Colecciones Año 2030

Colecciones Año 2030

 

Las colecciones que se exponen en los museos son de gran interés para todos nosotros. Los millones de objetos que presentan constituyen una fuente de conocimiento, orgullo, inspiración, identidad y controversia, además de una oportunidad para la reflexión del público, de las comunidades y de los investigadores. Pero sabemos que todavía existe un gran potencial sin explotar en esas colecciones. Los museos pueden hacer mucho más para descubrir los recursos y beneficios que pueden generar; son conscientes del papel especial de las mismas y la mayoría considera que, recopilar y curar objetos para beneficio público, es uno de sus principales deberes y tareas. Tradicionalmente, bastaba con que los museos reunieran, conservaran, registraran y mostraran sus colecciones en «beneficio público». Pero, tanto la idea de «beneficio» como la del modo de ofrecerlo, han cambiado. Los museos interpretan que para un mayor beneficio público se requiere una mayor participación y comprensión de las colecciones que poseen. Muchos ya cuentan con la experiencia interna y con el conocimiento de los usuarios para conseguir enfoques diferentes, más relevantes y, a veces, más críticos en la interpretación.

Las narrativas que sostienen las colecciones, amplían la participación y aseguran su relevancia a largo plazo. Los museos deben pensar estratégicamente -en el transcurso de la próxima década- en cómo administrar y utilizar esas colecciones para generar beneficios públicos, así como en los cambios pertinentes, tanto en las políticas como en la cultura, para conseguirlo. Debemos identificar las prioridades clave para el uso y gestión, implicando a patronos, y demás partes interesadas, a fin de que trabajen junto a los profesionales. Son muchos los museos que ya han asumido este desafío entendiendo el «funcionamiento» de las colecciones y trabajando para generar impactos más allá de sus muros. Por otro lado, las presiones a raíz de la escasez de la financiación pública han obligado a hacer cambios en la forma de gestionar las colecciones, con una reducción general del personal museológico especializado, lo que, a su vez, tiene implicaciones sobre el uso actual y futuro de las mismas.

Las posibilidades tecnológicas también están cambiando la forma de entender el «beneficio público». En los últimos veinte años, los museos han lidiado con todo, desde aplicaciones móviles hasta el big data, lo que les ha permitido reorganizar sus colecciones para atraer al público con fórmulas innovadoras. Muchos han experimentado con la tecnología digital, colecciones en línea y redes sociales, obteniendo diferentes niveles de éxito. Con todo, la esfera digital sigue representando una oportunidad enorme y emocionante, con un público que demanda cada vez más la participación en las colecciones de forma digital, y es en estas áreas clave donde los museos deben ponerse las pilas.

Quizás el cambio más significativo a la hora de entender nuestras colecciones tenga que ver con la transformación de la sociedad. Los debates sobre transparencia, libertad de expresión, igualdad,  justicia social, acción ambiental, así como la descolonización cultural, resuenan en nuestras instituciones culturales más que nunca, provocando profundas implicaciones para la interpretación, la comprensión, la exposición, el almacenamiento y la conservación de colecciones. Ya solo con el hecho de participar en estas discusiones, los museos pueden ser relevantes, tratando de capacitar a un amplio abanico de visitantes. Sus colecciones poseen el gran potencial de empoderar a las personas. En una era de división social y política, de cambio climático y demográfico, y de degradación ambiental, se valora cada vez más el papel del museo en el apoyo al activismo. A través de sus colecciones pueden empujar al público a la acción y proporcionarle los hechos y la comprensión que son relevantes para su causa. Este rol es importante en tanto y cuanto los museos se encuentran entre las pocas instituciones que aún conservan un alto grado de confianza pública en la sociedad. Escuchamos y nos preocupamos por las historias que nos narran a través de sus contenidos expositivos, entendiendo su responsabilidad ética a la hora de dar una información precisa sobre sus colecciones.

Hay que piensa que esta confianza pública tiene que ver con la neutralidad de los museos y con su estatus como expertos independientes; y que participar activamente en los problemas actuales podría minar esa confianza. Sin embargo, está ampliamente reconocido que «no son neutrales» y que, tanto ellos como sus colecciones, son producto de la opinión, los prejuicios y la experiencia de vida de los coleccionistas, museólogos y patronos que confluyen en ellos, incluídos los financiadores. Antiguamente, los museos participaban en la construcción del sentido de nación -para reforzar el orgullo cívico- y como vitrinas del imperio. En las próximas décadas, podrán usar sus colecciones para conseguir hacernos partícipes activos en nuestra sociedad, brindándonos la perspectiva y las herramientas necesarias para diseñar soluciones a problemas contemporáneos, desafiando la injusticia, o, simplemente, para unirnos un poco más. Con ello también se tendrán que enfrentar a algunas de las críticas formuladas en la práctica de la conservación de colecciones históricas, si es que mantienen su narrativa sobre el poder.

