Museo y Relato

Museo y Relato

«Solo podemos estar seguros de que las hadas viven donde viven los niños». – J.M. Barrie

En alguna ocasión comentábamos que lo importante es que el museo cuente una historia con un principio, una narración y un final. Esto facilita que los visitantes salgan del museo con la seguridad de que han aprendido algo con sentido, evitando la vacía percepción de pinceladas de conocimiento aquí y allá, sin poder observar el cuadro completo. Los niños se aburren escuchando historias incongruentes, los adultos nos cansamos cuando hay cosas que no acabamos de comprender porque se nos explican mal, emborrachándonos con tanta cosa inconexa. El museo debe propiciar que vivamos la historia que el museo nos quiera contar, pero nos la tiene que narrar correctamente para que podamos introducirnos en ella.

Esa narración se compone entonces de dos partes: qué es lo que se cuenta y cómo se cuenta. La construcción de la trama, al más puro estilo Agatha Christie, conforma el espíritu de la museografía, se escribe un relato narrativo. En este relato intervienen personajes, espacio, tiempo y acciones determinadas, podría ser un guión de cine perfectamente. Nosotros incluso dibujamos storyboards desde la acción de entrada al museo, acción de recorrido y acción de salida (tienda). Estos storyboards finalmente se convierten en unja película infográfica donde podemos hacer el recorrido virtual del museo sin que exista. Esta expresión museográfica se compone de elementos estructurales, apoyos multimedia y, sobre todo, apoyándonos siempre en los objetos como referentes de la historia. Los objetos no son decorado, son los protagonistas de la historia.

De esta manera, la exposición se convierte en descubrimiento, una experiencia, una fiesta del conocimiento y, lo que es más importante, una expresión emocional. Si nos conmueve, es que funciona. Para ello debemos elaborar un guión narrativo coherente y universal, que la historia sea atractiva, que nos enganche, que recibamos datos sin esfuerzo, de forma fluida y amena. También podemos construir narraciones múltiples pero siempre que confluyan en una mismo conclusión. Podemos tabular y aprovechar el potencial narrativo del museo para sacar conclusiones que se conviertan en lecciones de educación ciudadana, que son tan necesarias.

Una película del museo, con el tratamiento correspondiente del guión del relato incluye, además del la propia historia, las imágenes, música y efectos especiales que facilitan la comprensión de esa historia, prestando especial atención a la capacidad de comprensión del visitante y a los objetivos de comunicación del propio museo. Conociendo a nuestro público, se reorienta la exposición, optando por un medio de expresión u otro, e incluso la forma de lenguaje que vamos a utilizar. en función de la formación y conocimientos previos que nos vamos a encontrar en el visitante tipo. Los recursos pueden ser de tres tipos:

1. Gráficos: como telones, paneles retroiluminados, paneles dinámicos, textos breves proyectados, gráficas en pared, banderolas, móviles, etcétera.

2. Escenográficos: evocando ambientes, construyendo contextos, provocando sensaciones, generando emociones, etcétera.

3. Audiovisuales y multimedia: cine, vídeo, juegos digitales, realidad aumentada, realidad virtual, interactivos, etcétera.

A partir del guión se ordenan y agrupan los objetos, lo que también requiere un plan muy detallado. En los museos de arte, tan vacíos de contexto generalmente (¿cómo trazaba las pinceladas van Gogh sobre el lienzo?, ¿Cómo comenzaba la obra?, ¿Dónde adquiría las paletas?, ¿Qué sabor tiene la absenta?), también se pueden crear historias que nos introduzcan en el sentido de la obra. Por ello, como ya os comentábamos, la creación del trailer del museo antes incluso de que se haya colocado el primer ladrillo o recompuesto toda una galería de exposición, es muy importante, evita un montón de errores y ruidos en la comunicación narrativa del museo. La previsualización de como quedará la exposición es algo que nosotros «imponemos» sobre el proyecto incluso con el uso de maquetas a escala, creando composiciones de color en el ambiente, de iluminación, colocación de los objetos en relación con las personas, accesibilidad, alturas, dimensiones, recorridos… El guión final de la exposición no solo debe incluir la narración – objetivos del conocimiento didáctico, estilos, argumento – sino también la jerarquía de los contenidos, la redacción de los textos (pocos si es posible), referencias visuales, bandas sonoras, notas editoriales, etcétera.

2 comentarios en «Museo y Relato»

  1. Touché, chapeau, eureka. Esto es el A-B-C de cómo se debe entender el Arte de Siglo 21, extrapolando lo plástico hacia terrenos más emocionales y cognitivos. Al fin y al cabo, no es más que recuperar rumbos perdidos de la Historia. Y por añadido, derivándolo al terreno de lo social y lo humano, eso sería ya a mi entender el puro y elemental Conciencismo.
    Felicidades.

  2. Muchísimas gracias Jorge por lo que nos dices. Nosotros quizá seamos un poco pesados en nuestra reivindicación sobre que, para generar una verdadera experiencia en el museo, la erudición debe acercar más sillas a su mesa y que las nuevas ideas se sienten en ellas. Hay que renovar, hay que ventilar pacíficamente. Se trata de establecer un diálogo constructivo en el que los visitantes saldrán beneficiados sin genero de dudas. Ya sabes que estamos en sintonía contigo, que no quita para que sigamos escuchando todo lo que nos dices e incluso disfrutar de un force de corps de vez en cuando con un trago de tequila por medio. Conciencismo. Un abrazo.

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