Aunque un pequeño número de museos del mundo existen desde hace muchos cientos de años, la gran mayoría son creaciones muy recientes en términos históricos. En la mayor parte de los países en desarrollo, durante sus períodos coloniales de África, Asia, el Caribe y las regiones del Pacífico, existieron pocos museos, o prácticamente ninguno. Incluso en los países más desarrollados, en términos numéricos, la mayoría de los museos se han creado a partir del final de la Segunda Guerra Mundial y, por lo tanto, son más jóvenes que los dos organismos mundiales que tienen una responsabilidad particular sobre ellos: la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, y el Consejo Internacional de Museos (ICOM), a nivel profesional no gubernamental. El ICOM examina el crecimiento y la diversificación del empleo en los museos, y estudia algunas de las cuestiones más importantes a las que se enfrentan los trabajadores de los museos de hoy. También aborda la creciente profesionalización del empleo en los museos, incluyendo el establecimiento de códigos y organizaciones profesionales, y, así mismo, se encarga de la expansión y naturaleza de la capacitación profesional.
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Es difícil estimar el número total de trabajadores empleados por los museos, ya que pocos países disponen de estadísticas nacionales fiables que cubran específicamente el empleo en estas instituciones. Sin embargo, existe un índice sobre la expansión mundial del personal de los museos que muestra el crecimiento explosivo relacionado con la altas en la membresía del Consejo Internacional de Museos (ICOM) en los últimos años: en 1974 existían menos de 1.000 miembros de pleno derecho en unos 50 comités nacionales, y actualmente la cifra ha aumentado hasta los 18.000 en 140 países.
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El crecimiento del empleo no sólo se debe a la creación de nuevos museos, sino que también incluye la creciente complejidad y especialización del trabajo museístico interno, relacionado con las funciones tradicionales de conservación, conservación, exhibición e investigación. Se ha producido una rápida expansión del papel del museo en nuevas áreas importantes de responsabilidad, particularmente debida al creciente reconocimiento de que los museos deben aceptar un papel educativo y social mucho más amplio dentro de su sociedad y comunidad. La definición de museo del Consejo Internacional de Museos (ICOM), incorporada en los Estatutos del ICOM de 1974, hizo hincapié en que, lejos de ser sólo un edificio que contuviera una colección y recibiera visitantes, un museo debía ser visto como una «institución, al servicio de la sociedad y de su desarrollo».
Tradicionalmente, los empleados del museo se separaban en dos grupos muy distintos. Por un lado, se daba el perfil de lo que hemos denominado «curadores» (ver, por ejemplo, Boylan 2002), surgido en los siglos XVIII y XIX , cuando el coleccionista acaudalado, o la sociedad culta para caballeros, contrataban mano de obra asalariada con el fin de ayudar en el cuidado y mantenimiento de sus gabinetes y colecciones, aportando un trabajo científico y de investigación más amplio. Estos curadores modelaron su trabajo, en gran medida, sobre encargos (centradas en el objeto) que hacía el coleccionista privado cuando necesitaba un investigador académico especializado en su disciplina académica elegida, ya fuera historia del arte, arqueología, etnografía, geología, o lo que fuera. En el pasado (e incluso hoy en día) estos curadores (o museólogos en el sentido tradicional) constituían normalmente todo el personal profesional del museo. En tales casos, el director también se veía a sí mismo como un conservador, probablemente valorando su papel como el de comisario en jefe más que el de jefe ejecutivo o gerente. Cualquier tiempo dedicado a la supervisión de las políticas administrativas, y de la gestión de operaciones del museo, se consideraba el peor e indeseado sacrificio, que consumía, además, el valioso tiempo académico.
En estos sistemas, los curadores estaban relacionados con casi todo el trabajo especializado del museo: adquirir colecciones, especímenes y obras de arte, investigar, catalogar y documentar sus colecciones e interpretar y comunicar su significado a través de la exposición permanente del museo, de galerías, exposiciones temporales, publicaciones y programas educativos, como las conferencias y las visitas guiadas. A su vez, los curadores-generalistas «generalistas» (normalmente muy» pequeños») recibían la colaboración de una sola categoría de personal de apoyo no profesional, trabajadores manuales humildes, que estaban encargados, principalmente, de todos los preparativos necesarios para proporcionar asistencia a los trabajos de secretaría.
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Todavía hay museos que se ajustan al modelo «curador-erudito» (que horror), donde la dirección del museo es de corta duración (quizás de tres a cinco años como máximo). Se trata de personas nombradas, o incluso elegidas, de promoción temporal, cuyos principales deberes administrativos son firmar las cuentas, documentar y enlazar con los órganos de gobierno y de financiación, en lugar de los de liderazgo a largo plazo y dirección estratégica del museo. Típicamente, bajo tales políticas, la dirección está en manos del jefe electo o presidente de un departamento universitario. Al final del plazo prescrito, el director regresa – sin duda con gran alivio – a su primer amor: investigación académica o curatorial entre las colecciones. Igualmente, el personal de nivel superior, o incluso de nivel medio, por simpatía con las ideas y los planes del director, podría simplemente sentarse, postergar y esperar a que terminara el actual mandato de un director que pudiera resultar problemático.
La historia del ICOM documenta, al menos en parte, la creciente diversificación y división del trabajo dentro del mundo museístico. La primera conferencia general del ICOM, celebrada en París en 1948, pidió el reconocimiento y la formación adecuada para el personal técnico del museo, utilizando el título actual de «museógrafos» para cubrir una amplia gama de personal de apoyo. La siguiente conferencia general, celebrada en 1950 en Londres, reconoció a los «restauradores» como una profesión museológica distinta, e inició una encuesta con éstos, incluyendo la disponibilidad o no de formación profesional, calificaciones, salarios, tiempo de trabajo científico y otras condiciones de trabajo. En la siguiente conferencia general, celebrada en Milán en 1953, reconoció la necesidad de que los museos emplearan a especialistas en educación con títulos de enseñanza reconocidos y crearan un Comité Internacional para la Educación en Museos.