Frecuentemente, se piensa que las colecciones de los museos son cosa del pasado, y que tienen poco que decir sobre el mundo moderno. Algunos museos alientan esta percepción, enfocando su interpretación únicamente en los aspectos históricos de su colección. Sin embargo, es mucho lo que tienen que decir sobre nuestro presente y nuestro futuro, y pueden servir para estimular a los visitantes a plantear preguntas sobre el mundo en el que viven con el fin de analizar los problemas desde una nueva perspectiva; o para inspirar un interés nuevo por lo que les rodea. Para conseguirlo, los museos necesitarán cuestionarse las historias que narran sus colecciones: ¿Estamos narrando las historias correctas para nuestro tiempo? ¿Cómo pueden las colecciones crear un impacto emocional en las audiencias? Muchos museos ya han pasado de un enfoque taxonómico a uno narrativo, vinculando elementos individuales con temas universales o contemporáneos, y formulando preguntas explícitamente a las audiencias sobre dónde se posicionan respecto al mundo. También deberán analizar críticamente sus propias colecciones y considerar las diferentes narraciones que ofrecen. En muchos casos, descubrirán que objetos relativamente sencillos pueden adquirir un significado real vistos a través de una lente diferente.  Este reexamen de las colecciones desde nuevas perspectivas debería ser una parte fundamental del trabajo del sector en el transcurso de los próximos años. Hemos de estar dispuestos a cambiar los puntos de vista sobre las colecciones, considerando qué nuevas historias se pueden narrar a partir de ellas y qué nuevas voces podemos traer a nuestros museos. Algunos de ellos ya están pensando en el impacto social y en cómo marcar la diferencia al trabajar con sus comunidades. Utilizan su entorno, colecciones y personal para mejorar la salud y el bienestar, generando, por ejemplo, lugares deseables para vivir y  espacios para el debate y la reflexión, a menudo con gran éxito.

Pero no dejan de surgir dificultades para el progreso y la innovación en nuestros museos. En los más grandes todavía existe una cultura de trabajo en silos, que separa artificialmente las colecciones del aprendizaje, la divulgación y el desarrollo de la audiencia. En este sentido, es fácil caricaturizar sobre la práctica convencional de los museos: la torre de marfil en la que se parapeta el académico, con un perfil sin el menor atisbo de creatividad y sin asumir, por supuesto, riesgos. Esta visión se refleja muy negativamente en nuestro sector y disminuye el beneficio público que los museos pueden ofrecer a la sociedad.

A modo de resumen, mencionaremos que el sector de los museos, en general, sigue siendo extremadamente reacio a «arriesgar» con relación a las colecciones. Muchos temen que se les culpabilice si algo sale mal, que se les juzgue por un comportamiento poco ético o que se ponga en duda su credibilidad profesional. En el transcurso de la próxima década, los museos deberán adoptar un enfoque más medido sobre la preservación y el riesgo, valorando el beneficio público al utilizar contenidos de la colección, tanto dentro como fuera de su ámbito, amoldándose a los requisitos de conservación. Este cambio de cultura requiere un liderazgo claro: los fideicomisarios -incluídos los funcionarios electos- y la alta gerencia deben comprender plenamente la misión de los museos -más allá de la conservación- y la necesidad de tomar medidas para reducir los acuerdos de trabajo en silos que fomenta ese enfoque que evita el «riesgo». Es necesario desarrollar colecciones empoderadas y relevantes para entender quiénes somos. Muchos museos, especialmente aquellos con grandes colecciones acumuladas durante décadas o siglos, no son conscientes de todo lo que poseen.

La información de las colecciones a menudo resulta inadecuada y no está adaptada a la era digital. Los museos están «llenos de cosas», y se pierden recursos valiosos en objetos que no se ajustan a las políticas de innovación sobre las actuales colecciones; a veces, incluso, se duplican colecciones. Por otro lado, los museos son criticados regularmente en la prensa por tratar de mantener la gran mayoría de las colecciones «ocultas en el almacenamiento»; y han de enfrentarse a estos problemas. Debemos considerar todo el ciclo de vida de las colecciones: recolección, conservación, investigación, uso y eliminación, como parte de un proceso.  Los próximos años traerán muchas oportunidades para una dinamización. La combinación de innovación tecnológica, el aumento de la confianza curatorial y museológica, las asociaciones y un mayor uso de los aportes del público, podrán garantizar que la gestión de las colecciones sea eficiente e impactante y que el público tenga una participación real en el futuro de las mismas.

Recurso:

Steve Miller (Head of Norfolk Museums, Norfolk Museums Service), Sally MacDonald (Director, Museum of Science and Industry), Gillian Findlay (Head of Museums and Collections, Culture Perth and Kinross), Owain Rhys (Community Engagement and Participation Manager), Amgueddfa (Cymru-National Museum Wales), Simon Cane (Executive Director, UCL Culture) y Sharon Heal (Director, Museums Association) (2018): Collections 2030, Discussion paper. Museums Association.


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