Museos, Innovación y Think Tanks

Los museos también se relacionan con historias que tienen que ver con la creatividad, y con sus diversos inconvenientes y soluciones: las innovaciones a lo largo del tiempo. ¿Puede el patrimonio cultural ayudar también a resolver los problemas que afronta esta época? ¿Cómo pueden los museos apoyar los procesos creativos y de innovación?

Los museos varían significativamente entre sí en términos de tamaño y contenido. Sin embargo, es común a todos que recopilen, conserven, investiguen y transmitan experiencias y conocimientos sobre nuestro mundo. Las exposiciones de las colecciones de los museos son dispositivos que disparan los recuerdos, creando enormes bancos de datos sobre contenidos abiertos a interpretaciones infinitas. Existen en el presente, pero hablan de tiempos pretéritos y pueden ayudarnos a percibir el futuro. Las exposiciones de los museos se pueden utilizar para investigar nuestro pasado, examinar el momento presente y sacar a la luz realidades y visiones alternativas del futuro.

El método de difusión del conocimiento más común para los museos son las exposiciones. Su enfoque narrativo y multisensorial – en el mejor de los casos – nos permite alcanzar el conocimiento a través de la experiencia, generando aprendizaje y comprensión. Así, asociamos nuestros conocimientos y vivencias previos con las colecciones que observamos. Estas asociaciones e interpretaciones emergentes resultan, por tanto, subjetivas. Los museos no son solo lugares para descubrir cosas nuevas sobre el mundo que nos rodea, sino también sobre nosotros mismos.

La innovación es la resolución creativa de problemas que, en esencia, trata de combinar los elementos de maneras nuevas. La desviación de los entornos convencionales puede ayudar a observar y hacer las cosas de modo diferente. La perspectiva temporal de los museos ofrece un punto de referencia y ayuda a vislumbrar el presente desde lejos, abriendo un horizonte que quizás no se percibe en nuestra vida cotidiana. Las historias, los objetos, las obras de arte y las exposiciones multisensoriales despiertan la imaginación y ayudan a expandir el pensamiento y el descubrimiento propiciando nuevas conexiones.

El desarrollo de soluciones diferentes también está relacionado con el aprendizaje y el descubrimiento. Como plataforma para la innovación, los museos no solo son detonantes de ideas, sino también espacios de aprendizaje. Un entorno de museo igualitario y relativamente neutral crea una buena plataforma para la colaboración y la relación. El movimiento en el espacio y una experiencia multisensorial aligeran el trabajo, rompen los roles grupales y permiten una interacción más relajada, facilitando así poder compartir las propias ideas. En los museos, todos deben tener derecho a expresar sus experiencias, lo que hace visibles las diferentes fortalezas de los individuos y apoya la participación.

La conceptualización de lo nuevo es el punto de partida de la innovación. Sin embargo, una buena idea, plan o invención no se puede considerar innovador hasta que se convierte en algo funcional que aporte un beneficio y que haya sido probado y aprobado por el público al que se destina. Conocer a la audiencia objetiva es fundamental para el proceso de innovación, ya que el núcleo de la innovación se encuentra precisamente en las necesidades de ese público. La innovación, por tanto, no puede tener lugar únicamente en la mesa de diseño; es necesario, desde el principio, comprometerse con el público objetivo, que debe participar, de una manera u otra, en el proceso innovador desde el comienzo de su conceptualización (ideación).

Las innovaciones pueden ser de naturaleza radical, es decir, revolucionarias para la tecnología, las prácticas, los mercados e, incluso, para la sociedad. Como ejemplos encontramos la electricidad, las ayudas para estudiantes y las redes sociales. Sin embargo, la mayoría de las innovaciones añaden valor progresivamente, es decir, se trata de mejoras de productos, servicios o estructuras ya existentes.

Aunque las semillas de la innovación a veces nacen en un momento único parecido a un destello, esto es bastante raro – no confiemos en las musas -. Muy a menudo, generar innovación es un proceso planificado, y ha de entenderse como algo con una parte consciente y otra subconsciente – una musa se asoma -, por lo que debe dársele suficiente tiempo y espacio. Se requiere tiempo para la conceptualización y la maduración del pensamiento, pero especialmente para sintonizar con el pensamiento innovador en sí mismo. Rara vez se produce en los contextos familiares o como parte del trabajo normal, y necesita la estimulación de todos nuestros sentidos, sacando pensamientos de donde no hay nada e, incluso, arrojándose a estados mentales poco convencionales – sin ayuda química -. La innovación es la producción de soluciones a los problemas existentes. Para su diseño, primero debemos identificar el problema y los factores vinculados a él, especialmente el grupo objetivo, sus necesidades y su entorno operativo.

