Diseño de Vestíbulos de Museos

Diseño de Vestíbulos de Museos

Normalmente, manejamos diversos términos para designar los espacios de acceso a los museos: vestíbulo, foyer, hall, recepción, entrada, etcétera, y esas denominaciones nos indican también zonas que presentan similitudes con los espacios de paso en otros edificios, grandes construcciones como hoteles, iglesias, templos, centros comerciales y hasta edificios de oficinas. Sin embargo, para nosotros es mucho más difícil definir morfológicamente el vestíbulo de los museos. Una de las descripciones más recurrente es la de presentarlo como un espacio físico que posee, además, una gran carga de simbolismo. En términos de espacios físicos, los recursos obvios para comprender los vestíbulos de los museos – como espacios puramente físicos – se encuentran en estudios sobre arquitectura (Naredi-Rainer, 2004; Psarra, 2009), diseño de exposiciones (Dernie, 2006; Lorenc y otros, 2007) e, incluso, sobre sintaxis espacial (Hillier y Tzortzi, 2006 / 2011) y diseño de recorridos (Arthur y Passini, 1992).

En muchos estudios sobre los espacios físicos de los museos, el vestíbulo suele mencionarse de pasada, ya que la atención se centra en cómo la distribución espacial general puede optimizar las funciones de uso del museo, o en cómo se puede organizar el espacio de exposición para facilitar la orientación y recorrido del visitante. Con su visión a partir de la sintaxis espacial, es decir, del estudio de las configuraciones espaciales, los teóricos de la arquitectura Bill Hillier y Kali Tzortzi identifican el vestíbulo típico como un «espacio de reunión» que sirve como «lugar para partir y regresar» (Hillier y Tzortzi, 2006/2011: 298). Estos enunciados se asemejan a algunas de las primeras descripciones de los vestíbulos de los museos, mostrándolos como conexiones físicas (Frary 1916) que unen la entrada con las diversas galerías de exposiciones. Esa conexión, que puede estar dirigida por el personal que «envuelve» el sitio, se establece entre las colecciones y pretende humanizar el museo y hacer que la visita resulte ser una experiencia viva» (Black, 2005: 99). En su estudio de recorridos, otra teórica de la arquitectura, Sophia Psarra, señala que «los elementos más integrados en todos los museos son el atrio/lobby y los ejes que unen este espacio con la entrada principal y las galerías del museo» (Psarra, 2005: 82).

Sin embargo, David Fleming, director de National Museums Liverpool, refleja la marginalidad analítica de este espacio cuando afirma que «no hay una forma correcta de diseñar un vestíbulo de entrada de un  museo […] existe multitud de diferentes formas» (Fleming, 2005: 59). Estos enfoques están en línea con la definición de la arquitectura museística que expone la conocida investigadora de museos Suzanne MacLeod : «un producto social y cultural, continuamente construido a partir de su uso» (MacLeod 2005: 10).

Otras perspectivas contemplan el vestíbulo del museo como un espacio simbólico de representación o como una expresión ideológica de exhibición de poder. Por ejemplo, los historiadores de arte Carol Duncan y Alan Wallach analizan cómo los museos comparten «características fundamentales con monumentos ceremoniales tradicionales», resaltando así la separación de lo único y excepcional («ceremonial») de lo ordinario (Duncan y Wallach, 1980: 449, ver también Duncan 1991, 1995, Macdonald 1998). Del mismo modo, la historiadora de arte Jill Delaney habla del espacio ritual de los museos como la creación de «un sentido de diferenciación con su entorno» (Delaney 1992: 140). Cuando los museos se comparan o modelan en forma de templos, se alude a la separación como una marca sagrada alejada de lo profano:

Cuando el visitante abandona la calle concurrida, necesita relajarse y adoptar un estado de ánimo tranquilo y receptivo antes de ingresar en las exposiciones. Es instructivo observar cómo se diseñan los templos en muchas partes del mundo: tienen un patio de entrada, un jardín o un salón, donde el devoto puede entrar con el estado de ánimo adecuado antes de acceder al templo mismo (Ambrose y Paine, 2012: 44).

Desde un ángulo más amplio, la visión de los vestíbulos de los museos como espacios ritualizados se basa en teorías antropológicas sobre la transformación y la evolución cultural (Gennep, 1908/1961; Turner, 1967), como se observa, por ejemplo, en estudios sobre espacios de espera en lugares de ocio (Kristiansen, 2015) .

De particular relevancia para la comprensión de este tema son algunos enfoques que combinan las perspectivas institucionales y de audiencia en el espacio de los museos y, por lo tanto, facilitan otro punto de vista sobre la relación de la comunicación entre el visitante y el museo. En estudios recientes, se busca definir todas las funciones comunicativas del vestíbulo, lo que nos da, como resultado, distintas categorías:  información, funciones sociales, funciones comerciales y funciones prácticas (Mortensen et al., 2014). En una línea similar, otros enfoques definen este espacio como «entornos que se comunican» (Lorenc y otros, 2007: 8) o «sitios de comunicación e interacción» (Shields, 1992: 5) donde «la gente continuamente ‘malinterpreta’ o lucha o resiste las señales del museo hasta cierto punto; o ellos activamente inventan, consciente o inconscientemente, sus propios recorridos» (Duncan, 1995: 13). Parry y Kristiansen señalan que el vestíbulo «sigue siendo históricamente resonante, sociológicamente complejo, interpretativamente significativo y fundamental para el evento de la visita» (Parry y Kristiansen, 2014). Todas estas perspectivas nos proporcionan un marco interesante para analizar y comprender los espacios del vestíbulo, ya que se centran en los procesos mediante los cuales los visitantes adoptan, obedecen, asumen o modifican los marcos físicos y simbólicos de su experiencia. En términos más concretos, algunos estudiosos se refieren al vestíbulo del museo como un pasaje, lo que apunta a una característica conceptual clave en el conjunto del museo.

En resumen, investigaciones sobre el tema aportan interesantes referencias para entender los vestíbulos de los museos como espacios de transformación físicos y simbólicos. Los estudios acerca de los visitantes añaden perspectivas importantes de la experiencia del usuario en estos espacios, y algunos académicos proponen una comprensión inclusiva de los mismos como meros entornos de comunicación social. Otras teorías intentan mostrar el vestíbulo como un entorno de comunicación sobre un trazado sistemático de las formas en que sus funciones transformadoras son tomadas y asumidas por los visitantes en los procesos de entrada y salida del museo.

En cualquier caso, todas estas visiones intentan confirmar la validez de lo que podríamos denominar «una doble perspectiva sobre la comunicación en los vestíbulos de los museos»:

  1. Presta atención a las dimensiones institucionales y de los visitantes.
  2. Se centra en las rutas de entrada y salida más que en los servicios funcionales. A medida que los museos se focalizacen más en los espacios de sus vestíbulos, se le dará, como consecuencia,  más importancia a, por ejemplo, la gestión, capacitación del personal, servicios y compras en estos espacios (Black, 2005). Por el contrario, una perspectiva dirigida exclusivamente hacia el visitante solo podrá contemplar la satisfacción de éste o la respuesta a sus necesidades mediante el uso de estas instalaciones.

Las reflexiones que queremos compartir con vosotros podrían ser útiles para arquitectos, diseñadores y profesionales de museos en sus intentos continuos de facilitar la experiencia general del visitante en los sectores de museos y patrimonio. Conceptualizamos los vestíbulos de los museos como sitios de prácticas sociales y comunicativas más que como espacios físicos o elementos funcionales. De esta forma, nuestro enfoque apunta a las características dominantes de estos espacios, evidentes por sí mismos, que son clave para la experiencia del público

Desde un punto de vista más amplio, el análisis puede conducirnos a reflexiones más profundas sobre el desarrollo de los museos. Como hemos mencionado, los vestíbulos son áreas de contacto con el mundo exterior y zonas de tránsito hacia el interior de los museos. Pero podemos ir mucho más lejos si pensamos en los aspectos del entretenimiento y consumo frente a los de la información y el compromiso social. Sin incluir las tiendas, cafés y otros espacios de consumo en expansión, las zonas auxiliares del vestíbulo indudablemente «colorearán» la forma en que se practiquen y estudien los vestíbulos de los museos en el futuro. Un tema importante a analizar será, pues, ver cómo estas instituciones equilibrarán los aspectos «espirituales» con los relacionados con la comunicación social, las voces «sagradas» versus las «de bienvenida». La forma en que dichos equilibrios se desarrollen dependerá, en gran medida, de cómo los museos respondan a los visitantes desde sus funciones públicas o  comerciales, posicionando a éstos como ciudadanos o como consumidores. Si bien con esta breve reflexión de hoy hemos intentado dibujar un concepto que muestre el plano racional del vestíbulo del museo como espacio fundamental a tener muy en cuenta, esperamos que en el futuro se contextualicen sistemáticamente como zonas de interacción social y reflexión para sus visitantes.


Recurso:

Ditte Laursen, Erik Kristiansen y Kirsten Drotner (2016): The museum foyer as a transformative space of communication. Nordisk Museologi, nº: 1, pags. 69–88.

Fotografía principal: EVE Museology. Top Ten Most Beautiful Museum Lobbies.


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