Los Museos de Empresas

Los Museos de Empresas

 

Entre las instituciones que se ocupan de la conservación y promoción del patrimonio industrial, los museos de empresa ocupan un lugar importante, pero lo cierto es que pasan muy desapercibidos. Este tipo de museos son el resultado del creciente interés historiográfico por la cultura material que ha llevado a los historiadores a repensar el patrimonio industrial, y a las empresas a reflexionar particularmente sobre el valor cultural de su desempeño corporativo a lo largo de la historia. En estos museos, el diseño es un símbolo de la creatividad y el genio humanos, un testimonio concreto del estatus cultural, social y económico de una sociedad, un material promocional para una empresa en particular e, incluso, una fuerza en la definición de la identidad de una nación. Asimismo, los museos de empresa posibilitan la reconstrucción del pasado desarrollo económico en la contemporaneidad. A pesar de la ausencia de sistemas legislativos específicos que regulen su existencia y función como un género de museos plenamente reconocido, los museos corporativos pueden hacer mucho para reconstruir las historias económicas y técnicas del diseño actual y, por lo tanto, servir como modelo para una visión renovada de los museos de manera más amplia.

Un museo de empresa se define como una institución creada por la iniciativa de empresarios o gerentes de entidades privadas – por lo general, miembros de la familia del fundador (Piaggio, Alessi) -. Su nombre suele coincidir –  o evocar – con el del fundador (Bell’s Telephone Historical Collection, Ferragamo, Harley-Davidson) y pertenece legalmente a la empresa o a su creador (Ferrari, Siemens, Toyota). Normalmente se ubica dentro de los espacios de la propia empresa o cerca de la sede o de las fábricas (Kartell, Ducati). La presentación de sus productos muestra un vínculo claro y definitivo con su realidad y filosofía. Estos aspectos significativos caracterizan a los museos de empresa dentro del panorama de instituciones similares de cultura y pedagogía pública.

Las empresas poseen intenciones dispares cuando inician sus museos. En general, existe un deseo de autopromoción, de coleccionar… con el fin de mostrar el linaje histórico de la empresa y consolidar la imagen pública de la misma. De este modo, aumenta la lealtad de sus empleados (y el «espíritu de equipo») y genera una fuente inspiradora que permite asegurar la continuidad de la producción en el futuro. En ocasiones, sirve para honrar eventos especiales (Bulegato, 2008). Así, por ejemplo, el Museo Kartell fue fundado por Claudio Luti en 1999 en un pequeño pueblo cercano a Milán, para celebrar el quincuagésimo aniversario del nacimiento de la empresa (Kartell.com n.d.). También el Museo Siemens (el museo de empresa más antiguo de Alemania), que se inauguró en 1916,  fue fruto de una idea del Archivo de Siemens para instalar una exposición que conmemorara el centenario de Werner von Siemens (Siemens.com n.d.).

El Ferrocarril de Baltimore y Ohio – citado en numerosas ocasiones como la primera empresa en recolectar una colección producida industrialmente específicamente para exhibición pública -, comenzó a reunir sistemáticamente sus propia colección en 1890, que se exhibió por primera vez en 1893. Pero fue en 1953 cuando se concibió la colección como el Museo del Ferrocarril B&O. El primer museo auténtico de la empresa, fue la Rudolph Wurlitzer Company, en Cincinnati, que abrió sus puertas en 1892 y exhibió instrumentos musicales (Danilov, 1991). Si bien los museos de empresa están particularmente difundidos en los EE. UU. (que albergaron el mayor número de estas entidades hasta los años noventa), Alemania, Gran Bretaña, Suiza, Japón y Francia (Bulegato, 2008), actualmente el fenómeno es particularmente relevante en Italia debido al número y reputación de sus museos, a la presencia de empresas de larga tradición histórica y, sobre todo, a su fuerte identidad dentro del territorio nacional.

Los museos de empresa tienen la posibilidad de contribuir al desarrollo de la reflexión en torno a modelos alternativos para el ejercicio del diseño museológico. Comprender este potencial requiere un análisis más profundo de la función y la naturaleza de cualquier museo. Lo que distingue a los museos de empresa de otros sitios donde se exhibe el diseño industrial es, en primer lugar, que muchas veces sus colecciones tienen una forma organizativa más definida, sistemática y estructurada, ya que están constituidas por elementos muy similares, relacionados entre sí, y derivados de la misma matriz tanto material como ideológica: esto hace que los productos sean más legibles – en caso de una presentación pública – debido a las conexiones entre ellos. Un museo más general de diseño, artesanía y artes decorativas a menudo carece del carácter unitario del museo de empresa, cuyo fundamento y selección de objetos es naturalmente limitado. Por ejemplo, el Museo Cooper Hewitt tiene aproximadamente 80.000 objetos de 84 países diferentes, divididos en 6 departamentos curatoriales, e incluye dibujos y modelos arquitectónicos, artes decorativas, interiores, joyería, diseño gráfico y textiles (Cooper Hewitt Smithsonian Design Museum, n.d.). A pesar de esta importante reunión de objetos, cada disposición implica superposiciones con otras áreas. En contraste, el Museo Knoll exhibe solo muebles para el hogar y la oficina hechos por la misma empresa, con un hilo conductor que une, si no toda la colección, al menos grupos de objetos. Esto permite una contextualización más clara de la exposición y la posibilidad de que el visitante realice conexiones más sencillas y evidentes.

