Museografía: Enfoques Participativos y Experiencia del Visitante

Museografía: Enfoques Participativos y Experiencia del Visitante

 

 

El diseño de exposiciones es un proceso que utiliza la narración visual y el entorno para transmitir información. Se encarga de organizar las obras de arte u objetos que se mostrarán, de manera que se puedan entender en relación entre sí y en conexión con el entorno de exposiciones. Hoy en día, la museografía de exposiciones combina diferentes disciplinas, como arquitectura, diseño de interiores, diseño gráfico, diseño de experiencias, multimedia, tecnología, iluminación y audio. También se entrelaza con movimientos creativos como la actuación para crear una narrativa en varias capas en torno a un tema.

Se argumenta que la tecnología moderna del siglo XX ha tenido un impacto significativo en el diseño de exposiciones (Wang y Lei, 2016). Sin embargo, Lorentz (2006) ofrece una revisión histórica breve que abarca desde pinturas rupestres hasta el teatro narrativo en la antigua Grecia, demostrando que las experiencias inmersivas han sido parte integral de la expresión artística humana y han moldeado nuestra comprensión temporal de la exposición.

Aunque la evolución constante de los medios tecnológicos en el diseño de exposiciones ha sido importante, no es la razón principal del cambio en la práctica. El motivo principal es la crítica de los visitantes hacia los espacios culturales y artísticos, que se perciben como lugares con reglas estrictas de observación solitaria, lo que hace que la visita sea menos agradable e informativa (Dal Falco y Vassos, 2017).

Como resultado, la demanda de los consumidores en los espacios culturales y artísticos contemporáneos se ha alejado de los objetos materiales y de la autoridad curatorial, y se ha centrado más en la experiencia del visitante (Barnes y McPherson, 2019; Muller y Edmonds, 2006). Esta idea se refleja en la revisión de Mygind, Hällman y Bentsen (2015), donde se describe la visita a los museos como impersonal, exclusiva y poco inspiradora, y se enfatiza la necesidad de diseñar exposiciones que se ajusten a los deseos y necesidades de los visitantes.

Durante décadas, los museos han enfrentado el desafío de reconsiderar su relación con los visitantes. Desde finales del siglo XX, la Nueva Museología ha destacado el papel social de los museos, y se ha dado cada vez más importancia al compromiso, la divulgación y la representación, hasta llegar al concepto de participación popularizado a principios de los años 2000 (Desvalleés y Mairesse, 2010).

Se ha comprobado que los visitantes de los museos esperan narrativas completas que combinen rigurosidad e imaginación, seriedad y entretenimiento (Wang y Lei, 2016). Mygind et al. (2015) enfatizaron que los visitantes se sienten respaldados en su proceso personal de darle significado a lo que ven cuando su visita al museo requiere una participación activa. Esto también hace que la visita sea más relevante, atractiva, accesible y placentera (Dal Falco y Vassos, 2017; Mygind et al., 2015).

En consecuencia, para que los museos fomenten una interacción enriquecedora con sus audiencias, el enfoque debe centrarse menos en los objetos expuestos y más en comunicarse con los visitantes para crear una experiencia significativa (Dal Falco y Vassos, 2017; Lake-Hammond y Waite, 2010).

Como resultado de esto, los museos están evolucionando de presentar simplemente sus colecciones a adoptar enfoques centrados en el visitante, que reconocen y aprovechan la digitalización de la cultura y la creciente demanda de experiencias centradas en el usuario (Tallon y Bowen, 2008).

Este enfoque no significa que los artefactos sean irrelevantes, sino que se pone énfasis en la percepción de los visitantes sobre el valor y la relevancia de la exposición y su contenido. La falta de relevancia puede poner en riesgo la conexión de las instituciones culturales con sus audiencias y su capacidad para mantenerse al día con la vida contemporánea (Giannini y Bowen, 2019).

De manera similar, Muller y Edmonds (2006) concluyen que el cambio en la creación y curaduría del arte afecta directamente la relevancia de las instituciones culturales.

