Se ha argumentado que los modelos lingüísticos sólo se pueden aplicar a las exposiciones en un sentido limitado, ya que el entorno de la exposición es mucho más complejo y multifacético que un simple texto (Roppola, 2012). Roppola ha desarrollado una teoría sobre la experiencia de los visitantes basada en la «multimodalidad», un concepto semiótico más amplio, que abarca todas las formas de expresión de significado para una cultura determinada. Texto, voz, imágenes, sensaciones y sonidos son, todos, ejemplos de modos semióticos. La tipografía y los colores se pueden considerar «modos» en algunos contextos. Multimodalidad es, pues, la integración de múltiples modos en la creación de significado – en una conversación, por ejemplo, el significado se transmite no sólo a partir de las palabras habladas, sino a través del tono de voz, los gestos y el volumen -. Roppola genera su teoría inductiva utilizando entrevistas realizadas a más de 200 visitantes de diferentes museos. Se compone de cuatro conceptos de interconexión entre el visitante y la exposición que son fundamentales: Enmarnación, resonancia, canalización y repercusión. Vamos a intentar explicar cada uno de estos conceptos.
Enmarcación
La enmarnación se utiliza para comunicar a los visitantes la estructura general del contenido de la exposición, con el fin de dar sentido a su experiencia en el museo (Roppola, 2012). Normalmente, los marcos constituyen un conjunto de categorías, criterios y respuestas, sobre posibles expectativas que las personas generamos como parte del proceso de «construcción de significad» en nuestra vida diaria (por ejemplo: Madrugo para ir a trabajar; trabajo para satisfacer mis necesidades vitales; el descanso viene al final del trabajo, etcétera). Los marcos en la exposición de un museo sirven para dar respuesta a las las expectativas de lo que, para los visitantes, debe ser dicho museo, y sobre el tipo de experiencias que esperan obtener en él. El público también pueden recibir diferentes marcos en función del tipo de museos, y que normalmente se diferencian atendiendo a la naturaleza del contenido de las colecciones. Nosotros solemos utilizar audiovisuales para crear esos marcos.
En general, cada persona suele ser consciente de sus propios marcos, por eso a veces es complejo delimitarlos de forma universal. Un visitante, por ejemplo, puede encontrarse con una exposición que contraviene su marco individual, porque el museo le muestra algo que no se ajusta a lo que espera de la exposición (Ejemplo: vamos a visitar una exposición sobre el espacio y nos encontramos una vaca viva en el vestíbulo del museo). Sin embargo, los marcos no son estáticos, pueden evolucionar y cambiar a la luz de nuevas experiencias (Roppola, 2012). Pueden ser marcos tanto positivos como negativos. Por ejemplo, los modernos edificios de los nuevos museos, que están abiertos a la luz natural, pueden representar una reformulación positiva para las personas que ven el museo tradicional como «oscuro y polvoriento».Pero, por otro lado, algunos visitantes pueden llegar a encontrar cierta discordancia en la yuxtaposición que se produce entre una exposición de objetos antiguos y la arquitectura moderna.
Resonancia
Roppola (2012) utiliza el concepto de «resonancia» para definir la interacción entre los visitantes y las características del entorno de la exposición. En física, la «resonancia» describe el efecto de amplificación observado cuando dos cuerpos vibran a la misma longitud de onda. Del mismo modo, los visitantes y las exposiciones pueden hallarse en estado de resonancia cuando permanecen «en sintonía» entre sí. Ciertas características ambientales, como el tamaño, la «belleza, el color, la luz, el realismo, las sensaciones sensoriales, o la interactividad» (Roppola, 2012, p. 126) tienden a ser instrumentos atractivos para el visitante. Los espacios pueden también presentar cualidades resonantes: Ambientes que son agradables debido a características como la luz, la amplitud o el atractivo estético del diseño. El buen trato del personal del museo hacia el visitante también deben formar parte de esas sensaciones agradables.
Martha Ritcher
Sin embargo, al igual que los estímulos ambientales pueden mejorar una relación de resonancia entre los visitantes y las exposiciones, también podrían impedir que se diera esa buena relación. Os enumeramos algunos factores que pueden impedir o bloquear las experiencias resonantes (Roppola, 2012):
- «Sólo podemos asimilar hasta un límite de cosas»: Una visita al museo puede saturar las capacidades sensoriales y cognitivas de un visitante. Los visitantes despliegan estrategias para asignar su tiempo y presupuestos mentales de acuerdo a sus intereses. Una sensación de exceso puede ser abrumadora y evitar que los visitantes se sientan a gusto en una exposición. En la mayoría de los museos suele darse este fenómeno, y no sólo por exceso, también por defecto.
- «Está todo desorganizado»: La sensación de caos se puede acrecentar por la falta de un orden claro o lógico en el que el visitante se pueda apoyar para que la exposición tenga un significado asimilable. La «señal» de un mensaje interpretativo se pierde, por ejemplo, con el «ruido» de una pantalla excesivamente desordenada, con características diversas que compiten y se anulan entre sí. La exposición necesita estar basada en una narrativa ordenada, con un principio, un desarrollo y un desenlace.
- «Las otras personas me distraen»: Los visitantes pueden dedicar menos tiempo a una exposición de lo que quisieran si se sienten agobiados por la excesiva presencia de otros. Colas y aglomeraciones pueden impedir que haya resonancia al interferir en el recorrido y crear un entorno poco agradable. Si la persona entra en la exposición enfadada por haber tenido que esperar demasiado, ya es casi imposible que perciba la resonancia.
Canalización
Las exposiciones de los museos pueden estar consideradas como medios de comunicación de cuatro dimensiones; los visitantes se mueven físicamente a través de ellas en el espacio y en el tiempo. Roppola describe cómo los usuarios realizan el recorrido expositivo en términos de «canalización». Más que el modo de encontrar el camino, la canalización describe cómo «los visitantes hallan su camino a través de las exposiciones de los museos de forma conceptual perceptual, y física» (Roppola 2012, p. 174). Hay tres tipos diferentes de canales: Los canales espaciales, los narrativos y los multimedia.
La interpretación más literal del concepto de canalización, se produce cuando los canales espaciales provocan que los visitantes perciban los escenarios del museo actuando en consecuencia (Roppola, 2012). Algunos espacios animan a los visitantes a quedarse, otros hacen que pasen de largo rápidamente. Los asientos ofrecen la posibilidad de descansar, recargar pilas y reflexionar. Cuando se dispone de asientos, se envía a los usuarios el mensaje de pueden tomarse su tiempo y no apresurarse. Los visitantes son más propensos a ver un video completo si hay un lugar para sentarse. Las galerías estrechas pueden ser percibidas como pasillos, lo que provoca que los visitantes las recorran más rápidamente. Las puertas automáticas, las escaleras mecánicas, y determinadas iluminaciones, pueden resultar atractivas, «tirando» de los visitantes hacia ellas. Pero para otros, estos umbrales pueden actuar como una barrera, convirtiéndose en un obstáculo más que en una invitación a entrar. Un comportamiento similar se ha observado en los museos de arte contemporáneo, donde los visitantes tienden a permanecer alrededor de la entrada a las instalaciones de vídeo, en lugar de animarse a entrar en ellas (Sager, 2008). Del mismo modo, los pequeños espacios cerrados pueden ser atractivos para algunos visitantes, pero pueden resultar agobiantes para otros. Los visitantes también varían de comportamiento dependiendo de su sentido espacial, ya que algunos se desorientan con facilidad y necesitan determinadas indicaciones gráficas (señaléctica) para poder seguir su recorrido con normalidad.
Mientras que los canales espaciales sirven para el direccionamiento del movimiento físico a través de una exposición, los canales narrativos se refieren al recorrido conceptual del visitante dentro de la misma. La ausencia de narrativa es a menudo vista y entendida como algo confuso y desconcertante por parte de los visitantes. Sin una narrativa coherente y perceptible, la exposición puede ser entendida como «todo un caos», «desordenada», o «no tener un punto de referencia real» (citado en Roppola: Visitantes, 2012, pp. 204-205). Muchos de los visitantes dan importancia a algún tema concreto, valorándolo en función de cómo ha sido narrado en la exposición, y no por el valor del contenido en sí mismo.
Los diferentes modos semióticos pueden manifestarse a partir del uso de una variedad de medios de comunicación. Por ejemplo, el «modo de texto» puede ser comunicado a través de una amplia gama de medios de comunicación, como puede ser una revista, un rollo de pergamino, o una cartela de exposición. La canalización multimedial de estas diferentes formas de comunicación con el visitante, describe cómo los usuarios interactúan con los diferentes modos y medios incorporados a los objetos del museo. Roppola (2012) describe las siguientes formas de canalización en la difusión de contenidos:
- Canalización multiforma: El uso de diversidad de medios de comunicación ayuda a difundir el contenido, mejora el interés y la reducción de la fatiga asociada con los «paneles y paneles y más paneles de texto» para su lectura (visitante citado en Roppola, 2012, p 190.).
- Canalización selectiva: Es una manera de dirigir y atraer la atención de los visitantes. Menos es más con la canalización selectiva: Un enfoque minimalista ayuda a proporcionar un punto de contacto claro en una pantalla. Las jerarquías de tamaños de las fuentes del texto son también una forma de canalización selectiva, por lo que sugiere un orden en el que comprometerse con el contenido.
- Canalización fragmentada: Está causada por el exceso de complejidad, sin coherencia suficiente para permitir que los visitantes encuentren que tenga sentido. Los canales fragmentados también pueden ser el resultado de que exista una gran distancia física entre los elementos relacionados (por ejemplo, una cartela demasiado lejos del objeto que describe), o que tengan exposiciones adyacentes que compiten entre sí por la atención de los visitantes.
- Canalización síncrona: Denominamos así a la relación armónica entre los elementos multimediales de una exposición. Las diferentes partes de la exposición mejoran y se complementan entre sí, en lugar de competir por la atención del visitante. A diferencia de la canalización fragmentada, que resulta desafiante, la complejidad de múltiples modos y medios de comunicación se complementa con coherencia y armonía.
Repercusión
La repercusión es el término que Roppola utiliza para describir el compromiso de los visitantes con el contenido interpretativo de los museos, la capacidad de asimilación de «la poética y la política de la exposición» (Roppola, 2012, p. 217, énfasis en el original). Ejemplos de repercusión que tienen lugar en los museos incluyen:
- Repercusión de la experiencia: Que el visitante vea o haga algo que normalmente no tiene la oportunidad de experimentar.
- Repercusión conceptual: Está relacionada con la mejora de la comprensión de un principio teórico determinado.
- Repercusión afectiva: Tiene que ver con la experimentación y percepción en un nivel emocional.
- Repercusión discursiva: Es la forma de considerar y enfrentarse a un problema desde un punto de vista diferente al habitual.
Enmarcación, resonancia, canalización y repercusión, son aspectos que no responden a una secuencia de procesos – los cuatro modos pueden tener lugar simultáneamente en el transcurso de una visita al museo -. Es de destacar que tres de estos cuatro conceptos: La encarnación, resonancia y canalización, están relativamente relacionados con la relación entre los visitantes y los objetos expuestos, de una manera que trasciende los mensajes interpretativos específicos al uso, esos que las exposiciones están destinadas a transmitir. Esta es una visión innovadora, sobre todo teniendo en cuenta que, históricamente, la mayoría de las investigaciones sobre los visitantes al museo, han tomado como punto de partida lo que los visitantes «aprenden» de una exposición determinada. Esos planteamientos sugieren que la comprensión de la experiencia del visitante del museo podría ampliarse si va acompañada de una investigación más profunda, que analice los patrones más amplios en la relación museo- visitante, en lugar de limitarse a estudiar sólo los aspectos específicos del contenido de las exposiciones en la forma en la que es percibida por el visitante. Tenemos pues, aún, un largo camino de investigación por delante.
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Foto principal y para redes sociales: Smashing Magazine
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Excelente, me gusta porque sale de lo cotidiano hacia algo diferente.