 27-28 agosto 2015.
Lotina, L. (a la espera de publicación). Conceptualizing of engagement modes: Understanding museum – audience relationship in Latvian museums. Tartu, EE: Universidad de Tartu Press.
Pruulmann-Vengerfeldt, P., and Runnel, P. (2011). When the museum becomes the message for participating audiences. In Cm – časopis za upravljanje komuniciranjem. Communication management quarterly, 6(21), 159-180.
Pruulmann-Vengerfeldt, P., Tatsi, T., Runnel, P., and Aljas, A. (2014). Researching audience participation in museums: A multi-method and multi-site interventionist approach. In Patriarche, G., Bilandzic, H., Jensen, J. L. y Jurišić, J. (Eds.). Audience research methodologies between innovation and consolidation (pp. 87-106). Nueva York: Routledge.
Runnel, P., Lepik, K., and Pruulmann-Vengerfeldt, P. (2014). Visitors, users, audiences: Conceptualising people in the museum. In Runnel, P., and Pruulmann-Vengerfeldt, P. (Eds.). Democratising the museum: Reflections on participatory technologies (pp. 219-240). Frankfurt am Main, DE: Peter Lang Verlag.
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