Las iniciativas co-creativas se desarrollan en colaboración con los participantes en lugar de ser impulsadas únicamente por los objetivos institucionales (Simon, 2010). En el contexto de museos y galerías de arte, la co-creación de la experiencia del visitante se refiere a la co-creación de la experiencia del servicio (Panhale et al., 2022). Esto ocurre cuando la reacción subjetiva, la interpretación o la percepción de los elementos del servicio por parte del visitante están influenciadas por la interacción con otros actores dentro o fuera del contexto del servicio. Durante la interacción con un «proveedor», otros visitantes u otros actores, pueden surgir eventos vividos o imaginados del pasado, presente o futuro (Panhale et al., 2022).

Este enfoque reconoce a múltiples partes interesadas y sus contribuciones, incluida la tecnología, como actores en la co-creación de experiencias (Akaka y Vargo, 2014; Richards, 1996), lo cual es fundamental para comprender la naturaleza de las experiencias híbridas.

La distinción propuesta por Wang y Lei (2016) entre exposición presencial, práctica y mental marca un cambio gradual en el poder entre las instituciones y los visitantes. Anteriormente, las instituciones diseñaban recorridos estructurados para que los visitantes descubrieran las exposiciones, pero ahora los visitantes están asumiendo un papel más activo en el proceso de «descubrir». Wang y Lei (2016) definieron la exposición «eyes-on» como la tradicional y enciclopédica, con una distancia percibida entre los visitantes y los artefactos. Por otro lado, la exposición «práctica» se consideraba más innovadora e interactiva (Wang y Lei, 2016).

Sin embargo, como se argumenta, las exposiciones tradicionales de «observación» y las más interactivas no son tan diferentes entre sí, ya que ambas son restrictivas en cuanto a lo que se espera que los visitantes experimenten y no permiten la autointerpretación (Wang y Lei, 2016). En respuesta a las demandas de los visitantes de una mayor flexibilidad y libertad para apreciar los artefactos, surge el enfoque de la exposición de «mentes activas» (Wang y Lei, 2016). Esta forma de exposición crea un entorno en el que los visitantes tienen autoridad para descubrir las colecciones a través de sus sentidos y una variedad de medios (Wang y Lei, 2016). El objetivo es crear una narrativa que equilibre la transmisión de conocimientos y la estimulación de la imaginación (Wang y Lei, 2016). Además, los visitantes pueden utilizar más de un sentido para interpretar y dar forma a esta narrativa, siempre que los curadores del museo hayan creado un entorno sinestésico (Wang y Lei, 2016). En resumen, aunque el objetivo de la exposición sigue siendo el mismo, los medios para lograrlo han evolucionado.

Dal Falco y Vassos (2017) han informado sobre cómo los nuevos formatos de exposición respaldados por la tecnología están transformando los museos en espacios híbridos, donde las narrativas digitales se entrelazan con los objetos físicos, y los visitantes interpretan y co-crean activamente lo que ven. En particular, el diseño de exposiciones que combina aspectos físicos con digitales debe equilibrar la presentación precisa del contenido histórico con la creación de una narrativa que sirva como mapa cognitivo sin limitar o alienar a los visitantes (Lake-Hammond y Waite, 2010; Vavoula y Mason, 2017).

Del mismo modo, Barnes y McPherson (2019) refuerzan la noción de los museos como espacios híbridos, donde los visitantes coproducen e interactúan con el contenido de diversas formas, gracias a la tecnología digital. El término «espacio híbrido» define la combinación del espacio físico con el espacio en línea para crear uno multidisciplinario (Barnes y McPherson, 2019).

Este enfoque también se ha descrito utilizando el término «entretenimiento educativo» (Edutainment). Buckingham y Scanlon (2000) definen el entretenimiento educativo como un género híbrido que combina materiales visuales, narrativas y formatos similares a juegos en un enfoque educativo único y menos formal. Sin embargo, el enfoque se aleja del objeto en exhibición para crear una experiencia atractiva para el visitante (Barnes y McPherson, 2019).

Con estos nuevos enfoques de diseño, por un lado, se invita a los visitantes a interactuar con objetos, sonidos, imágenes o instalaciones multimedia y multisensoriales, ofreciendo diversas formas para que el público se involucre con el contenido en los espacios del museo (Allain y Harvie, 2014; Barnes y McPherson, 2019; Wang y Lei, 2016). Por otro lado, el diseño de la exposición debe equilibrar la precisión histórica y ofrecer una experiencia atractiva para los visitantes no expertos (Vavoula y Mason, 2017).

