La creación de un nuevo centro de visitantes, o centro de interpretación, puede ser valorada desde el punto de vista del beneficio potencial que pudiera aportar al sitio donde va a estar emplazado, o bien, podemos estudiar previamente y con detalle si el proyecto se ajusta a su propósito inicial. Si es posible demostrar con anterioridad que un nuevo centro agrega valor a un lugar, deduciremos que es perfectamente adecuado para su propósito. De la misma manera, un edificio que, en principio, tiene valor patrimonial, podría no ser adecuado para convertirse en una solución como centro de interpretación (nosotros hemos construido centros de interpretación dentro de castillos que resultan imposibles desde el punto de vista de la accesibilidad). Por estas razones, a partir de nuestra experiencia, debemos decir que gestionar y administrar el patrimonio histórico de una manera efectiva es un objetivo clave para garantizar la protección y la mejora de un lugar, tratando de hacerlo relevante de cara al público y culturalmente significativo. Un centro de de interpretación del patrimonio puede contribuir a reafirmar el significado y el contexto cultural en su localización.
Por otro lado, la relación que se produce entre el componente turístico y los lugares de importancia histórica o cultural no puede subestimarse. Para los responsables encargados de gestionar estos lugares, existe una aparente paradoja. Por un lado, se genera la responsabilidad de garantizar la preservación y el mantenimiento de los mismos, pero, por otro, se crea una necesidad comercial de responder al «pago cliente» proporcionando una «experiencia» para el visitante – además de ofrecer los servicios turísticos habituales (a veces masivos) -. Atraer a más visitantes a los lugares patrimoniales permite generar más ingresos, está claro, pero también esa popularidad podría suponer una creciente amenaza, con el consiguiente daño potencial y deterioro físico en esos mismos lugares patrimoniales que las administraciones pretenden proteger. Observamos que se producen argumentos contradictorios entre la necesidad de proporcionar una comprensión más profunda de nuestra historia y la superficialidad de la vida contemporánea. Una de las características de la industria del turismo es la tendencia a la mercantilización de las experiencias y los destinos y, según las leyes internacionales, esta tendencia también es evidente si la aplicamos al turismo patrimonial. A pesar de los beneficios económicos de este tipo de turismo, creemos que no se debe valorar solamente como un activo económico, ya que el patrimonio de un lugar es parte de su acervo cultural fundamental, algo que debemos cuidar y preservar.
Se pueden identificar tres cuestiones clave a la hora de reflexionar sobre la relación que se produce entre el turismo y el patrimonio:
1. Considerar y valorar si es correcto y aceptable embellecer monumentos arquitectónicos históricos, dignos de preservación, con ampliaciones y añadidos modernos o inserción de nuevos edificios.
2. Valorar si la interpretación y comprensión de un sitio mejora la experiencia del visitante. De ser así, debe estudiarse el modo de lograrlo de manera efectiva.
3. Contemplar la opción de que la tecnología pueda ayudar a la interpretación en el futuro. Estudiar, por ejemplo, si para la «nueva interpretación» que nos viene resulta más viable utilizar la realidad virtual y la aumentada que las nuevas intervenciones de construcción física.
La filosofía de la conservación arquitectónica está arraigada, desde el siglo XIX, en el trabajo de personas como John Ruskin y William Morris. El manifiesto de la Sociedad para la Protección de Edificios Antiguos (SPAB, Reino Unido) se estableció en 1877, y sigue siendo relevante hoy en día. Es cierto que los principios de intervención mínima y respeto por el pasado subrayan los actuales enfoques de la conservación patrimonial. Internacionalmente, este enfoque también ha sido adoptado en muchos países. La colaboración internacional para la conservación patrimonial, como tal, comenzó en 1931 en Atenas, en un congreso donde los delegados debatieron la protección de los monumentos arquitectónicos con recomendaciones basadas en los principios SPAB, que fueron registrados como la «Carta de Atenas«. Posteriormente, la «Carta de Venecia» de 1964, estableció a ICOMOS como entidad internacional, con la misión de «promover y apoyar las mejores prácticas para la conservación, el cuidado y la comprensión de los entornos históricos».
El cuidado y la gestión de los paisajes culturales, ya sean naturales o artificiales, debe considerarse a nivel internacional. La «Convención del Patrimonio Mundial» de la UNESCO de 1972, exige que una lista del patrimonio mundial sea supervisada por un Comité Intergubernamental del Patrimonio Mundial. Los lugares del patrimonio mundial varían en concepto, desde enunciados que contemplan los monumentos individuales, sitios históricos como el Acueducto de Segovia en España, hasta entornos naturales, como es el caso de la Albufera de Valencia. Si hacemos una reflexión sobre la gestión del turismo en relación a los sitios del patrimonio mundial, observamos que a la mayoría de los visitantes les mueve un interés por el patrimonio y la cultura, aunque carezcan de un conocimiento previo, técnico o natural, del lugar histórico, por lo que se les debe proporcionar la información adecuada y una interpretación particularmente destacable. Por otro lado, ha aumentado, en general, el interés y la conciencia sobre los sitios del patrimonio mundial, ya que actualmente se puede acceder a ellos más fácilmente a través de viajes aéreos de bajo costo (low cost). Pero son precisamente estas facilidades las que han provocado un gran aumento en el número de visitantes. Éstos, en gran parte consumidores maduros, exigentes y experimentados en productos de turismo patrimonial, están forzando a que los requisitos para las instalaciones y la interpretación sean cada vez más sofisticados. No obstante, existen lugares del patrimonio mundial que no siempre incluyen edificios y accesos, y en los que se produce, incluso, una ausencia de consideraciones ambientales significativas. Stonehenge, por ejemplo, es uno de los sitios culturales más antiguos del Reino Unido y también uno de los más controvertidos. El monumento se halla en medio de Salisbury Plain, un lugar rodeado de carreteras con graves problemas de tráfico. Las instalaciones para visitantes son inadecuadas, si bien en los últimos veinte años se han venido generando varios proyectos para mejorar la calidad de la experiencia y poder presentar así el monumento dentro de un contexto adecuado.