Sacar beneficio del riesgo no supone éxito a corto plazo, pero puede ser una habilidad necesaria que mejore con el entrenamiento. Estos ejercicios no necesariamente aportan beneficios inmediatos al desarrollo de la innovación; por lo tanto, no debemos esperar nada de ellos. Sin embargo, es preciso variar el pensamiento para llevarlo por nuevos caminos, ya que esto ayuda a producir soluciones inusuales y novedosas. En el desarrollo de la innovación, no vale la pena aferrarse a la primera idea que surge, ya que suele ser la más convencional. El proceso de innovación se caracteriza por una rápida sucesión de ideas que brotan. Algunas de ellas se difuminan a lo largo del camino y solo una pequeña parte pasa a la etapa de implementación; a menudo, incluso se transforma del todo con respecto a la original. El proceso requiere mucho espacio mental, que permita girar y remodelar las ideas nuevamente – si fuera necesario -. Innovar es también un trabajo en equipo que involucra a mentalidades, opiniones y habilidades diversas. Un buen equipo innovador incluye expertos de diferentes campos y orígenes, y su capacidad para innovar surge tanto de cada persona como del grupo. Por lo tanto, es importante no prestar únicamente atención a la composición más diversa posible, sino también a actividades grupales que sean iguales y tengan en cuenta a las diferentes partes.

Asimismo, debemos considerar todas las soluciones que se estén abordando actualmente respeto al problema, además de las que se hayan desarrollado en el pasado. Una vez hecho ésto, la solución sugerida se planifica y se convierte, posteriormente, en un producto, servicio o estructura concreta y bien definida que puede ser probada en la práctica con el público objetivo. La primera prueba está destinada a ser un experimento ligero que proporcione respuestas a las cuestiones más esenciales de funcionalidad y utilidad. La retroalimentación se recopila del experimento y se analiza cuidadosamente. Con base a la información recibida, se realizarán las mejoras y experimentos necesarios mientras la innovación esté funcionando.

El proceso de innovación genera nuevos conocimientos y soluciones a los problemas identificados basados ​​en el saber hacer de un grupo. El nuevo desarrollo siempre implica un nuevo aprendizaje. Además, el paso por las etapas del trabajo estimula habilidades de innovación y comprensión sobre la naturaleza del proceso de innovación. ¿Qué son las habilidades de innovación en la práctica? Durante los procesos de innovación, las personas se hallan estrechamente entrelazadas como parte de un equipo, aplicando sus propias habilidades, saliendo de sus zonas de confort e, incluso, de sus áreas de especialización. Esas habilidades de innovación, entre otras cosas, consisten en desarrollar la capacidad de interacción y de encontrar, gestionar, enseñar, comprender amplias perspectivas, explotar la creatividad, evaluar nuestro propio aprendizaje y reconocer nuestras habilidades. Sobre todo, es la capacidad de pensar y actuar de manera diferente, lo que requiere una mentalidad abierta y valiente para asumir riesgos. También implica saber  tolerar la incertidumbre y aplicar la interacción con otros.

La educación para la innovación tiene como objetivo apoyar el desarrollo de estas habilidades, es decir, la disposición para buscar y proporcionar nuevas soluciones. La educación en innovación también guía la conceptualización e integración de cosas ya existentes para crear nuevas formas. Para todo ello, se trabaja en equipo sobre problemas concretos, creando nueva información y resolviendo desafíos reales. Pero también puede ser un trabajo es autodirigido y reflexivo. Las plantillas prefabricadas y las instrucciones detalladas se dan lo menos posible, ya que la definición de tareas y la identificación de problemas son partes importantes del proceso de aprendizaje. La educación en innovación fomenta la apertura del pensamiento crítico y creativo.

A menudo se considera que las actividades de innovación están relacionadas específicamente con las empresariales, las cuales identifican fundamentalmente las necesidades de un público objetivo cliente y el desarrollo de nuevos productos o servicios. La educación para la innovación es, por tanto, una parte natural de la educación para lograr tener espíritu empresarial. Sin embargo, no solo está relacionada con ese espíritu: el pensamiento innovador también tiene que ver con el saber hacer de la innovación, es decir, la capacidad de ver las cosas de manera diferente desafiando las prácticas predominantes, algo necesario aplicado a cualquier actividad que realmente se quiera renovar.

El think tank hace referencia a una organización, grupo o foro de discusión destinado a desarrollar sugerencias de solución para problemas seleccionados, y donde es posible analizar cuestiones sociales e idear soluciones a los problemas asociados a ellas. Con un grupo de expertos implementado en un entorno museístico, el museo sirve como una lente a través de la cual se exploran los temas sociales. Un grupo de expertos en un museo trabaja en tres áreas: la apertura de la discusión, la parte activa en la exposición y el resumen. Es bueno construir el evento en torno a un tema que funcione como hilo conductor del día. La discusión de apertura está destinada a servir como impulso para el tema elegido e inspirar ideas y preguntas. La parte práctica podría consistir en una discusión o taller (makerspace), y tiene como objetivo desarrollar las ideas iniciales y reflexionar sobre ellas en un entorno expositivo. Un think tank también puede utilizarse como introducción al proceso de innovación, para crear un tema o problema que resuelva el proceso real.

La idea de crear think tanks en los museos es una manera perfecta de generar una discusión social y experimentar con nuevos métodos de pensamiento y resolución de problemas. Para los think tanks, el contenido de un museo sirve como motor de conversación que nos lleva a crear. En los cursos de innovación de nuestros museos, los contenidos didácticos se aprovechan para apoyar la creatividad y el pensamiento a través de un proceso de innovación holístico. En este tipo de enseñanza, el museo funciona no solo como inspiración, sino también como apoyo en el proceso de aprendizaje. De este modo, ayuda a delinear las etapas del proceso de innovación y las propias habilidades, pero además permite desarrollar habilidades que pueden ayudarnos en nuestra vida laboral de diversas maneras.

Recurso bibliográfico: