La Exposición Universal de Londres de 1851 aportó muchos elementos nuevos a la museología moderna, sin embargo, en la organización y construcción de posteriores exposiciones universales, los promotores no siguieron las pautas que se habían establecido en el magno evento de Londres, que hubiera sido lo más cómodo. En la organización y construcción de las nuevas exposiciones universales, no se hizo más de lo mismo, sino todo lo contrario. En la Gran Exposición Universal de París de 1898, se marcó otro hito muy importante. Junto al palacio de exposiciones se construyó una «Ciudad Colonial» y el «Poblado Africano», con la idea de transmitir al mundo el poder del imperio colonial francés. Las aportaciones de estas y de las sucesivas exposiciones universales son muy importantes, si las tenemos en cuenta como elemento para entender lo que es actualmente la museología moderna.
La idea de transmitir una «idea»
En las décadas de 1920 y 1930, y como un resultado mix de las experiencias con las exposiciones realizadas anteriormente, surge el convencimiento que la «exposición» debe transmitir una idea, de la mano de una trama narrativa conscientemente estructurada. La exposición debe contener un guión claro, con un principio, un desarrollo y un final. En las exposiciones ha de existir un mensaje principal, que es el que hay que transmitir al público, e incluso podemos hacer que el enunciado de la idea principal aparezca como slogan en el enunciado de la exposición: «Charles Darwin, el origen de las especies«, por ejemplo.
Pabellón del Estado de Nueva York (Exposición Universal de 1964)
Si seguimos haciendo historia, en los años 30 del siglo XX, en Estados Unidos, los museos se pusieron al servicio del estado para instrumentalizar la cultura. Se trataba de transmitir al pueblo norteamericano la propaganda que publicitaba el llamado «Nuevo Estado». Los grandes museos de historia, en los que se buscaba musealizar una idea, se crearon casi todos en ese periodo de timpo, con algunas pocas excepciones. Lo importante, lo destacable en cada caso, era la gran exposición temática. Este concepto de exposición-idea fue aplicándose progresivamente en todo occidente y de ello hay múltiples ejemplos.
Las exposiciones, pues, se concebían a partir de un concepto específico, como un elemento de comunicación; por lo tanto, para el diseño y construcción de las exposiciones se partía de unos objetivos, una planificación y un diseño a partir de una idea central. Calver, en 1938, analizó estos fenómenos de las grandes exposiciones y planteó los factores que habría que tener en cuenta en el momento de su concepción. Posteriormente, en 1939, R.P. Shaw comenzó a considerar estas musealizaciones y exposiciones como importantes soportes educativos.
Exposición San Francisco, Flickr
Recursos: SANTACANA MESTRE, Joan y SERRAT ANTOLÍ, Nuria: «Museografía didáctica». Editorial Ariel Patrimonio, Barcelona (2205).
Imagen principal y para redes sociales: CNN, Live from the source
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Como todo evoluciona las expos también.