El diseño de un nuevo centro de visitantes o de interpretación en un lugar sensible puede adoptar una o varias formas. El enfoque de «esconder y pretender-que-no-exista» podría considerarse el más discreto y una solución interesante, ya que no compite con el entorno al que debe servir. Sin embargo, muchos centros de visitantes están ubicados justo en la entrada, o próximos a ella, funcionando con frecuencia como primer punto de acceso para el público. Un diseño que intente mezclarse con su entorno mediante el uso de un «facsímil local», se contempla como una forma de engaño arquitectónico, un pastiche que podría considerarse muy poco «honrado». Por otro lado, si el diseño es abiertamente moderno, por sus formas de contraste y el uso de diferentes materiales, puede parecer ajeno y en conflicto con un determinado entorno. Algunos teóricos opinan que las preocupaciones sobre los efectos y los impactos que el desarrollo moderno podrían ocasionar en dicho entorno no son nada nuevo. A menudo, el problema surge de la falta de consenso entre los verdaderos especialistas sobre lo que es aplicable y adecuado, o no, para un contexto particular (el consabido alcalde del lugar no puede tener el mando sobre estas decisiones), algo que normalmente no produce una arquitectura de síntesis minimalista poco agresiva, más bien todo lo contrario.
Crear un edificio insulso e inofensivo es más fácil que diseñar una alternativa más valiente aplicando un diseño estridentemente moderno. El diseño moderno, el comprometido con nada, a menudo causa controversia, tanto si está emplazado en un lugar históricamente sensible como si no. Podemos mencionar algunos ejemplos dramáticos de edificios modernos insertados en sitios históricos en España, algo que raramente sucede en los países nórdicos, por ejemplo. Esto dice mucho sobre el clientelismo y las sensibilidades públicas en este país nuestro respecto al tratamiento que se le da desde el gobierno a los sitios históricos, las actitudes hacia la conservación y la arquitectura moderna, por lo general aplicada al servicio del patrimonio.
Debemos revisar responsablemente el desarrollo y el impacto de los centros de visitantes en sitios de importancia histórica y cultural. El crecimiento de la industria del turismo patrimonial sigue generando desafíos para los responsables públicos, los que tienen la obligación de proteger nuestros sitios históricos. El aumento del número de visitantes está siendo considerado activamente por casi todos los países, ya que el flujo de ingresos de esos visitantes constituye una importante fuente de dinero necesaria para respaldar los costos de funcionamiento y mantenimiento asociados a los sitios históricos y patrimoniales.
Con el aumento del turismo patrimonial y sus crecientes expectativas con relación a mejores instalaciones de servicios, surge el problema para quienes participan en la gestión de los sitios patrimoniales, ya que deben hacerlo al tiempo que manejan cómo atender las necesidades y demandas, cada vez mayores, de sus visitantes. La provisión de servicios de interpretación mejora la experiencia del público, y se ha comprobado que algunos sitios (muchos fuera de España) ya están empleando, para lograrlo, una gran variedad de técnicas nuevas, como la tecnología móvil. Nosotros creemos que se requiere más investigación sobre la prestación de servicios de interpretación en cuanto a la utilización de las nuevas tecnologías, y consideramos seriamente el uso de la realidad virtual, la realidad aumentada y los beacons. Pero además, es muy importante ser conscientes de cómo el uso de dicha tecnología podría afectar al diseño de los nuevos centros de interpretación patrimonial. El estudio previo pormenorizado sobre la forma arquitectónica aplicada a los centros de visitantes, nos ayudará a alcanzar una comprensión útil que incremente la atención y cuidado sobre nuestros sitios históricos y culturales, para poder realizar así nuevas intervenciones de construcción de manera responsable. La política actual sobre edificios en sitios históricos debe basarse, en gran medida, en los principios de intervención mínima, honestidad y respeto por el pasado. La investigación adicional de la filosofía arquitectónica con relación a los sitios históricos, podría convertirse en una contribución útil para generar un debate más amplio sobre la actitud de la sociedad hacia tales sitios, y sobre si la nueva arquitectura se está utilizando para intervenir irresponsablemente en nuestro patrimonio o para mejorar sustancialmente los lugares históricos que debemos preservar.
Recurso:
Anthony M. Whyman (2010): The impact of visitor centres on sites of historic and cultural value. WIRAD 1st National Symposium for Emerging Art & Design Researchers. Cardiff School of Art and Design, University of Wales Institute, Cardiff, País de Gales (Reino Unido).
Foto principal: British Council.
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