Otro rasgo distintivo de los museos de empresa es su relación con el pasado, el presente y el futuro: dado que la propia empresa crea los objetos que exhibe, puede recrear un recorrido visual a través del desarrollo cronológico de sus tecnologías y ajustar la exposición de acuerdo con la producción e introducción al mercado de nuevos artículos y/o servicios. Además, el museo tiene fácil acceso a otros materiales de apoyo provenientes de los registros de archivo de la empresa, que abarcan desde bocetos hasta el objeto terminado. El archivo, que pertenece a la propia empresa y es producido por ella, reside en las mismas instalaciones, por lo que toda la documentación es fácilmente localizable y recuperable.

El Museo Italiano Alessi de Enna (un pequeño pueblo de la isla siciliana) alberga un enorme archivo que incluye dibujos, fotografías, comunicados de prensa, publicaciones, monografías, periódicos, catálogos, equipos industriales, prototipos, correspondencia de la empresa, muestras de color, investigaciones, etc., que pertenecen a la propia marca Alessi y a otras empresas que han colaborado con ella o que ya no existen (Alessi.com, s.f.). Así pues, el archivo Alessi contiene documentos sobre la historia de la marca y también del diseño italiano. Representa la versión física de la historia de la empresa, y narra los hechos que giran en torno a la entidad corporativa y a sus producciones desde diferentes puntos de vista: conceptual, productivo, tecnológico, económico, social, etc. Cada documento es interpretable con relación a su contexto y los demás documentos u objetos. Todo este conjunto de materiales puede convertirse en objeto de una exposición y de una interpretación multidisciplinar que necesita de aportaciones específicas y diferenciadas. Así, por un lado el vínculo entre los archivos de la empresa y los museos cobra una importancia evidente, por otro lado toda la documentación puede ayudar a las personas que operan y colaboran dentro de la empresa para el desarrollo de nuevos productos. De hecho, los archivos son recursos útiles desde los que los diseñadores pueden consultar diseños y proyectos antiguos, accediendo a toda la información y las fases de la construcción de un objeto. Son lugares de investigación, conocimiento y educación capaces de servir como fuente de todos aquellos materiales gráficos y en papel que atañen a la historia de cada elemento diseñado.

Otro aspecto positivo de los museos de empresa es que prestan especial atención a la instalación expositiva ya que son ellos los que presentan sus propios productos. Su preocupación es mejorar la legibilidad de las exposiciones para encontrar la mejor manera de resaltar sus características. Para estos objetivos, algunos museos recrean una atmósfera coherente y códigos de comunicación multisensoriales a través de la forma en que deciden presentar las piezas expuestas. De hecho, muy a menudo el escenario de la exposición refleja la identidad y la cultura de la empresa, por lo que induce asociaciones mentales que insinúan la empresa misma. Por ejemplo, la Galería Guglielmo Tabacchi (Italia), que es una empresa de óptica, ha construido todos los soportes de exposición con materiales claros y transparentes para evocar la transparencia y la ligereza del vidrio (Galleria Guglielmo Tabacchi.com n.d.); Asimismo, Chicco Village (Italia), fabricante de ropa y juguetes para bebés, dispone de expositores accesibles para niños. No existen barreras y se alienta a los más pequeños a tocar las exposiciones y jugar en medio de ellas (Gilodi, 2002; Museo del Cavallogio Cattolo .it n.d.). Adoptar tales recursos es ya una especie de contextualización del objeto, por no hablar del hecho de que el producto sigue viviendo dentro de su contexto primario, la empresa que lo ha concebido y producido, y por tanto está ligado al edificio y a los demás productos que contiene. Dentro de un museo de empresa el visitante puede respirar la historia real del objeto a través de la historia de la empresa, de tal forma que el mensaje corporativo llega inmediatamente a los espectadores, quienes al estar inmersos en un entorno físico preparado intencionadamente, son más proclives a recibirlo. El público entra en contacto con el mundo de la empresa y su dimensión cultural. El resultado es una experiencia más compuesta y multifacética que la que se encuentra en un museo tradicional.

