Expresión Artística en Centros de Ciencia

Expresión Artística en Centros de Ciencia

En este último medio siglo, se han creado múltiples centros de ciencia en todo el mundo, con el objetivo de difundir la cultura científica en la sociedad. De esta manera, las instituciones dedicadas al conocimiento de la ciencia representan espacios de interacción social para las personas que los visitan. La misión de estos centros es poner a disposición de sus visitantes las herramientas necesarias, no sólo para permitirles interactuar con sus contenidos, sino también para proporcionar una experiencia didáctica divertida, atractiva y variada. Fomentan, además, una participación deliberada, y lo hacen incluso liderando la oferta de opciones culturales y de educación informal de su comunidad. Para alcanzar estos objetivos, la museología científica está evolucionando constantemente, buscando alternativas cada vez más novedosas volcadas en la expresividad y, en particular, en el uso de las artes visuales y escénicas.

Actualmente, el arte – en todas sus posibles expresiones – se ha convertido en una de las herramientas más innovadoras, utilizándose en el proceso del diseño de nuevos centros científicos, o en la renovación de los ya existentes, dentro del contexto de la creación de exposiciones didácticas. Por ello, nos parece oportuno analizar la forma en la que este fenómeno ha ido tomando y sistematizando los métodos, tipologías e intervenciones artísticas que se están usando y aplicando ya en algunos de los centros científicos más representativos de la escena internacional. La reflexión de hoy pretende explicar la relación que existe entre las expresiones estéticas contemporáneas y la museología científica. Es precisamente la identificación de estas características compartidas lo que nos da pie a desarrollar una interpretación inicial y simplificada de este fenómeno.

Algunas de las etapas fundamentales de la investigación artística contemporánea nos muestran los elementos que forman la base de la relación entre el arte y la ciencia actuales. Nos centraremos en algunos de los conceptos que ayudarán a entender dicha relación: el concepto de interactividad y, al mismo tiempo, el retorno del encuentro con el «objeto»; la introducción de las nuevas tecnologías en el museo; y, por último, las áreas de interés científico que están cada vez más presentes en el centro de la investigación artística. Hablamos de la participación del público; el concepto de red; el arte como proceso, el modo de vida y la expresión gestual; la idea de acercar más al artista hacia el espectador, estableciendo asociaciones espontáneas y redes de relaciones; el evento artístico destinado a producir sentimientos, estados de ánimo, emociones, ansiedades, sensaciones, y no sólo con la exposición pasiva de objetos. Todas estas ideas y enunciados forman parte de la teoría que acompaña a la investigación artística contemporánea, pero que claramente se relacionan con la historia de algunas de las vanguardias artísticas. Sus raíces remontan al mismo período durante el cual, en el campo de la museología científica, se definían las condiciones para crear los centros de ciencia en los años sesenta. Un ejemplo de ello es el Deutsches Museum de Munich, que introdujo las primeras formas de interactividad con el público. Se llevó a cabo un cambio desde la tradicional «look but not touch» al «push the bottom» o al «Please do touch»; en otra palabras, se invitaba al público a activar diferentes mecanismos presionando un botón para ver lo que sucedía a continuación. Esta forma temprana de interactividad, entendida como «reactividad» (es decir, la respuesta de uno o más dispositivos mecánicos al input humano), se comenzó a aplicar también en el arte, en la interacción entre dos o más individuos, con la mediación, o no, de dispositivos tecnológicos.

La noción de interactividad como un acto físico, y no sólo mental, por parte del usuario, ya se podía observar en algunas de las obras de Marcel Duchamp. Por otra parte, el arte cinético requería, además, la participación del usuario, que era invitado a deconstruir la obra; el arte óptico, a su vez, convocaba la colaboración óptico-psicológica del público, para observar así los efectos visuales y las ilusiones perceptivas generadas por las obras. Sin embargo, en aquellos tiempos se trataba siempre de un proceso físico directo que, en algunos casos, era asistido por herramientas y mecanismos complejos, pero nunca creado con el apoyo de sistemas basados en las nuevas tecnologías contemporáneas. De hecho, en el arte, la idea de un dispositivo que amplificara diferentes capacidades humanas, debía asumir la forma de un sistema capaz de comunicar una amplia y variada gama de ideas al mismo tiempo y en el mismo lugar. En este contexto, la investigación desempeñó un papel esencial en los comienzos de aquellos elementos que conformaron lo que hoy conocemos como la estética de las relaciones, analizando además cómo la figura y el papel del artista se transformaban, otro punto delicado: el artista convirtiéndose en un creador no sólo de eventos, sino también de comportamientos.

Hemos mencionado brevemente el concepto de interactividad en sus diferentes formas en la investigación artística de las actuales vanguardias, y también cuál es la base de la visión de los centros científicos. Actualmente, los artistas muestran un creciente interés y necesidad de abordar estas áreas de experimentación creativa, convirtiéndose así en intérpretes de la complejidad tecnológica dentro de unos escenarios modernos. De hecho, ésto representa otro importante vínculo del arte con los centros científicos, ya que se producen conexiones entre la experimentación artística y la investigación científica, así como entre las aplicaciones tecnológicas que comparten. Sólo necesitamos considerar algunos de los temas frecuentemente explorados por los artistas, como la inteligencia artificial, la telepresencia, la telerobótica, la realidad virtual, la realidad aumentada, Internet, la visualización de datos, el activismo de redes o los juegos digitales y sus entornos narrativos, para percibir el poderoso impulso de transformar el espacio electrónico en una herramienta de representación artística, de acción e interacción con el espectador.

Y a partir de aquí, nos hemos visto obligados a manejar nuevas definiciones aplicadas a movimientos artísticos y a la ciencia: el Arte Evolutivo o Generativo (dibujos realizados que evolucionan y se transforman sobre cálculos de algoritmos genéticos), la Biotemática (arte en el que un proceso biológico está intrínsecamente conectado a las redes digitales) y el Arte Transgénico (basado en el uso de técnicas de la ingeniería genética para crear seres vivos). Todos estos movimientos van surgiendo continuamente, abriendo incluso el debate bioético en curso sobre los organismos genéticamente modificados y las variaciones genéticas. Y, al mismo tiempo, la investigación artística revela el sorprendentemente paradójico «crecimiento de la incomunicación social en la paradigmática sociedad moderna de las comunicaciones», urgiéndonos a encontrar formas alternativas de sociabilizar.

A modo de resumen, hemos intentado reconstruir cómo, a lo largo del siglo XX, la investigación artística y la comunicación científica, con una particular visión del sistema de los centros de ciencia, han desarrollado expectativas compartidas – ya que ambos campos son ejemplos de interpretación de la realidad y de la complejidad de nuestro sistema -. Tal y como se puede observar en las formulaciones de la museología científica, la experimentación artística ha asumido un nuevo papel: participar e informar al público sobre lo que actualmente está sucediendo a nuestro alrededor. Así pues, el desafío no es simplemente repetir lo que algunos especialistas pueden dar por sentado, sino buscar el espacio donde se produzca un encuentro entre estos dos campos, sacando lo positivo de esa convergencia, y generando lazos de unión y formas de comunicación entre el arte y la ciencia, dando paso así a un nuevo canal de difusión del conocimiento.

Es muy posible que el lugar más idóneo para facilitar este encuentro sean los centros de ciencia, más que las galerías de arte, ya que los primeros han asumido su papel como lugar para la interacción entre las personas, algo que se está consolidando cada vez más en nuestra sociedad. Los centros de ciencia disponen actualmente de un contexto general más favorable y sensible, donde es frecuente encontrar iniciativas que reúnen el arte y la ciencia – muchas más que en los centros de arte contemporáneo -, y que programan y producen también eventos temporales, como exposiciones y festivales.

Los temas que podemos barajar para producir experiencias que unirán ciencia y arte son múltiples y variados, y abarcan desde la ciencia moderna hasta los desarrollos científicos actuales, además de la física clásica, la inteligencia artificial, cyborgs, biotecnologías, genética, nuevas tecnologías, sostenibilidad ambiental, medio ambiente, ecología y muchos otros. Los métodos para explorar la complejidad de estos fenómenos deben partir del uso de la interactividad (especialmente en el sentido más actualizado y maduro del término, que es el de la activación de procesos relacionales entre personas con dispositivos de uso personal), exposiciones y actividades experimentales y experienciales. No podemos olvidar además que se está produciendo un retorno, un reencuentro, con el objeto «de una manera renovada», que afecta al «tiempo de observación», proporcionando un instante – crítico y consciente – para que las posibles lecturas se cristalicen en la mente de los visitantes.

Por último, el elemento que más contribuye a acercar el arte y la ciencia es el hecho de que comparten el mismo objetivo: construir y alentar el diálogo con la sociedad civil. Así pues, parece posible interpretar esta tendencia construyendo nuevas instalaciones, organizando, como decíamos, eventos, talleres artísticos, y todo ello como resultado de una nueva conciencia sobre el profundo cambio antropológico que se extiende a través de la evolución en los modos de producción y consumo del ocio, y sobre la transformación de las relaciones entre individuos en nuestra sociedad moderna. Como consecuencia, surge la tendencia a desafiar a los visitantes a participar en un debate político, ético y cultural, desvelando signos derivados de los códigos de arte (y, en particular, del arte contemporáneo) a través del tejido de las demostraciones científicas.

El arte, precisamente por su capacidad inmediata de implicar emocionalmente a las personas y de activar procesos de participación y diálogo, así como por su atención a los procesos en progreso en lugar de los sistemas consolidados, parece ofrecer la mejor manera de transmitir una sana inquietud al público, incluso en el segmento más proclive a visitar los centros de ciencias que, en su gran mayoría, constituye un público cautivo en edad de aprendizaje.

La idea subyacente de todo ésto parece ser que la combinación de la «capacidad de hacer» manual y técnica, la «capacidad de aprender» abstracta, la «capacidad de observar/oír /percibir la esencia de las cosas, y la capacidad de desvelar la belleza y el significado de las creaciones naturales y humanas, lleva a debate toda la capacidad humana para participar y construir ideas democráticamente, siendo ésta la única vía posible para asumir los desafíos planteados por los medios contemporáneos a la hora de producir y difundir conocimiento.


Recursos bibliográficos:

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Feyerabend, P. (1982): Contra el método; esquema de una teoría anarquista del conocimiento. Buenos Aires, Hyspamérica.

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Klimovsky, G. (1997): Las desventuras del conocimiento científico: Una introducción a la epistemología. 3ª Ed. Buenos aires, Al Editora.

Sourieau, E. (1998): Diccionario Akal de Estética. Madrid, Akal.

Tatarkiewicz, W. (1997): Historia de la Estética. Madrid, Tecnos, 1997- 2000. 420 p. (Metropolis).

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Vicente, S. (2000): Tiempos de diseño. Una visión de la teoría de los diseños desde la postura de Juan Acha. En: Ingreso 2001. Módulo 1: Universidad y sociedad. Mendoza, Facultad de Artes y Diseño.

Vicente, S. (2001): La investigación artística. Mendoza, inédito.

Vicente, S. (2003): Belleza simbólica; Reflexiones en torno a lo bello en la América Prehispánica. Mendoza, inédito.

Fotografía: Modern Design Ideas: Copenhagen Science Center | CEBRA.


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