Qué es Diseño de Exposiciones Sostenibles

Qué es Diseño de Exposiciones Sostenibles

 

Las Naciones Unidas crearon la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Comisión Bruntland) en 1983. En 1987, esta comisión publicó «Our Common Future», un alegato que venía a definir el desarrollo sostenible como la manera de «satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras, para dar respuesta a sus propias necesidades» (MacKenzie, 1991, 10).

El Design Council recoge el papel del diseño en el logro de la sostenibilidad: «… ofrecer el mejor desempeño (social, ambiental, económico) por el menor costo (social, ambiental, económico)».

Para que un diseñador alcance la sostenibilidad en su trabajo, deberá adoptar un enfoque holístico, un proceso que respete el espectro de necesidades indicadas por los tres pilares del desarrollo sostenible: responsabilidad social, protección del medio ambiente y desarrollo económico. Por lo tanto, en el proceso de resolución del concepto de diseño, de su atractivo estético y de su funcionalidad, el diseñador/a de la exposiciones (museógrafo/a) – si pretende adoptar los principios sostenibles – debe tener en cuenta el impacto de una exposición durante la construcción, el uso y su retirada definitiva. Para lograrlo, el museógrafo/a necesitará comprender las cuestiones de sostenibilidad que trataremos más adelante.

Los efectos perjudiciales de los procesos de fabricación industrializados en las relaciones sociales y el medio ambiente se identificaron ya en la década de 1850 en las obras de John Ruskin, y desde entonces han recibido diversos grados de reconocimiento. Así, por ejemplo, el movimiento Arts and Crafts a finales del siglo XIX y la Bauhaus a principios del XX, reflejaban, cada uno a su manera, las preocupaciones contemporáneas sobre el uso económico de los materiales y el mantenimiento de la dignidad humana, un planteamiento idealista en cuanto al potencial que tiene el ejercicio del diseño para mejorar el medio ambiente.

Por otro lado, el diseño sostenible es un aspecto del desarrollo sostenible, idea que se formalizó en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano de 1972 en Estocolmo. Por primera vez, las naciones se reunieron para considerar el medio ambiente y el desarrollo globales en la misma agenda. La definición ampliamente aceptada de desarrollo sostenible de la Comisión Bruntland facilitó gran parte del debate posterior. El discurso de Margaret Thatcher ante la ONU en 1989, sobre las formas dañinas y peligrosas en que la humanidad y sus actividades estaban cambiando el medio ambiente de nuestro planeta, podría considerarse una referencia histórica sobre las preocupaciones ambientales. Tatcher afirmó que: «… solo lograremos abordar los problemas a través de un vasto esfuerzo operativo… los países industrializados deben contribuir más para ayudar a los que no lo están» (Monbiot, 2005).

«El impulso duró hasta poco después de la Cumbre de la Tierra de Río en 1992″ (ibid.). Transcurridos veinte años de Estocolmo (1972), la reunión se valoró como fundamental para poner de relieve el consumo de los recursos naturales de la tierra por parte del hombre y el impacto que su agotamiento estaba teniendo en la biodiversidad natural del planeta. También supuso un llamamiento sobre el aumento de los niveles de contaminación en la atmósfera, la tierra y los océanos. La conferencia estableció políticas sobre desarrollo sostenible, incluidas en la Convención sobre la Diversidad Biológica y el Marco sobre el Cambio Climático (CMNUCC).

En febrero de 2005 entró en vigor el Protocolo de Kioto, un conjunto de políticas destinadas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático predijo que, incluso con la implementación exitosa del Protocolo de Kyoto, las emisiones de dichos gases continuarían aumentando durante muchos años, y no se restablecería el equilibrio antes del 2100. Los cambios, redactados en 2004, en lo concerniente a la limpieza y conservación de combustible del Reglamento de construcción, debían entrar en vigor en 2006. Estaban dirigidos, entre otras cosas, a ayudar al Reino Unido a cumplir sus objetivos de emisión de carbono, que afectaba principalmente a los edificios. Muchas prácticas estándar, originalmente aplicadas en el diseño y construcción de edificios, ya se han adoptado en construcciones a menor escala. Es posible que solo sea cuestión de tiempo que la ley regule la eficiencia de los recursos en lo relacionado a las exposiciones.

Desde principios de la década de 1970, el trabajo de organizaciones como Greenpeace y Friends of the Earth ha promovido la conciencia pública sobre los problemas ambientales, lo que ha generado una mayor demanda de productos ecológicos. Los consumidores conscientes del medio ambiente ahora son reconocidos como una fuerza de mercado considerable. Pero los diseñadores, en cierto sentido, desarrollan una doble función: son consumidores y proveedores. Experimentan bienes y servicios en ambos extremos de la cadena de suministro. Es posible que deban valorar las afirmaciones sobre temas medioambientales de los productos en la sala de juntas y en sus casas. Al tener un pie en el «mundo real» y otro en el negocio de «cambiar para mejorar», el diseñador ha de estar en condiciones de asumir una perspectiva informada sobre la adopción e implementación de prácticas de diseño sostenible. Realmente, lo que se necesita es la buena voluntad de todos.

Los arquitectos y usuarios de los edificios son conscientes de problemas como el Síndrome del Edificio Enfermo y la toxicidad de los materiales utilizados en su construcción. En consecuencia, las expectativas del público sobre la salud y la seguridad de sus entornos van en aumento, al igual que con respecto a los productos de consumo – como alimentos y servicios -. Los productos de consumo se diseñan, producen, compran y utilizan con mucha frecuencia en diferentes lugares del mundo. Esto significa que las consecuencias ambientales de la cultura del consumidor se distribuyen de manera muy desigual. En su revolucionario libro «Small is Beautiful: Economics as if People Mattered» (1973), Schumacher destacaba cómo los sistemas económicos occidentales podrían empobrecer la fuerza laboral en los países en desarrollo y dañar el medio ambiente a nivel mundial. Medir el «costo real», explicaba, significa tener en cuenta el impacto ambiental y el beneficio económico.

Si los beneficios ambientales y humanos globales son todavía, de alguna manera, inconmensurables, el desempeño financiero de las empresas no lo es. En una empresa, los beneficios de emplear una política de diseño sostenible se pueden medir en términos financieros. La reducción de los costos de energía y materiales, y el aumento del bienestar y la productividad del personal, por ejemplo, son ganancias potenciales mensurables. Por otro lado, las organizaciones comerciales se esfuerzan constantemente por distinguirse de sus competidores. Declarar las credenciales medioambientales de uno es una herramienta de marketing reconocida, si bien poco utilizada. También puede haber un aumento en las relaciones públicas y una mejora en las ventas si la política ambiental da como resultado un reconocimiento como el Green Mark Award. Asimismo, se producen beneficios para la sociedad en su conjunto, porque diseñar para la sostenibilidad mejora el medio ambiente y la calidad de vida para todos. Las directrices para el diseño de exposiciones sostenibles solo pueden establecerse en el contexto de una comprensión del impacto de la industria y de su cadena de suministro en el medio ambiente. Los diseñadores, por lo tanto, deben ser conscientes de la amplia problemática ambiental.

En 1995, la Agencia Europea de Medio Ambiente identificó los problemas ambientales clave cotidianos, como cambio climático, agotamiento de la capa de ozono, acidificación de suelos y aguas superficiales, contaminación y calidad del aire, gestión de residuos, problemas urbanos, recursos hídricos continentales, zonas costeras y aguas marinas, calidad del suelo y biodiversidad. (Fuad-Luke, 2002, 12). A continuación, describiremos los elementos más relevantes relacionados con el diseño sostenible – Es importante señalar que algunos de ellos pudieran estar interconectados -.

Calentamiento global.

El aumento de algunos de los gases que se producen en la atmósfera terrestre es consecuencia de la industrialización. Como resultado, el calor aumenta quedando atrapado en la atmósfera. Gran cantidad de dióxido de carbono (CO2) es liberado cuando quemamos madera, petróleo y carbón (combustibles fósiles) para la producción de energía. El resultado neto podría ser un aumento de la temperatura global anual con efectos posteriores en los ecosistemas, incluida la subida del nivel del mar. Para prevenir el calentamiento global, las emisiones de CO2 han de reducirse utilizando alternativas a los combustibles fósiles. El uso general de energía, especialmente cuando ésta deriva de los combustibles fósiles, también debe disminuir mediante una mayor eficiencia en la industria y empleando productos de bajo consumo energético

Agotamiento de la capa de ozono.

El ozono proporciona una capa protectora contra la radiación ultravioleta que proviene de la energía solar. El agotamiento de esa barrera implica que una mayor cantidad de estos rayos llegan a la tierra, causando daños a todos los seres vivos. También pueden provocar cambios en el clima y en el ecosistema en su conjunto. La liberación de cloro cuando los clorofluorocarbonos (CFC) se descomponen en la atmósfera es, en gran medida, la responsable del agotamiento de la capa de ozono. Deben encontrarse, pues, alternativas al uso de CFCs.

Deforestación tropical.

La destrucción de los bosques pudiera estar vinculada a la necesidad de desarrollo agrícola local, pero la obtención de madera para la industria de la construcción también es un factor importante. Los efectos inmediatos son: destrucción de especies, desertificación, pérdida del hábitat de los pueblos indígenas y cambio climático. Durante la fotosíntesis, los árboles absorben dióxido de carbono de la atmósfera, por lo que con la destrucción de grandes áreas de bosque las consecuencias directas son la alteración alarmante de los patrones climáticos locales y el calentamiento global.

Residuos.

La mayoría de los desechos se depositan en vertederos, algunos se incineran y otros se arrojan al mar. Estos métodos tienen graves repercusiones: los productos químicos tóxicos se filtran al suelo y afectan al suministro de agua; los gases de efecto invernadero escapan a la atmósfera. La basura en el relleno sanitario no se biodegrada porque las condiciones ambientales no son propicias. Y tirar los desechos, en lugar de reutilizarlos y reciclarlos, es una pérdida de recursos no renovables .

Contaminación del agua.

La demanda de agua por parte de la población en general y la industria en particular, ha aumentado de manera tan espectacular que se ha producido un déficit en la cantidad de agua limpia disponible para satisfacer todas las necesidades. Esto se ve agravado por la contaminación de las fuentes de agua por toxinas, aguas residuales y efluentes industriales vertidos en cursos de agua. Además de reducir la cantidad de agua potable, la presencia de sustancias nocivas en los sistemas hídricos provoca daños en los hábitats acuáticos de la flora y la fauna.

Agotamiento de recursos.

El consumo y el potencial agotamiento de los recursos naturales no renovables repercuten dramáticamente en la ecología del planeta. Es posible que no se conozca el alcance total de este efecto hasta que se hayan llevado a cabo investigaciones a largo plazo, pero el agotamiento de estos recursos puede tener serias implicaciones para las generaciones futuras, incluso para satisfacer sus necesidades básicas.

Por todo lo visto anteriormente, los museógrafos/as, a nivel profesional y particular, deberían ser muy cuidadosos y conscientes con el tema de la sostenibilidad. Por ello, han de actuar consecuentemente en la elaboración de cada uno de sus diseños.

Recurso bibliográfico:

Karl Abeyasekera y Geoff Matthews (2006): Sustainable exhibitions design. Guidelines for designers of small scale interactive and travelling exhibits. University of Lincoln Brayford, Pool Lincoln.


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