Giannini y Bowen (2019) investigan cómo los intermediarios digitales se utilizan como medios para facilitar la participación y la creación conjunta con los visitantes sin disminuir la importancia de los artistas y su trabajo. Además, para mantener el papel educativo de los museos, los nuevos enfoques en el diseño de exposiciones buscan formas atractivas y adecuadas de comunicarse con los visitantes, con el objetivo de crear un entorno de aprendizaje positivo (Wang y Lei, 2016). Esto implica que los medios tecnológicos y multisensoriales no solo se utilizan para enriquecer las experiencias de la audiencia y crear un ambiente inmersivo, sino también para potenciar el aprendizaje a través de experiencias fascinantes que sean efectivas para transmitir conocimientos (Wang y Lei, 2016).

Sin duda, este cruce de disciplinas desafía la relación y el equilibrio entre el arte, la información, la tecnología y los visitantes (Bowen y Giannini, 2014). Sin embargo, esto no significa que las nuevas prácticas de diseño de exposiciones sean de menor valor, simplemente porque la experiencia del usuario ha sido redefinida.

En particular, la participación o coproducción de los visitantes puede hacer que los museos sean más relevantes y accesibles al permitir la participación activa de los visitantes y mejorar su experiencia de aprendizaje, al mismo tiempo que aborda la frustración del público con la naturaleza exclusiva y distante de las instituciones culturales (Antón et al., 2017; Simon, 2010). Los visitantes pueden participar en la co-creación de dos formas: participando activamente, ya sea mental o físicamente, en la exposición, o interactuando con el entorno, otros visitantes y el personal del museo (Antón et al., 2017).

La participación activa implica que los visitantes sean capaces de desarrollar y dar forma a sus propias experiencias de manera física, emocional o mental, ya sea siguiendo lo planificado por el museo o de manera espontánea (Antón et al., 2017). Esto eleva el papel de los visitantes de meros espectadores a actores activos y exploradores, ya que la co-creación ofrece alternativas a la visión de un solo autor (Cizek y Uricchio, 2019). Implica diversas técnicas de creación de medios, protocolos y mecanismos de retroalimentación. Los proyectos co-creados se originan a partir de un proceso que evoluciona dentro de las comunidades y con las personas, en lugar de ser para o sobre ellas (Cizek y Uricchio, 2019).

Los museos y galerías que experimentan con diseños de exposiciones más atractivos informan de un aumento en el número de visitantes y de la diversidad de su audiencia (Barnes y McPherson, 2019). De manera similar, Giannini y Bowen (2019) sugieren que las prácticas de exposiciones en constante cambio beneficiarán a los museos y los ayudarán a expandir sus comunidades, tanto a nivel local como global. Se informa que esta comunidad está más comprometida y presenta características culturales distintas debido a la fusión de la realidad digital, visual y física (Giannini y Bowen, 2019). De lo contrario, existe el riesgo de que los museos queden aislados del ecosistema digital y se queden rezagados (Giannini y Bowen, 2019).

En última instancia, las instituciones culturales desean que los visitantes ingresen al museo o galería de arte listos para ser desafiados, inspirados y agradablemente sorprendidos, en un ambiente general de emoción y anticipación (Giannini y Bowen, 2016). Las nuevas direcciones en el diseño de exposiciones les ayudan precisamente a lograr ese objetivo.

En resumen, el diseño de exposiciones ha experimentado un cambio significativo en los últimos años, adoptando enfoques centrados en el visitante, la participación activa y la integración de la tecnología. Los museos y galerías buscan crear experiencias atractivas y significativas para los visitantes, fomentando la co-creación, la interacción y la exploración. Se ha reconocido la importancia de equilibrar la presentación precisa del contenido con la narrativa y la flexibilidad para adaptarse a las necesidades y deseos de las audiencias. Los enfoques híbridos que combinan lo físico y lo digital han ampliado las posibilidades de participación y han atraído a una base de audiencia más diversa. Estos cambios en el diseño de exposiciones han demostrado un aumento en la cantidad de visitantes y han permitido que los museos se mantengan relevantes en un entorno cultural en constante evolución.

 


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