Los Gladiadores de Nimes

Gladiador

Es una paradoja que, para profundizar sobre las costumbres romanas de hace 2000 años, nos tengamos que ir a la Provenza francesa en vez de ir a Italia. Creemos que Italia no le hace justicia en absoluto a su historia. No solo basta con tener vestigios que mostrar a los turistas, hay que mostrar la historia de forma didáctica también. Por poner un ejemplo de lo que nosotros entendemos por la «didáctica de la Historia», en un viaje a Nimes fuimos conscientes de lo poco que sabíamos sobre lo que se ponía en juego en la arena de los anfiteatros romanos en sus famosos Grandes Juegos hace veintiún siglos – http://grandsjeuxromains.com/en/home-jeux-romains -. Sobre lo que creíamos saber – todos hemos visto películas como «Gladiador» realizada por Ridley Scott – estábamos muy equivocados. En Nimes saben bien lo que se cocía en los juegos de la arena romana y nos lo muestran abiertamente para conocimiento de aquel que se quiera acercar a ese mundo «sórdido» de la ancestral cultura romana. Allí consiguen fácilmente que «nos pique» la curiosidad. Os aseguramos que aquello que creíamos saber no es cierto y tampoco lo que nos quiso hacer creer Ridley Scott en su película lumpen del 2000. Y como esa película, todas las demás de romanos, comenzando por la de Kirk Douglas en «Espartaco» – http://www.imdb.com/title/tt0054331/ – y acabando en Russel Crowe con «Gladiator», o peor aun, con Channing Tatum en «La legión del águila» – http://www.imdb.com/title/tt1034389/ -.

Los grandes juegos en la arena de los anfiteatros romanos era un espectáculo salvaje. Los espectadores estaban acostumbrados a ver decapitaciones, amputaciones, sangre a borbotones, desgarros, etc. como nosotros disfrutaríamos de un gol de Messi o Ronaldo. Ellos estaban acostumbrados al horror que supone para nuestra mentalidad el que cientos de cristianos murieran en la arena en las fauces y garras de toda clase de bestias. Para los romanos de aquella época era algo absolutamente normal, un pasatiempo nada barato por cierto (las entradas se cotizaban y había reventa). Las sociedades colonizadas, como es el caso de la de Nimes en su anfiteatro romano, también disfrutaron como locos de aquellos espectáculos cruentos y salvajes mientras comían pistachos tranquilamente bajo el sol de la Provenza. Lo curioso de todo esto es que, cuando hablamos de los juegos de gladiadores – ya hablaremos otro día del resto de «juegos» -, nos damos cuenta que en el imaginario colectivo sobre este tema está lleno de errores. Y os contamos porqué.

Gladiadores3 Solo había cinco tipos de gladiadores clasificados por el uso de las armas

Los gladiadores era personajes tan famosos como lo son ahora los futbolistas, los tenistas, pilotos de fórmula uno, etc. También había gladiadoras y eran muy hábiles en la lucha por su velocidad y agilidad. Los campeones de la arena se cotizaban cobrando precios desorbitados para aquella época, como sí fueran estrellas del deporte de hoy. Había que pagar mucho dinero, como os decíamos anteriormente, para poder entrar en el anfiteatro a verlos luchar. Es cierto que las peleas eran muy peligrosas, pero es aquí donde se comienzan los errores históricos. Para empezar solo había cinco tipos de gladiadores y no todas las peleas eran a muerte ni mucho menos.

Gladiadores4

Los gladiadores podían ser esclavos, prisioneros de guerra, prisioneros condenados a muerte o incluso mujeres condenadas, pero en los días del anfiteatro de Nimes, los gladiadores eran casi exclusivamente hombres libres que habían elegido esta profesión arriesgada. Cada gladiador firmaba un contrato por el que abandonaba su condición de hombre libre durante el periodo de su compromiso contractual. En ese periodo de tiempo se ponía bajo las órdenes del titular de la tropa de gladiadores, conocido como el lanista. Una vez firmado el contrato, el nuevo gladiador no saltaba a la arena de inmediato. Eso sería dar un espectáculo pobre, desvirtuarlo. El público exigiría la muerte del novato recién llegado y eso dañaría la reputación de la tropa del lanista. Estaban obligados a ofrecer un verdadero espectáculo de lucha de una manera entretenida y muy técnica. Para ello había que asistir primero a una escuela llamada ludus. En esa escuela, el novato estaba bajo el cuidado de un primer entrenador que a menudo era un ex gladiador. Su entrenador le enseñaba una gran cantidad de habilidades, pero la más importante y fundamental de todas era saber desenvolverse durante los combates: el valor de entretenimiento al público. La habilidad y el conocimiento que el novato adquiriera de su entrenador le convertiría en una estrella o en un condenado a muerte. Nimes tenía su propia escuela de gladiadores, como lo demuestra la existencia del entrenador que pagaba por cada lápida de sus alumnos caídos en combate. Escuelas «Imperiales», también se establecieron ya en el reinado de César. Formados en Roma y otras ciudades importantes del imperio romano, estos gladiadores imperiales eran codiciadas mega estrellas de la arena. Pero hablemos de los verdaderos tipos de gladiadores:

Cada gladiador estaba especializado en una forma particular de combate y tenía armas de carácter muy específico. Eso era lo que los definía como uno de los cinco diferentes tipos de gladiador:

El Samnita

Eran el tipo de luchadores más antiguos. Su nombre proviene de la provincia de Samnio, que significa derrotado. Estaba fuertemente armado con un casco, un largo escudo, una espinillera izquierda y una espada. En los primeros días, el casco estaba abierto y se mostraba el rostro libre de defensa, pero protegido por las correas de la barbilla. Desde la época de Augusto (año XXVII a. de C.), estas correas de la barbilla se transformaron en un elemento metálico completo para el rostro. La cara quedaba cubierta, al menos, hasta el reinado de Claudio (año XLI d. de C.), de nuevo abierta para que el público pudiera ver las expresiones de dolor de los gladiadores mientras morían. Más tarde, el rostro volvió a estar oculto de nuevo por una visera con solo dos agujeros para los ojos. La evolución del casco llegó con los agujeros que aumentaron en número, asemejándose a una parrilla de asar carne. El brazo que sostenía la espada estaba casi siempre protegido, desde el hombro hasta la mano, por una protección llamada «la manica». Su escudo era curvada, casi semi – cilíndrico, y bastante largo con una joroba en el medio. Su espada era más corta y recta: el gladius que daba nombre a los gladiadores (portadopres de gladius). Su pierna izquierda estaba protegido por una espinillera pero no como las que usa Messi.

Samnita El gladiador Samnita

El Secutor

Era en realidad el nombre de la evolución del Samnita. Este término significa «el perseguidor». El Secutor estaba equipado como los antiguos samnitas pero las aletas en su casco había desaparecido y la cresta era más pequeña para reducir el número de puntos de impacto del Retiarius, su principal adversario, para evitar su red. El nombre Secutor provenía de sus tácticas de ataque. Perseguía a su oponente para luchar mano a mano contra él. Esta era la única manera que podía ganar con las armas que tenía.

Secutor El Secutor

Los Hoplomachus

Aparecieron después de la desaparición de los samnitas. Eran muy grandes y luchaban con armas pesadas: un pesado escudo no muy grande y una larga lanza. Sólo la pierna izquierda estaba protegido por una espinillera que se terminaba justo debajo de la rodilla. Su casco era impresionante: decorado con figuras y luciendo un borde vuelto. Luchaba solo contra el Tracio o Myrmillo. Solía dar mucho miedo por su aspecto y tamaño.

Hoplomachus Hoplomachus en acción

El tracio

Luchaba ligeramente armado. Llevaba un pequeño escudo rectangular o cuadrado que a veces era circular o triangular, aunque estas últimas formas eran raras de ver. Armado con una espada corta, se protegía las dos piernas con protectores que eran inicialmente planos y metálicos, con un diseño elegante. Más tarde, en la época imperial, se adornaban con varios elementos en relieve o cincelado. Su casco era idéntico al del Samnita.

Tracio El Tracio, quizás el luchador más elegante

El Myrmillo

O también llamado el galo, estaba equipado como un guerrero galo. Armado con una espada corta, estaba protegido por una placa de hierro que lo hizo impenetrable. Su gran escudo cóncavo, que sostenía en la mano izquierda, cubría el cuerpo desde el hombro hasta la tibia y gran parte de su espalda. Su lado más expuesto, el derecho, está protegido por la «manica», un brazalete hecho de cuero y de metal, y por un greave metálico. Llevaba un casco que estaba decorada con la forma de una cresta con un pez, el «myrmo», a la que debe su nombre. Su técnica de combate era la espera al rival. En el momento oportuno, se echaba hacia atrás, golpeando a su adversario con la espada. Por lo general, era grande y fuerte, y siempre luchaba contra el retiarius ligero, armado con su red y el tridente.

Myrmillo El Myrmillo esperaba a que el adversario cometiera un error para atacar

El Retiarius

Muy fácil de reconocer: su cabeza estaba cubierto siempre, y estaba armado con una red («rete», que es donde su nombre viene), un tridente, una daga y la «manica» que utiliza para proteger su brazo derecho. El brazo izquierdo quedaba al descubierto, para la libertad de maniobra de su red así era mucho mejor. Tal vez la técnica de lanzar la red sobre el adversario fue inspirada por los pescadores. Con sus armas ligeras, trataba de mantener a su adversario a cierta distancia: tenía que guardar el espacio suficiente entre ellos para ser capaz de lanzar su red y tirar al suelo a su enemigo. El objetivo de su combate era para evitar que el adversario se moviera demasiado cerca de él no arriesgándose demasiado cerca en el combate. Cuando su adversario se enredaba y tropezaba hasta caer al suelo es cuando el Retiarius ponía su daga en el cuello de su rival esperando el veredicto del público primero y de las autoridades después.

Retiarius El más ágil y rápido de los gladiadores

La percepción que se tiene actualmente de aquellos combates ha sido totalmente distorsionada por el cine. En las películas, los gladiadores se muestran como esclavos, condenados a muerte simplemente para complacer a un público sediento de sangre. La investigación histórica reciente muestra que esta creencia popular es falsa. Los combates de gladiadores eran en realidad un deporte genuino luchado por voluntarios altamente capacitados. A pesar del hecho de que la sombra de la muerte estaba siempre presente, nunca fue un resultado sistemático. Durante la era del anfiteatro de Nimes (es decir, en los siglos II y II d. de C.), los gladiadores eran casi exclusivamente hombres libres que elegían esa profesión de alto riesgo pero muy bien remunerada. Estaban motivados por la búsqueda de la gloria, eran muy admirados, eran estrellas, ganando dinerales y la integración en un mundo que fascinó a todos los romanos, desde los más ricos a los más pobres.

Gladiator La película de Ridkey Scott «Gladiador» es un horror en lo que se refiere a su documentación como ocurre en muchas películas

Un comentario en «Los Gladiadores de Nimes»

Tus comentarios son muy importantes para nosotros

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Descubre más desde EVE Museos + Innovación

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo