Tendencias en Diseño y Construcción de Museos

Tendencias en Diseño y Construcción de Museos

 

Los proyectos de diseño y construcción de museos son conocidos lamentablemente por los sobrecostos, los retrasos en la programación y los clientes insatisfechos. Según el Better Business Bureau, las quejas en la construcción encabezan la lista de insatisfacción por encima de cualquier otra industria. Si añadimos la complejidad de trabajar con arquitectos/as estrella y otros/as estrellitas, en el diseño de museos «icónicos», con comités de construcción muy complejos, las dificultades se disparan. La necesidad de contar con costos cerrados e inamovibles, además de una implementación garantizada, es sumamente necesaria, pero la mayoría de las veces se trata de un objetivo no realizado para los proyectos de museos.

El intento de crear una obra de arte en forma de edificio, sin reflexionar demasiado sobre la importancia de las colecciones que albergará, ha sido la tendencia en el diseño de museos durante las últimas dos décadas. Hoy se impone el continente por encima del contenido. Muchos gobiernos locales incluso se han lanzado a la construcción del supuesto edificio emblemático, y cuando llega el momento de generar la estrategia museológica ya no les queda dinero. Casi todos deseaban vivir el momento Guggenheim, al precio que fuera. La fiesta se ha terminado. Pensemos que cuando el Museo Guggenheim de Bilbao de Frank Gehry irrumpió en escena atrayendo la atención internacional y los dólares del turismo a un área metropolitana en declive, otras ciudades tomaron nota, y el plan para los museos diseñados y construidos para el mundo continuó su cambio (muy pocos visitantes que salen del Guggenheim saben lo que han visto, pero esa es otra historia). Aunque probablemente no está vinculada directamente al éxito de esa institución, la finalización del Bilbao ciertamente consolidó una tendencia que muchos quisieron copiar, incluso sin poder permitírselo. En definitiva, desde la década de 1970, el papel de los museos ha cambiado radicalmente, dejando de ser aquellos «lugares tranquilos y solitarios que sirven principalmente a los niveles superiores de la sociedad», nos dice el arquitecto Arthur Rosenblatt, quien pasó 20 años en el MET de Nueva York.

El análisis de la organización About Museums estima que existen al menos 17.500 museos solo en los Estados Unidos. Es probable que la cifra sea más baja, sobre todo ahora, con la que está cayendo, y porque sus números solo reconocen a las instalaciones públicas. Aquellos que pertenecen a organizaciones privadas, fundaciones o familias, como el Nasher Sculpture Center en Dallas, no están contabilizados. Otra organización, el Instituto de Servicios de Museos y Bibliotecas compiló una base de datos de los museos que participaron en sus programas, 18.410. Esta cifra creció en más de 2.500 en solo ocho años.

Un impulsor de aquel crecimiento explosivo, que ya no lo es tanto, parece ser el atractivo universal de los museos. Hace un año, se contabilizaban más de 800 millones de visitas a museos (hasta febrero de 2020). Al día, 2,3 millones de personas practican las artes en diversas formas. Con este tipo de datos, el deseo de incluir un museo en la bolsa de la oferta cultural que ofrece un municipio es fácil de entender. Cada año ha ido creciendo el número de personas en Estados Unidos que visitan museos, más de las que asisten a todos los eventos deportivos juntos. A medida que el atractivo se ha ido haciendo más evidente, los museos evolucionaron para proporcionar una mayor variedad de servicios, experiencias y funciones a sus públicos.

Desde el efecto Guggenheim de Bilbao, el edificio en sí pareciera tener que servir como parte del atractivo – muchas veces ser incluso el único atractivo (ver nuevos museos en China, p.e.) -. Adjuntar el nombre de un «arquitecto estrella» a un nuevo museo servía como una forma de generar mayor entusiasmo en torno a la finalización del edificio y consolidar las visitas de los curiosos, ya no solo por el propio edificio en sí, sino también por las supuestas maravillas que albergaba. Entre los últimos ejemplos encontramos la adición de Renzo Piano al famoso Museo de Arte Kimbell en Fort Worth y el galardonado Nasher Sculpture Center en Dallas. El equilibrio adecuado en un proyecto constructivo de un nuevo museo es algo así como encontrar oro para los gestores de museos. Tal parece haber sido el caso del Museo del Vidrio en Tacoma, Washington, cuyo emblemático cono inclinado de acero inoxidable de 30 metros atraía a más de 300.000 visitantes al año. El museo fue diseñado por Arthur Erickson y el cono posee capacidad para 200 espectadores. Su estructura es un reflejo de la historia de la región; evocando a los quemadores de madera de aserradero característicos de la zona.

Una vez que los visitantes se sienten atraídos por el museo, el desafío consiste en mantener su interés. Entre las principales tendencias en estos días se encuentran las cafeterías, e incluso los restaurantes de autor dentro del museo (Thyssen). Las tiendas de regalos han adquirido un lugar privilegiado, y las que tienen una entrada desde la calle generan siempre un gasto mayor que aquellas a las que solo se accede a través de la colección. Además, los espacios del museo cumplen funciones más importantes que las que se producen durante el horario comercial normal. Bodas, eventos corporativos, conferencias, funciones políticas y muchos otros han tenido lugar dentro de las paredes del museo. El aspecto cultural de los edificios los hace naturalmente atractivos para acontecimientos de todo tipo. Como resultado, las grandes salas son algo común en el diseño de los museos más nuevos. Las tendencias adicionales que hoy impactan sobre su diseño incluyen espacios de galerías flexibles, arte y paisajismo al aire libre, capacidad tecnológica y un buen estacionamiento. Las exposiciones han viajado de un museo a otro, consiguiendo con su llegada atraer a más visitantes. Este fue el caso, por ejemplo, en Dallas, cuando llegó la exposición temporal del Rey Tut. Se formaron filas de personas que esperaban ver la exposición dando una vuelta completa alrededor de la manzana del Museo de Arte de Dallas.

La tendencia actual también ha estado centrada en dar respuesta a la necesidad de generar espacios al aire libre. Hay muchos ejemplos de museos cuyo verdadero tesoro es su jardín (Museo Clos Lucé, entre otros). Los visitantes apenas se dan cuenta de que están a tiro de piedra de una bulliciosa autopista. El diseño y la construcción del jardín deben hacerse de tal manera que el paisaje urbano casi desaparezca. Alinear la forma y la función es todo un desafío para este tipo de proyectos, donde debe añadirse la implementación del espacio construido manteniendo el presupuesto y un cronograma siempre ajustado. Elaborar presupuestos con precisión y crear diseños únicos es un verdadero desafío; por otro lado, los cambios de orden rápidamente ponen a prueba la paciencia (y la rentabilidad) de cualquier organización. Además de todo esto, los consultores de diseño de todo el mundo deben trabajar, superando barreras lingüísticas y culturales, en proyectos de museos que intentan diferenciarse de su competencia por encima de cualquier otra valoración, usando materiales procedentes de todo el mundo y gestionando egos que solo pueden rivalizar con las estrellas de rock. Estas son solo algunas de las razones por las que determinados proyectos requieren ser excelentemente planificados hasta el ultimísimo mínimo detalle. Se hace, pues, más que necesario, trabajar con un perfil de contratista que posea una mejor comprensión conceptual y de ejecución de los elementos que entrarán a jugar parte del diseño arquitectónico. Los diseños evolucionan y cambian y, cuando un contratista puede entender el proceso, el beneficiario es el producto final.

Una empresa de construcción de museos debe proporcionar servicios de preconstrucción y construcción para las instalaciones del nuevo museo. Por otro lado, los gestores del proyecto deben saber trabajar fluidamente con consultores y proveedores de todo el mundo a fin de obtener los materiales precisos necesarios para el museo. Hay que pensar que deberemos lidiar con consultores de iluminación que pudieran estar ubicados perfectamente fuera del país, o con los de seguridad, o de acústica, de otro continente. Además, muchas de las soluciones son realizadas a medida y fabricadas en otros países (nosotros trasladamos el equipamiento de un museo al completo en barco cuando fue necesario), por ejemplo con baldosas de Italia, marcos estructurales para el sistema de acristalamiento de la India y vidrio fabricado en China. Al trabajar de manera proactiva controlando a estos proveedores, se puede, además, establecer presupuestos y cronogramas realistas. Con el máximo control y gestión milimétrica es posible llevar a cabo el proyecto dentro del presupuesto, pudiéndose completar la construcción driblando los cambios de última hora que suelen ser los peores, y además ahorrando. El nivel de experiencia en en este tipo de proyectos también marca la diferencia.

Para que un proyecto de museo logre el resultado deseado, quienes colocan las piezas del edificio han de tener una dedicación absoluta para lograr una visión dentro del presupuesto, algo que debe bordear lo obsesivo. Aunque seguramente los gestores del nuevo museo pedirán que el edificio sea la primera atracción de todas las instalaciones posteriores, la intención y objetivos del Plan Estratégico Museológico no puede verse comprometido, nunca. Eso sí, seguramente deberemos luchar por su implementación. Por otro lado, frente a lo que en un primer momento pueda parecer aparentemente imposible, los contratistas son capaces de acoplarse y adaptarse lo suficiente como para trabajar codo a codo con los diseñadores y creativos que dieron forma al proyecto, identificando el método adecuado para trasladar el  «edificio dibujado» al hormigón, el acero y el vidrio. Un buen Plan Museológico realizado desde el principio del proyecto será la herramienta definitiva que impulsará a los visitantes del museo a acudir a él con entusiasmo y expectación. Las empresas responsables, aquellas que verdaderamente saben lo que es un proyecto de museo, pueden lograrlo, brindando al mismo tiempo la certeza de costos y cronogramas que requieren este tipo de proyectos tan complejos.

Recurso bibliográfico:

The Beck Group (2011): Key Considerations in Museum Design & Construction. Documento corporativo.


Si quieres recibir nuestro newsletter y los artículos de EVE por correo electrónico, rellena y envía el boletín adjunto, por favor, completando el campo correspondiente en el formulario de inscripción que encontrarás a continuación. Tu dirección de correo electrónico (asegúrate por favor de escribirla correctamente), será utilizada exclusivamente para enviarte nuestros newsletters y artículos, pudiendo darte de baja en el momento que quieras. Si no has recibido la confirmación de tu suscripción, mira en tu carpeta de spam.

Tus comentarios son muy importantes para nosotros

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Descubre más desde EVE Museos + Innovación

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo