Hace unos días, cayeron en nuestras manos dos series de fotografías que nos parecieron inquietantes, más bien, muy inquietantes. Observando las imágenes no podíamos dejar de relacionar lo que estábamos viendo con la devastación que asola la cultura. Es el tipo de imágenes que no necesitan explicaciones semióticas; lo que ves es lo que hay. Son imágenes para expresar/mostrar/narrar, una situación muy dura, la situación del olvido al que no vamos a poner nombre. Los que vivimos de la cultura no lo estamos teniendo nada fácil y aquellos que su recompensa es la aproximación al arte, el conocimiento y el saber, también lo pasan mal porque también para ellos la cultura tiene un precio. No queremos llamarlo devastación cultural porque suena a definitivo y queremos mantener la esperanza de que algún día el cielo escampará y volverá a salir el sol. En cualquier caso, las imágenes han caído en nuestro poder y nos queman en las manos, no podemos menos que compartirlas con vosotros. Estas imágenes no son la consecuencia de desastres naturales ni películas de terror, tampoco están hechas en Chernóbyl… Son imágenes que muestran las secuelas que deja el olvido más absoluto, el olvido que surge de la desidia; el olvido que surge de la ausencia de sensibilidad; el olvido que arrasa libros, cines y teatros; el olvido que está acabando con aquello que un día no tan lejano fue valioso y muy bello.
Mañana más… Desgraciadamente.
Las imágenes son desgarradoras y el título, inquietante…
Gracias Verónica por dejar tu comentario. Con el título intentamos expresar el abandono absoluto, la nada. Si no existen nombres que podamos olvidar es que no había nada que nombrar y lo que no tiene nombre es imposible de ser recordado. Saludos.
DESOLADOR!