El Volcán de Colima

El Volcán de Colima

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Hoy vamos a hacer una pausa en nuestro diccionario de conceptos fundamentales para museos para hablar de un volcán en erupción, así sin más, en caliente.

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Desde nuestro punto de vista, que un volcán entre en erupción a 65 kilómetros de dónde se encuentra uno escribiendo entradas sobre términos museológicos, es un auténtico regalo que promete sensaciones muy fuertes. Nunca antes habíamos tenido la oportunidad de ver un espectáculo natural de estas dimensiones y no nos lo podíamos perder. Nos faltó tiempo para meternos en el coche y salir volando hacia donde se encuentra el volcán, en Colima (frontera estatal con Jalisco). Primera sensación fuerte: ni un coche en la carretera en dirección al volcán, solo los camiones del ejército y nosotros.

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Ya a pocos kilómetros del volcán fuimos conscientes de que no iba a resultar fácil en absoluto acercarnos mucho para ver las explosiones en primera fila. La ceniza en suspensión dificulta extraordinariamente la visión para conducir y, lo que es peor, hace imposible respirar con normalidad si se sale del coche, además de ser extremadamente tóxica. Pintaba bastante mal la cosa de nuestra excursión por la campiña volcánica.

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Pero cuando estábamos llegando a la Zona 0, también conocida como zona de «sálvese quien pueda» o dónde el ejercito s epone ya en plan muy chungo, nos cayó una gigantesca tormenta y la atmósfera se limpió de ceniza en minutos. De esta manera ya pudimos salir del coche y ver con mucha mayor claridad como se presentaba el panorama, diseñando un plan de ataque al volcán fuera de la vista de vigilancia. Lo primero que hay que hacer en cualquier caso es empapar un pañuelo en agua si no se dispone de mascarilla de respiración asistida y taparte el rostro para protegerse y así no respirar el aire enrarecido con el que te puedes intoxicar en un minuto. Si no se percibe la ceniza en suspensión da igual, hay que protegerse.

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Atacar al volcán no tiene que ver con darle patadas, sino intentar acercarse lo más posible a él. Mientras algunos no dejaban de hablar de Pompeya estableciendo comparaciones sobre lo que nos podía llegar a pasar, nosotros planeábamos cómo regatear al cordón que habían desplegado el ejército y los equipos de protección civil, con el pueblo de Yerbabuena ya totalmente desalojado. Toda la zona estaba tomada por un ejército mexicano que no se anda con tonterías a la hora de dar el alto, van armados hasta los dientes incluso cuando están en labores de protección civil, un contrasentido muy del país. En cualquier caso, hacía un calor que no era normal y que provenía del volcán al otro lado de la loma. Se podían oír claramente las explosiones; una única y enorme fumarola invadía todo el cielo imponiéndose a los nubarrones de tormenta.

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Se hacía de noche y había que tomar una decisión. Llegados hasta ese punto teníamos dos únicas opciones: intentar acercarnos a pie de volcán lo más posible sin conocer el terreno y a oscuras, o intentar aproximarnos al volcán todo lo posible sin arriesgar demasiado y esperar tranquilamente a que se hiciera la noche. Aventureros somos, pero también somos gente responsable y no era plan que protección civil tuviera que desviar su atención de lo verdaderamente urgente para rescatar a unos irresponsables.  En todo este tiempo de planificación de ataque al volcán, como si estuviera esperando a saber que habíamos decidido, se tomó un descanso dejando de rugir.

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Una vez que se hizo de noche, el volcán se volvió a despertar y entonces pudimos ver con toda claridad lo que estábamos esperando, además de los cientos de luciérnagas que nos hacían compañía en la oscuridad, el espectáculo que hay que disfrutar al menos una vez en la vida si es posible: todo un señor volcán en erupción. El ruido que producen las explosiones es una de las cosas que más impresionan, además del golpe de calor que acompaña a cada erupción. Por la noche es cuando se disfruta aun más si cabe de la vista del volcán. La lava va desplazándose densa, lenta y fluorescente en la noche hacia la base de un cono de 3.800 metros de altura; el volcán de Colima no es precisamente pequeño.

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Desde luego que, además de la sensación de alegría que sentimos por ser testigos de tanta belleza en su poder natural, también estábamos emocionados bajo un profundo agradecimiento hacia el destino por habernos regalado la oportunidad de disfrutarlo, por haber puesto en nuestro camino el Volcán de Colima. Un volcán en erupción, no habiendo daños personales, es un espectáculo magnífico. Gracias Naturaleza.

Mañana volvemos al diccionario, esto de hoy ha sido una excepción inesperada y casual.

Nuestro amigo y colega bloguer Javier GM ha hecho unas fotografías fantásticas del Volcán de Colima. Las podéis disfrutar en el siguiente link: fotos Volcán de Colima.

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Fotografía principal y para redes sociales: Sergio Tapiro Velasco

 

9 comentarios en «El Volcán de Colima»

  1. Hola,me ha encantado vuestra entrada d hoy.
    Un magnífico testimonio gráfico.Qué envidia , uno no puede asistir a fenómenos como ése todos los días.Un abrazo.Alvaro

  2. Menuda sorpresa.No esperaba encontrar esta entrada hoy.Ultimamente lo que más me interesa es vuestro Agendas Mundi del viernes, las entradas del resto de la semana son demasiado «densas» para mi.Lo siento por los más «museógrafos» , pero hoy la entrada es también para los profanos.Muchas gracias.Un artículo muy interesante.Un saludo.Pablo

  3. Hola,yo también agradezco una entrada como la de hoy.Me temo que estaba algo descolgada de los «conceptos mseográficos».El artículo de hoy me ha recordado a alguna de vuestras entradas más antiguas.Ojalá volvais a hacer excepciones como la de hoy y nos sorprendais con entradas como ésta.Enhorabuena. Amaya.

    1. Permitid que os contestemos a los tres a la vez. Gracias Álvaro, Pablo y Amaya por hacernos reflexionar sobre que deberíamos cambiar quizá un poquito el rumbo de nuestros escritos ya que parece ser que no acabamos de equilibrar ambos mundos. Alejandra ya nos lo hacía el día de nuestro «cumpleaños» y también a ella le damos de nuevo las gracias. No en vano, y en descargo nuestro, que no justificación, es que la vida a dado un giro monumental para nosotros y estamos aun en fase de adaptación, cosa que quita dinamismo a nuestra forma de escribir y sobre todo que es un tiempo que se come las ideas. También decir que los términos de museología son muy importantes para quien los quiera revisar 😉 Gracias de nuevo a los tres por estar ahí y regalarnos vuestros comentarios que hacen que pensemos en mejorar. Un fuerte abrazo.

  4. Oí hablar hace unos días de la erupción del volcán.Leer hoy vuestra entrada y sentir que nos lo contais en primera persona resulta casi emocionante.Todo un lujo, gracias..Veo que además de excelentes museógrafos , sois unos auténticos aventureros, una buena combinación.
    Enhorabuena otra vez por vuestro gran trabajo , ya sea escribiendo entradas conceptuales como las que lo son algo menos, siempre es un placer leeros.Un abrazo.Fernando.

  5. Una entrada «diferente».Mañana volvereis a la museografía didáctica que tan excelentemente impartís( os sigo todos los días,me interesa mucho el tema),pero hoy permitidnos empaparnos de Naturaleza.Gracias por este regalo.
    Un saludo.Jorge

    1. Tienes toda la razón Sergio y te pedimos disculpas. Ha sido un error que ya está corregido, manejamos mucho material como verás si te metes en otras entradas y podemos cometer un error. También podrás comprobar que nombramos a los autores sistemáticamente, es lo justo y legal. Gracias por tu comentario y te reiteramos nuestras disculpas. Recibe un cordial saludo.

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