Los museos de empresa no sólo exhiben su patrimonio sino que ofrecen al público claves para la interpretación – Aunque publicitariamente los resultados son importantes -. Rechazan el tipo de musealización de los objetos y la forma uniforme de representación típica tradicional de los museos de arte, prefiriendo soluciones que involucran activamente al usuario y que son atribuibles al modus operandi tanto conceptual como práctico de los museos de ciencia (Danilov, 1991). De hecho, han decidido sabiamente concentrar sus esfuerzos en los aspectos didácticos y educativos, utilizando espacios de laboratorios o talleres creativos, exposiciones prácticas y simulaciones. El Corning Glass Center (Corning, NY), junto con su colección de objetos de vidrio, introduce a los visitantes al mundo del cristal, sus principios químicos y sus múltiples usos a través de exposiciones interactivas, programas audiovisuales y demostraciones en vivo en el anfiteatro interior. En este museo, el público puede asistir al espectáculo 2300°F que presenta demostraciones de fabricación de vidrio en vivo por parte de artistas invitados, o participar en más de 70 talleres diferentes que incluyen soplado de vidrio, introducción al trabajo de la caña y vidrieras, fusión de Murrine y muchos otros (Cmog.org n.d.). El Museo BMW (Munich, Alemania) guía a los espectadores a través de la historia industrial, técnica y social de la marca al mostrar algunos de sus automóviles, motocicletas y motores más valiosos y atractivos, y explicar la información de fondo sobre la arquitectura especial y el complejo logístico de los automóviles. Durante estos recorridos, los visitantes pueden sentarse en los vehículos y experimentar algunas de sus características. Además, en la planta de BMW Group, el público puede mirar detrás de escena de la fabricación de automóviles y visitar las áreas de producción, desde los trabajos de prensa hasta el ensamblaje, mientras que en el Centro de Reciclaje y Desmantelamiento de BMW Group puede conocer la investigación que se lleva a cabo sobre productos compatibles con el medio ambiente. y reciclaje eficiente de vehículos BMW (Bmw-welt.com n.d.). Finalmente, en un estilo de presentación futurista, el museo muestra modelos tridimensionales y diapositivas que muestran posibles diseños de automóviles del futuro (Bmw-welt.com n.d.; Danilov, 1991).

Todas estas iniciativas, instalaciones y detalles de programación funcionan juntos para crear una narración didácticamente significativa de la cultura corporativa. Así, es evidente que una de las principales características de un museo de empresa que no pertenece a una institución tradicional es su capacidad de ser dinámico, de ser un museo en proceso (Amari, 1997). Por ello, impulsa actualizaciones y cambios continuos en cuanto a metodologías de visualización de acuerdo con la evolución de las actividades de la empresa. Asimismo, en comparación con otros museos que generalmente asumen que el visitante debe adaptarse al entorno y a la exposición (Hirschman, 1983; Colbert 1994; Kotler y Kotler, 1999), los museos de empresa se han mostrado decididamente más sensibles a las necesidades del público, teniendo una mayor inclinación a prestar un servicio social.

En definitiva, los museos de empresa poseen todos los recursos para llevar a cabo con éxito las tareas que un museo debe realizar: ofrecer una correcta y adecuada documentación de la producción industrial, evocando con fuerza el contexto de producción de los objetos (en este caso, al no dejarlo salir de su hogar principal, algo que obviamente no es posible en otro tipo de museos). Tales consideraciones muestran que el museo de la empresa responde de manera proactiva a las responsabilidades sociales y didácticas de los museos en general, y atestiguan el deseo en estos espacios de establecer un vínculo entre el pasado y el presente, entre la memoria histórica y la contemporaneidad, a través de una recontextualización de la función propia del diseño y su sentido.

Creación de museos de empresa: gestion@evemuseos.com

 


Recursos:

Bulegato, F. (2008): I musei d’impresa. Roma: Carocci.

Manetta, E. (2016): Presenting Design: a reflection on the Museography of Industrial Objects. Tesis doctoral.

Danilov, V. (1991): A planning guide for corporate museums, galleries, and visitor centers. Nueva York: Greenwood Press.

Gilodi, C. (2002): Il museo d’impresa: forma esclusiva per il corporate marketing. Castellanza: Libero istituto universitario Carlo Cattaneo.

Amari, M. (1997): I musei delle aziende. La cultura della tecnica tra arte e storia. 2ª edición, Milán: Franco Angeli.

Hirschman E.C. (1983): Aesthetics, Ideologies and the Limits of the Marketing Concept. Journal of Marketing, (47), pags. 45-55.

Colbert F. (1994): Marketing Culture and the Arts. Montreal-Paris Casablanca: Ga tan Morin Éditeur Itée.

Kotler, N. y Kotler, P. (1999). Marketing dei musei. Turín: Edizioni di Comunità.

Fotografía: Museo Porsche.


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