La conferencia general de Nueva York de 1965 fue quizás la más importante e influyente de los primeros años del ICOM, reconociendo como partes válidas e importantes de la profesión museística una gama diversa de, al menos, once categorías de museos profesionales: «curadores de museos, personal administrativo, restauradores de obras de arte, técnicos de conservación, personas cualificadas… Una amplia gama de personal técnico, que incluía especialistas en «técnicas audiovisuales, instalación y presentación de exposiciones, iluminación, acondicionamiento climático, seguridad, técnicas de biblioteca y documentación, etcétera…» La Conferencia de Nueva York también reconoció la necesidad de un sistema paralelo de formación especial para el personal de los pequeños museos, donde una o dos personas necesariamente tienen que realizar una amplia gama de tareas especializadas.
Posiblemente, el primer intento integral para definir la gama de empleos especializados en museos, fue el estudio preparado en 1978 para la Asociación de Museos Canadienses. Ésta identificó y definió veinticuatro posiciones de empleo de museo profesional y no profesional en museos de su territorio, con indicaciones sobre las cualificaciones, capacitación y otros requisitos, añadiendo las principales responsabilidades y actividades laborales de cada uno (Teather 1978). Esa tendencia hacia una mayor diversidad y especialización continúa hasta el día de hoy. Una guía de carreras de museos elaborada en 1996 en la Oficina de Programas de Museos de la Institución Smithsonian, detalló no menos de sesenta trabajos distintivos identificados y analizados en un estudio realizado sobre museos en los Estados Unidos (Glaser y Zenetou 1996).
Los curadores tradicionales se sienten inevitablemente muy amenazados frente a los grandes cambios. Patrones y reacciones similares se pueden observar en muchos otros países y tradiciones de museos. Por otra parte, la formación profesional de los museos normalmente no está a la altura de estos cambios importantes, ya que la gran mayoría de los cursos avanzados de formación museística se centran, casi exclusivamente, en la educación en las dos áreas de curaduría y conservación en el sentido tradicional (postgrado inicial pero formación y calificación previa al empleo). Es importante destacar que la definición de «trabajador profesional de museo» del ICOM es muy amplia y abarca a todos los empleados profesionales, técnicos y de gestión de los museos tradicionales y no tradicionales así como a los de los servicios del patrimonio. También engloba al personal de una amplia gama de órganos conexos, incluidas las galerías de arte contemporáneo sin ánimo de lucro y centros científicos sin colecciones permanentes, instituciones de conservación y formación profesional, organismos y asociaciones gubernamentales y profesionales relacionados con museos, sitios naturales y culturales, monumentos, parques y Centros culturales de grabación y promoción del patrimonio cultural inmaterial.
Hasta hace muy poco tiempo, la gran mayoría de los empleos de museos en el mundo eran «colocados permanentes» dentro de alguna forma de servicio gubernamental o de gobierno local y condiciones de empleo. De hecho, este patrón estaba tan extendido que en los primeros días del sector museístico «independiente», que ha surgido en los últimos años en algunos países, particularmente en el Reino Unido, las condiciones de empleo y, a menudo incluso, las escalas de sueldos y los regímenes de pensiones adoptadas por este sector de reciente aparición, se tomaron directamente de los convenios colectivos establecidos por el sector público. Sin embargo, los rápidos movimientos hacia la privatización y la descentralización que ahora se producen en muchos países están derribando estas estructuras tradicionales. Por ejemplo, en el Reino Unido, a partir de mediados de los años 80 y en adelante, el personal de los museos nacionales experimentó el cambio de las condiciones de empleo del servicio público del gobierno central a los contratos directos con sus museos individuales, algo que ha ocurrido en muchos países de centro y norte de Europa, y en otros países occidentales.
Como resumen decir que, en los últimos años, la definición de «trabajador profesional de museo» del ICOM se ha ampliado notablemente, incluyendo el reconocimiento de contratos a corto plazo y freelance, e incluso servicios completamente privatizados, especialmente los de apoyo, entre los que se encuentran conservación y restauración, diseño y producción de exposiciones, fotografía y edificios, además de los trabajos de seguridad. Es por ello que el ICOM define ahora el término «trabajador profesional de museo» como:
Aquel personal de museos o instituciones que se califiquen como museos de conformidad con la definición del artículo 2, (párrafo 1) al haber recibido una formación especializada o poseer experiencia práctica equivalente en cualquier campo pertinente a la gestión y el funcionamiento de un museo y a personas independientes que respeten el Código de Ética Profesional del ICOM y que trabajen para museos como se ha definido anteriormente, pero no incluyendo a aquellos vendedores de los productos y equipos comerciales necesarios para los museos y sus servicios. (Estatutos del ICOM, artículo 2.2).
La orientación oficial del ICOM sobre la interpretación de la frase «haber recibido formación especializada o poseer una experiencia práctica equivalente» sugiere que los comités nacionales deberían reconocer a todas las personas que hayan completado con éxito un primer título o diploma relacionado con algún aspecto del empleo en una universidad u otro centro post- secundaria, instituto técnico o colegio. Sin embargo, en el caso concreto de los trabajadores de museos más antiguos, el ICOM continúa admitiendo a aquellos que ejercen responsabilidades profesionales en un museo y que han adquirido, a través de la experiencia práctica, un nivel de conocimiento y competencia profesional, al menos equivalentes al de un graduado universitario.
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Foto principal y para redes sociales: CJWHO