El Museo Mediatizado y Conectado

El Museo Mediatizado y Conectado

 

Los medios de comunicación son, y han sido siempre, herramientas clave en el trabajo de cualquier museo que pretenda estar relacionado con la participación del público y la inclusión. De hecho, hay quien opina que los museos son meros medios de comunicación, y se discute cómo se podría utilizar la teoría de los medios para definir y estructurar la comunicación entre los museos (Hooper-Greenhill, 2004; Henning, 2006). Sería interesante hacer una distinción entre los enfoques semióticos de los medios y las perspectivas exclusivamente materiales. Así, por ejemplo, la narrativa sobre los procesos semióticos de dichos medios, hacen hincapié en su papel aplicado a las museografía de las exposiciones, formando parte esta comunicación del conjunto de mensajes que emite el museo para que sus visitantes los decodifiquen (Hall, 1973; Hooper-Greenhill, 2004). Este concepto difiere de las teorías materialistas de los medios, que los consideran algo más que una simple herramienta para la transmisión de mensajes, y se focalizan en cómo están conformados por aspectos tangibles (materiales), experienciales y sociales. De este modo, las propiedades materiales de los medios quedan definidas como algo más que una simple interfaz y de percepción visual, cuyo papel es el de generar experiencias en el espacio y en el tiempo, siguiendo las teorías de Innis, McLuhan, Williams y Kittler (Hennion, 2006).

En los estudios de medios, esta perspectiva ha sido remarcada por una escuela de académicos centrada, principalmente, en las relaciones mutuas que dan lugar a las tecnologías de la comunicación. Últimamente, los análisis sobre los medios de comunicación incluyen puntos de vista y conceptos referentes a la ciencia y a la tecnología, otorgando una gran importancia a las políticas de materialidad que dicha tecnología introduce en la mediación (Gillespie et al., 2014). Otro ejemplo es la perspectiva no centrada en los medios e incorporada en su uso -propuesta por los antropólogos especialistas en los medios-, que se focaliza en los aspectos más ordinarios de sus prácticas sociales, incluidos los medios (Crossley, 2001; Moores, 2012; Pink, 2012).

La comprensión de los medios por parte de los museos involucró el enfoque materialista, ya que comenzaron a utilizarse muy rápidamente, a fin de desmaterializar y acercar los objetos del museo a sus visitantes en las exposiciones (Hennion, 2006). Así, el Museo Mediático de Otto Neurath, tan influyente para el pensamiento vanguardista de principios del siglo XIX, desarrolló un lenguaje completo de iconos o pictogramas, los «isotipos», cuyo objetivo era utilizar el conocimiento de la vida cotidiana de las personas y experiencias para dar forma al lenguaje museístico. El papel de los medios en el museo mediático de Neurath fue esencial para destacar el papel social del museo.

Frank Oppenheimer, el fundador de The Exploratorium ,en San Francisco, también concebía, en la década de los 60,  las instalaciones interactivas como medios explícitos de comunicación con sus visitantes, con un potencial capaz de facilitar la reflexión sobre la relación de la ciencia con las vidas personales (Hennion, 2006). El trabajo de Oppenheimer supuso una respuesta al misticismo y a la percepción extra sensorial de la naturaleza,  que -junto con las opiniones escépticas sobre la ciencia- floreció en San Francisco a finales de los años sesenta. El trabajo de Oppenheimer con The Exploratorium se basaba en una comprensión de los museos como instituciones educativas. La políticas de educación estuvieron presentes en su trabajo, y directamente relacionadas con los ideales de los medios interactivos y prácticos en los museos de ciencia. De esta manera, las innovaciones tempranas de dichos museos se construyeron sobre una comprensión fundamental de la política material de los medios y del museo mediatizado.

Al mismo tiempo, el museo mediatizado ha sido reconocido por su capacidad para el desarrollo social y el activismo, y se ha abierto el debate sobre cómo los museos pueden actuar como «terceros espacios» (Bhabha, 2004), capaces de facilitar las relaciones históricas, políticas y morales (Pratt, 1991; Clifford, 1997). Estas posibles consecuencias sociales de la comunicación del museo abordan seriamente el hecho de que los medios puedan proporcionar la plataforma y el espacio adecuados para el desarrollo de prácticas sociales. Todo esto va mucho más allá de la comunicación tradicional de las colecciones en los museos como instituciones sociales. Aparte de las ideas innovadoras mencionadas anteriormente, debemos recordar que la historia del museo moderno coincide con la de los medios tecnológicos de comunicación, también modernos (Hennion, 2006). Algunos museos entendieron rápidamente el potencial de las nuevas tecnologías de comunicación para desarrollar modos de visualización y archivo. Por otro lado, con las redes sociales contemporáneas, simulaciones móviles y basadas en GPS, realidad mixta y aumentada, reconocemos el interés inherente del museo para utilizar estos medios y generar, asi, un museo participativo y democrático.

El concepto de museo conectado (Drotner y Schrøder, 2013) se ha introducido también en los estudios de medios para reflexionar sobre el papel central que los medios digitales desempeñan en esta evolución positiva. Esto pone fin al pensamiento lineal en las estrategias de comunicación  y en la educación de los museos(Din y Hecht, 2008), lo que genera nuevas condiciones para que estos puedan desempeñar una función importante en los desafíos sociales actuales de la cultura mediada y participativa. El museo conectado introduce nuevas prácticas mediadas que van más allá de la comunicación y apoyo a sus comunidades. Recientemente, se está prestando mucha atención a la influencia de las redes sociales en la creación de la experiencia de los museos, sobre todo en lo relacionado con la producción de contenidos (Stuedahl, 2011; Russo 2012), como, por ejemplo, la circulación de imágenes digitales, que se utilizan para crear nuevas relaciones y asociaciones con las comunidades de interés en línea (Colquhoun y Galani 2013). Los medios sociales permiten las acciones de crowdsourcing, además de corregir, contextualizar, complementar, co-curar y encontrar contenidos (Oomen y Aroyo, 2011), y, al mismo tiempo, desafían a los museos a manejar las nuevas conexiones creadas.

La inclusión de las prácticas de los medios sociales en los museos resulta demasiado ambigua, y genera problemas entre las prácticas sociales y las infraestructuras tecnológicas e institucionales de los archivos y museos, ya que el contenido para aficionados puede desafiar una concepción existente de calidad, derechos de autor y responsabilidades del propio museo (Holdgaard y Klastrup, 2014; Van Passel y Rigole, 2014). El dilema sobre la conexión digital y analógica de la sociedad actual con sus museos aún están por explorarse, pero siempre dentro de un museo conectivo, ejemplo contemporáneo de cómo los medios de comunicación actúan como una fuerza imprescindible para que la innovación llegue a nuestros museos.

Recurso:

Dagny Stuedahl y Vitus Vestergaard (2018): Media innovations in museums. Media Innovations and design in cultural institutions. Nordicom Universidad de Gotemburgo (Suecia).


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